SOCIEDAD
• SUBNOTA › PARA REDUCIR A CERO LA GENERACION DE RESIDUOS
Una propuesta sin desperdicios
Por P. L.
“Basura Cero” es el proyecto de, lisa y llanamente, suprimir la basura. Para esto, hay que empezar a separar sus componentes: la parte orgánica se puede transformar en compost, abono no contaminante; gran parte de los demás componentes se puede reciclar, aprovechando la experiencia de los cartoneros y generando puestos de trabajo. Y es esencial cambiar la legislación para que las empresas se hagan responsables de la toxicidad y del destino de los envases de sus productos. Este plan se aplica en centenares de ciudades: desde Manila hasta San Francisco. Para la ciudad de Buenos Aires, 14 diputados de diversas líneas políticas presentaron un proyecto que promueve estos principios y define plazos: para 2010, descenso de la basura porteña a la mitad; para 2020, basura cero.
Según un informe elaborado por Greenpeace, el sistema de rellenos sanitarios tiene diversos defectos: “La membrana plástica que debiera aislar el relleno puede ser alterada por la acción de químicos propios de los residuos o de su descomposición”; “la barrera geológica puede fisurarse, permitiendo el paso de los lixiviados (líquidos contaminados) hacia las napas”; “los fuegos provocados o accidentales provocan emisiones de dioxinas, ácido clorhídrico y metales pesados”. Cierto que algo todavía peor es la incineración de la basura, ya descartada en Buenos Aires.
Por eso se desarrollan en el mundo los planes de “Basura Cero”, promovidos por gobiernos de países como Nueva Zelanda y Dinamarca, y de ciudades como Seattle, San Francisco, Ottawa, Ontario y Manila.
“Los programas más exitosos incluyen la separación en los hogares entre basura orgánica y reciclable –destacó Verónica Odriozola, de Greenpeace. Agregó que “esto se logra mediante campañas de difusión y concientización que deben ser adecuadas y sostenidas en el tiempo”. Una ventaja en Buenos Aires es que “la recolección de residuos se hace cotidianamente, lo cual facilitaría que los camiones dedicaran días determinados a recolectar cada tipo de basura”, comentó la ambientalista.
Pero la principal ventaja porteña es “la gran cantidad de cartoneros, atípica entre las ciudades, que desarrollan un reciclaje consistente”, señaló Odriozola. La cuestión sería “que el reciclado no pase a ser otro negocio de las mismas empresas que hoy lucran con la basura, sino que los beneficios se sociabilicen mejor”. La participación de los cartoneros podría ir desde su trabajo en las plantas de tratamiento hasta su presentación en las licitaciones, bajo condiciones que la hicieran posible.
La mitad de la basura de la ciudad es orgánica y podría procesarse, como ya sucede en Manila, Filipinas, mediante plantas de producción de compost, abono no contaminante, que incluso pueden producir los propios vecinos, con su basura, para sus plantas o huertas. La mayor parte del resto de la basura está compuesta por materiales reciclables.
La normativa debiera integrarse en lo que Odriozola llama “una batería de medidas”, que incluyen “una ley de reducción del uso de tóxicos en los productos” y “una ley de envases: en la década de los ’90, la cantidad de basura se duplicó por la proliferación de envases descartables. A una empresa puede convenirle usar descartables, pero el costo terminan pagándolo los contribuyentes, que deben hacerse cargo de la basura”. Lo que funcionó en otras ciudades es la “extensión de la responsabilidad del productor”, por la cual “los fabricantes son responsables del producto y de su envase y embalaje durante todo el ciclo de vida”, explicó Odriozola.
Según advirtió la representante de Greenpeace, “es esencial que la ley le fije al Ejecutivo de la ciudad de Buenos Aires plazos para su cumplimiento”. De hecho, el proyecto presentado por 14 legisladores porteños solicita que la cantidad de basura porteña baje a la mitad para 2010, al 25 por ciento para 2015, y basura cero en 2020.
Actualmente, toda la basura porteña va al relleno del Camino del Buen Ayre. Está en marcha la licitación de un nuevo relleno, a 150 kilómetros de la Capital, pero la gran mayoría de los municipios candidatos ya se pronunciaron en contra.
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