SOCIEDAD • SUBNOTA
“En el caso hay muchas contradicciones”, aseguró la abogada Mabel Colalongo, que representa a la familia de Eduardo Córdoba. Por esa razón, la jueza Guillermina Martínez denunció “por falso testimonio” al principal testigo de la policía, el vigilador privado Raúl Blanco. En su primera declaración en la comisaría 36ª, en la madrugada del domingo 22 de abril, Blanco dijo que Córdoba “le apuntaba al mentón” al chofer del colectivo 76. A las 18 del mismo día, en la sede policial, Blanco cambió su versión y aunque insistió en que estaba armado “dijo que Córdoba se tenía del asiento (del chofer) con una mano y con la otra lo golpeaba”. La pregunta es: ¿en qué mano llevaba el arma si tenía las dos ocupadas?
El lunes 23 de abril, ante la jueza Martínez, el vigilador se contradijo en forma notoria. Dijo que nunca vio el arma y puso como excusa que había “poca luz”. Al final reconoció que sus declaraciones habían tenido un condicionante fuerte: “No quiero tener problemas con la policía”, dijo. La jueza envió los testimonios a otro juzgado y pidió que se abra una causa por falso testimonio. Otro testigo, de apellido Medina, es yerno de Blanco. Dijo que “no vio el arma” porque esa noche “estaba cansado”. Un tercer testigo, al que le mostraron el arma, dijo que la policía lo paró en la calle a las 9.30 del domingo 22 de abril. El episodio ocurrió a las 2 de ese día. Ese hombre no vio nada y lo obligaron a firmar que vio todo.
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