Lun 25.10.2004

SOCIEDAD • SUBNOTA  › POR QUE PAUL KRUGMAN

Economía es política

Por A. T.

El influyente economista, Premio Príncipe de Asturias 2004 de Ciencias Sociales por sus estudios sobre las desigualdades, es una de las puntas de lanza del movimiento intelectual que ve un nuevo mandato de George W. Bush como un auténtico peligro para Estados Unidos. Aunque Krugman estudió a fondo las desigualdades y el comercio internacional, las finanzas y las crisis monetarias, no son sus teorías económicas, que para muchos le darán un día el Nobel, lo que últimamente llena las dos columnas semanales en The New York Times que levantan las iras de Bush y lo convirtieron en un auténtico líder de opinión. Aplicando cada vez con mayor ahínco su lema de que para hablar de economía es necesario hablar de política, desde sus columnas Krugman completa a sus 51 años de edad un brillante bagaje académico con una cruzada contra las “falsedades” y los peligros del “movimiento político de extrema derecha” que hoy maneja los hilos del poder en torno de Bush. El profesor en la Universidad de Princeton de Economía y Asuntos Internacionales llegó a comparar este movimiento con un poder revolucionario que no acepta la legitimidad del sistema político actual, en el sentido que le diera Henry Kissinger a finales de los cincuenta a la Francia de Napoleón y, “sin reivindicar una equivalencia moral”, al ascenso del nazismo y el fascismo.
Autor de obras como El retorno de la economía de la depresión, Vendiendo prosperidad, Geografía y comercio, La era de las expectativas limitadas, o El gran engaño, Krugman se ha ganado fieles adeptos y poderosos enemigos con sus críticas al recorte de impuestos a las clases pudientes de Estados Unidos; a la explotación que el Partido Republicano realiza, a su juicio, de la catástrofe terrorista acaecida el 11 de septiembre de 2001, o a las “auténticas razones” por las que EE.UU. ha inventado una guerra en Irak, “que respondía a un proyecto ya existente” antes del 9-11.
Entre quienes se enojaron con sus críticas figura el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, que decepcionó a Krugman por su defensa de la política fiscal de Bush. “Sí, Greenspan se puso furioso, pero yo también me puse furioso con él”, recuerda entre sonrisas. Krugman llegó a recibir amenazas: “En Estados Unidos existe mucha gente enojada que tiende a ser de derechas”. Admite que al principio las amenazas por sus críticas a Bush, que lo llevaron a dar la cara públicamente por el cineasta rebelde Michael Moore como “alguien que ama a su país”, lo trastornaban. “Pero la segunda vez que llegan mil correos electrónicos o mil cartas ya no molesta. Uno se acostumbra,” explica.

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