“El año pasado, cuando estalló la guerra con Irak, ya habíamos hecho algo desde nuestra postura como artistas. Ahora con estas ‘performances’ que hicieron los soldados norteamericanos, que nos inundaron de horror, mostrando lo más impiadoso, lo más terrible, pensamos si teníamos que ver esto sin hacer nada o contrarrestar, armar algo bello, armonioso, atemporal”, dijo Luizo Vega cuando Página/12 le preguntó, antes del evento, por sus motivos.
–¿Por qué usar desnudos?
–El desnudo por la paz es un clásico que se utiliza en todo el mundo, está impuesta en diferentes culturas la idea de unir el desnudo con la protesta. Queríamos hacer algo atemporal. Desnudarse es purificarse, la cámara registra la pureza, la inocencia.
–En todas sus intervenciones artísticas trabaja con el desnudo. Con la adolescente apodada Baby Vamp en Chile o con las fotos en iglesias.
–Sí, a menudo. Me interesó siempre el desnudo. Yo considero sinceramente que el desnudo nos humaniza, nos saca de todo contexto social, de las modas políticas, somos nosotros. Con Fabián Pereyra nos diferenciamos mucho de lo que hace (el fotógrafo) Spencer Tunick en que buscamos hacer naturaleza viva, nunca hacemos desnudos como él, en el sentido de que en sus fotos las personas son como muertos; a mí me interesa la persona floreciente, orgullosa de su cuerpo, de su naturaleza.