Lo que diferencia a la huerta orgánica de una plantación tradicional es el no uso de fertilizantes químicos ni de insecticidas. Con el objetivo de producir alimentos sanos, los promotores de este tipo de cultivos promueven el uso de insecticidas no tradicionales. “Para combatir las hormigas, ponemos granos de arroz alrededor de la huerta. Y para evitar otras plagas, colocamos tarritos con cerveza, sal gruesa, o plantamos caléndulas, cuya flor atrae los insectos e impide que ataquen las verduras”, explica la docente Claudia Samat.
Los fertilizantes también son naturales. En un pozo se entierran cáscaras de frutas y verduras, que se tapan con tierra. Al cabo de un año fermentan y se produce el abono natural. En algunas escuelas producen el abono en cajones, que se hacen con los viejos pupitres que ya no se utilizan.