Francisco Monzón (43) ya no va a amontonar los cartones en el fondo de su casa, o en la calle, como tuvo que hacer todos estos años: después de cuatro años, la cooperativa que preside se hará cargo de la primera planta clasificadora de residuos de la ciudad. “Durante todos estos años veníamos preparando el terreno, les enseñamos a los vecinos a separar la basura que a nosotros nos sirve y después la pasamos a buscar: en vez de pasar de noche, la retiramos de día”, dice. La campaña de la cooperativa fue entre los propios vecinos, en la villa 1.11.14, en los barrios Rivadavia I y II y en el Bonorino, donde viven los propios integrantes de la organización.

Francisco empezó en la actividad en 1991, cuando a los cartoneros todavía se los llamaba cirujas. No es que no tenga oficio: fue albañil y lo sigue siendo, como muchos de sus compañeros, que alternan las dos actividades. “Estamos trabajando en la construcción de los planes de vivienda de la ciudad”, comenta.

Ahora, Francisco está ilusionado como un chico que estrena un juguete nuevo. “Vamos a ser un modelo de la gestión de las cooperativas”, sostiene. Y yendo a lo práctico, se entusiasma con la idea de obtener mejores precios por el material acopiado y enfardado. Es que hasta ahora venían juntando los materiales en la vía pública, para venderlo a los galponeros una vez por semana. “Hasta ahora venimos sacando en promedio de 23 a 27 pesos por día, ahora esperamos conseguir mucho más”, dice Francisco.

Francisco explica cómo estará organizado el trabajo en la planta: “Arriba va a haber 16 personas trabajando en la cinta, haciendo la separación, y abajo va a haber otras 10, encargadas de enfardar y trasladar los contenedores cuando se llenan”, explica.

El lunes 1° de mayo será el arranque simbólico de la planta, una demostración para los funcionarios, los vecinos y los medios. “El martes vamos a arrancar en serio, durante algunas horas, hasta que empiece a llegar más volumen y lleguemos a las 8 horas diarias.”