“No hay libertad sin ley. Entonces como Estado no propiciemos que es bueno y es piola, si se me canta a los 22 años, hacerme una ligadura de trompas. No se puede promover a todos la cultura del Tánatos”, dijo Elisa Carrió en alusión al dios griego de la muerte. “Quiero asegurarle sus derechos (a esa joven de 22) para toda la vida y no para un momento”, insistió al anticipar que no apoyaría la ley sobre ligaduras y vasectomías, porque esas prácticas no garantizan una reversibilidad total, es decir, la posibilidad de arrepentirse. La líder del ARI afirmó que hubiera votado una ley que estableciera explícitamente las situaciones de necesidad social y subjetiva que justifican la utilización de los métodos de anticoncepción. Pero no podía acompañarla ante el riesgo de que se instalen “pequeñas modas”. “Hay que tener prudencia; el Estado no puede avanzar hacia lo desconocido”, estableció como límite. Varios tramos de su discurso los sustentó en sesudas citas de Immanuel Kant y Sigmund Freud, incluso en respuesta a su compañera de bloque, Marcela Rodríguez, que la había antecedido en el uso de la palabra. “Cuando Marcela habla de Kant... se lo voy a demostrar con citas”, expresó la diputada, en abierto desafío a Rodríguez, que la miraba estupefacta. En ese tramo, Carrió hablaba de la “ética normativa”, para reiterar el argumento que había anticipado a Página/12: la posición a favor del proyecto está impregnada de un “utilitarismo liberal y ante esto el derecho debe ser neutral”. Rodríguez había enfatizado que el derecho a estas técnicas debía asegurarse aunque sean irreversibles. Y cuestionó “una concepción del cuerpo de las mujeres como mero aparato reproductor, como guardianas o víctimas pero no dueñas”. “Es paradójico que las voces que se han alzado hoy nunca lo hicieron antes contra las cesáreas abusivas y las esterilizaciones masivas”. Al rato, Carrió salió del recinto a disipar dudas sobre la paz interior en el bloque ARI.