SOCIEDAD
• SUBNOTA › EL NUEVO JEFE ANTISECUESTROS SALIO A DEFENDERLO
El sainete de Rago no termina
La historia de la Unidad Especial Antisecuestros que creó el lunes el ministro Juan Pablo Cafiero sigue siendo una de equívocos. Tras la separación del comisario Daniel Rago por su aparición en las escuchas de la causa AMIA como alguien solidario con el comisario Juan José Ribelli, su reemplazante, Angel Casafuz, salió ayer imprevistamente a apoyarlo. Inmediato superior de Rago, Casafuz, jefe de la Dirección General de Investigaciones Complejas y Narcocriminalidad de la Bonaerense, le tiró una buena mano al considerar que a pesar de lo que de él se dice es “un funcionario con las condiciones operativas necesarias” para encabezar la brigada antisecuestros. Apenas hizo sus declaraciones hubo un llamado al silencio desde el ministerio, que hasta ayer a la noche había logrado su cometido. El que asumió su propia defensa por la tarde fue Rago, que se fue hasta los tribunales de Comodoro Py a pedir en el juicio por la AMIA un certificado de inocencia. Por su parte, Cafiero cortó por lo sano: “Yo no voy a mirar para un costado en temas como la AMIA, en temas como la tortura, en temas como el gatillo fácil, en los temas de la ilegalidad”, dijo.
La atravesada historia del comisario Rago ha dado que hablar a los 40 mil hombres de la fuerza que desde antes de ayer comentan el entuerto. Sucede que Rago llegó a ese puesto después de una supuesta selección hipercuidadosa por parte de los hombres de Juampi. El nombre de Rago como el de alguien ligado a las viejas maneras de la policía no pudo haber sido un dato imposible de ver para los hombres que aconsejaron al ministro que fuera él quien condujese la nueva y flamante brigada antisecuestros. Ayer tanto desde el lado de los “operativos” de la bonaerense, como del lado de los “teóricos” del ministerio se intentó ratificar las posiciones. Rago salió a defender su buen nombre ante la opinión pública después del papelonazo de haber sido jefe por horas. Por eso se fue a los tribunales en busca de la prueba de su candor.
No le fue difícil a Rago conseguir que el secretario del Tribunal Oral Federal 3, Eduardo Chitaro, le entregara un escrito en el que queda claro que él no ha sido imputado ni citado como testigo en el juicio por el atentado a la sede judía. Lo que no dice el certificado es que, si bien eso es cierto, Rago es el hombre que en el casete 65 de las escuchas de la causa le da todo su apoyo a Ribelli y le cuenta que su hermano, Jorge Rago, también tiene pedido de captura. En ese momento, el 12 de julio de 1996, Ribelli tenía pedido de captura e incomunicación. El otro dato que hizo que Cafiero lo desplazara es que el pasaje para ir a uno de los cursos que tomó en Estados Unidos salió de la tarjeta personal de Ribelli, con quien se fueron de tour de estudios.
Cerca del mediodía, Casafuz ya había debutado públicamente como jefe de la brigada antisecuestros. Habló con algunas radios. “Este organismo –explicó por la división que dirige– siempre dependió de mí, yo soy el responsable. Rago es un funcionario con las condiciones operativas necesarias para estar al frente de una división que depende de un jefe superior.” Las palabras de Casafuz cayeron más que mal en el Ministerio de Seguridad. A pesar de que se preocupó por despejar el horizonte de intrigas policiales y reconoció “un divorcio entre la policía y la sociedad, seguramente generado por actitudes de malos policías”, Casafuz quedó poniendo el pecho por su hombre apartado.
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