Para desterrar uno de los mitos que rondaba las misteriosas muertes de animales, la Autoridad Regulatoria Nuclear realizó un trabajo técnico en La Pampa que determinó que no hay indicios de radiactividad en la zona. El organismo no detectó niveles anormales de radiación en el suelo, lo que rechaza de plano esa idea como parte del fenómeno.
“No hay absolutamente nada que pueda ligar la situación de estos animales muertos y depredados con la radiactividad”, aclaró a Página/12 el secretario del directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear, Antonio Oliveira. El envío de dos técnicos a La Pampa respondió a una demanda de la Subsecretaría de Asuntos Agrarios de esa provincia. “Nuestra función es colaborar en llevar tranquilidad a la población que estaba preocupada por el tema”, dijo el secretario. En la ola de versiones que acompañó a los hallazgos, estuvo la supuesta sequedad de los tanques de agua en los campos donde ocurrían estos hechos. Y se la relacionaba con un supuesto nivel alto de radiactividad.
Eduardo Quintana y Roberto Rojkind fueron los encargados de trabajar sobre el terreno durante todo el jueves. Ayer regresaron a Buenos Aires y Rojkind –que se desempeña como gerente de Seguridad Radiológica y Nuclear– explicó que se hizo “la rutina correspondiente para determinar si había alguna anormalidad en los campos de radiación del lugar y no se encontró nada extraño”. Los especialistas trajeron muestras de suelo y pasto, y también algunas de tejidos biológicos de los cuerpos que serán analizadas en el laboratorio central de Ezeiza para ratificar lo que el instrumental de mano ya confirmó.
“Si hubiera habido algún indicador fuera de lo común, lo habríamos notado en el campo y no lo hubo –insistió Rojkind– Además, el tipo de efectos que se ven en los animales muertos no se puede correlacionar con las consecuencias que producen las radiaciones”. Y Oliveira concluyó: “Es fundamental desvincular la radiactividad de estas mutilaciones, para llevar calma a la gente”.