SOCIEDAD
• SUBNOTA › LA EXPERIENCIA DE LOS TALLERES EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
“Los chicos creen que lo saben todo”
Por C. R.
Desde hace cuatro años, el Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes porteño viene realizando, en el ámbito de la Capital Federal, talleres de educación sexual a los que han asistido cerca de 60 mil chicos de primero y segundo año de la escuela secundaria. “La experiencia nos indica que, aunque son citados, los padres vienen poco a las charlas previas, que se realizan antes de la iniciación de los talleres y que sirven para informar sobre los temas que se tocan en los talleres. De todos modos, hasta ahora, nunca hemos tenido problemas con la familia de los chicos. Nadie se opone, salvo algún caso excepcional”, dijo a Página/12 Lilian Fischer, coordinadora del Area de Promoción, Capacitación y Participación, y del Programa Nuestros Derechos, Nuestras vidas, que organiza el Consejo. “Los talleres son muy útiles porque los chicos, en forma anónima, pueden consultar todas sus dudas. Las preguntas expresan siempre todas las dudas que se pueden tener, desde las cuestiones de género hasta los métodos anticonceptivos, desde la homosexualidad hasta casos concretos de abuso sexual que son denunciados a los docentes”, explicó Fischer.
Los talleres, que este año se realizaron en más de 100 secundarios porteños, se organizan a partir del requerimiento de los directores de las escuelas y en algún caso, de los centros de estudiantes. “Nosotros tenemos un programa destinado a púberes avanzados y adolescentes, estamos llegando antes de la iniciación sexual, pero en algunos colegios los propios alumnos nos han solicitado que hagamos talleres también para los más grandes. Muchos, aunque ya iniciaron su vida sexual, y aunque tienen información, eso no significa que actúen en forma responsable y se cuiden de los embarazos precoces o de las enfermedades de transmisión sexual”.
A los talleres realizados por el Consejo que preside María Elena Naddeo han concurrido hasta ahora 59.699 adolescentes de primero y segundo año del secundario, pero sólo fueron 3296 padres. “Cuando entramos a una escuela, lo primero es hacer una reunión con los docentes y luego citar a los padres, que vienen poco. Primero organizamos cinco encuentros con los chicos, en horario de clases, donde el tema es la sexualidad y los derechos que los asisten. No hablamos de sexo, hablamos de sexualidad responsable”, advierte Fischer. “Lo que hacemos es hablar sobre el derecho a la información, a la intimidad, sobre derechos sexuales y reproductivos, sobre los servicios de salud a los que pueden acceder y también sobre la perspectiva de género”.
En lo que respecta a la problemática mujer-hombre “en el segundo encuentro con los alumnos hacemos distintos juegos sobre los estereotipos de género y hacemos hincapié en la necesidad de respetar la igualdad de trato y de oportunidades. Se trabaja mucho sobre el tema de la violencia doméstica, un problema conocido por muchos adolescentes y que también es planteado cuando se hacen las preguntas, que son anónimas, para evitar que los chicos se sientan expuestos a identificarse con cuestiones que son muy dolorosas para ellos”. Fischer admitió que la igualdad hombre-mujer es un tema difícil: “Una anécdota que siempre contamos es lo que nos ocurrió en una escuela del sur de la ciudad. Cuando preguntamos si hay igualdad entre varones y mujeres, la respuesta general, de varones y mujeres, fue un largo ‘noooooo’”, que poco tenía de denuncia o queja y mucho de aceptación de un hecho consumado.
El cuidado del propio cuerpo es un tema sobre el que se trabaja de manera especial. “Llevamos preservativos, los mostramos, explicamos sobre su uso y decimos que es el único método seguro para evitar el contagio del vih-sida y para prevenir los embarazos no deseados. También damos información sobre lugares donde conseguir preservativos gratis y los hospitales donde los chicos se pueden atender o hacer consultas sobre temas relacionados con la sexualidad”. Fischer comentó que “aunque los chicos tienen información, es muy común que tengan datos erróneos, como pensar que en la primera vez no se contagia el sida o que no se queda embarazada, o que ‘terminar’ afuera es un buen método anticonceptivo. Hay mucho desconocimiento, aunque ellos creen que lo saben todo”.
En los últimos encuentros “se hacen preguntas anónimas sobre todos los temas, porque no hay ninguno que quede afuera. Incluso a veces alguien pregunta sobre temas como el abuso sexual o chicas que hablan con los talleristas, a solas, para decirles que están siendo abusadas por alguna persona de su conocimiento. Esos temas aparecen y por eso es también importante abrir una puerta para la consulta y la contención”.
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