SOCIEDAD • SUBNOTA › LA IMPORTANCIA DE UN ABORDAJE MULTIDISCIPLINARIO
Un farmacéutico, en lugar de ser un señor que está tras la caja registradora de la farmacia, puede ser un profesional que, mediante interrogatorios científicamente pautados, detecta en los pacientes efectos farmacológicos y dificultades cotidianas que, de no atenderse, llevarían al abandono del tratamiento. Es uno de los ejemplos que menciona el jefe del servicio de Inmunocomprometidos del Hospital Ramos Mejía para mostrar cómo el abordaje interdisciplinario –farmacéuticos, psicólogos, asistentes sociales, médicos– puede cambiar la historia en problemas como el VIH, la hipertensión, la diabetes, donde la persona debe tratarse durante décadas por una patología que (mientras se trate) no le causa síntomas que le recuerden que debe tomar la pastilla.
“A veces, la persona no cumple el tratamiento por razones psicológicas (por ejemplo porque, sin darse cuenta, prefiere “olvidarse” de que es VIH positivo), y para eso contamos con tratamientos individuales y talleres de pares. A veces, no cumple por razones vinculadas con lo social; en muchos casos, un soporte de viáticos alcanza para solucionar el problema, y en esto las asistentes sociales cumplen una función clave. Pero muchas veces la solución proviene de los profesionales farmacéuticos del hospital”, contó Marcelo Losso, jefe del Servicio de Inmunocomprometidos del Hospital Ramos Mejía, donde se desarrolla un programa multidisciplinario para optimizar la adherencia a los tratamientos.
Es que “son los farmacéuticos quienes sistemáticamente revisan cómo toma sus remedios el paciente, hacen hallazgos vinculados con la interacción del fármaco y los alimentos, hacen una detallada revisión del estilo de vida del paciente y muchas veces descubren cosas que no surgen en la consulta médica: interacciones de medicamentos, intolerancias, efectos adversos, cuestiones todas que afectan la adherencia”, destacó Losso.
Por eso, “para la cuestión de la adherencia, es esencial el abordaje multidisciplinario: el nuestro tiene cuatro patas, que son los farmacéuticos, los profesionales de la salud mental, los trabajadores sociales y los médicos. Está comprobado que, a los profesionales no médicos los pacientes les cuentan cosas que a los médicos no los dicen”.
Otro aspecto central es que “cuando detectamos que un paciente no consultó o no vino a retirar la medicación cuando tenía que hacerlo, tratamos de buscarlo para ver qué le pasa. El impacto del hecho de que el sistema de salud se preocupe activamente por el paciente es muy positivo. Estudios efectuados en pacientes con insuficiencia cardíaca muestran que la capacidad del paciente para adherir al tratamiento es muy superior si se agrega el simple recurso de que, periódicamente, una enfermera llame al paciente por teléfono para preguntarle cómo está, si toma la medicación, si se está controlando. Ese acto del sistema de salud, al preocuparse por el paciente, tiene un gran efecto. Y esto importa mucho en patologías crónicas que durante mucho tiempo no dan síntomas, como la diabetes o la hipertensión.
Estos servicios adicionales, ¿le salen caros al sistema de salud? “Sale más barato –contesta Losso–: aquel estudio sobre insuficiencia cardíaca documentó que la gente que recibía esos llamados telefónicos se internaba mucho menos, lo cual es una diferencia de costos importante. Y también lo vemos, por supuesto, en el tema del VIH. Es cierto que nuestro servicio cuenta con subsidios del Fondo Global del Sida, pero no es sólo eso sino la potencialidad real del sistema público. Nos han vendido la mentira de que otros sistemas son mejores, que se ocupan más de los pacientes, y no es así.”
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