“El 20 de junio de 1820, en plena anarquía, en un país dividido por las peleas de la época, Manuel Belgrano le había pedido a uno de sus hermanos que le consiguiera algún dinero de lo que le debía el gobierno. Como no consiguió nada, tuvo que pagarle a su médico con el reloj que ahora fue robado.” La historiadora Ema Cibotti, consultada por Página/12, dijo que era “un Belgrano pobre, derrotado, que muere acompañado por sus familiares, luego de haber sufrido la sublevación del Ejército del Norte, en un momento en que las guerras civiles lo devoraban todo”. Según Cibotti, era “un pobre Belgrano, olvidado por la sociedad por la cual había brindado su vida. Por eso tiene que pagarle al médico con su reloj”. La historiadora dijo que el objeto fue entregado a un médico “de apellido Balbín”. Su nombre completo era José Balbín, pero de acuerdo con la información difundida hoy por el Museo Histórico Nacional, el médico de cabecera de Belgrano era de nacionalidad escocesa y su nombre era Joseph Redhead. Lo que se supone es que Balbín fue quien recibió el objeto, en el lecho de muerte, con el pedido de entregárselo a Redhead. “Belgrano había regresado a Buenos Aires acompañado por los restos de un ejército desarrapado, vencido, aunque para muchos, ya en su época, era considerado un Washington del Río de la Plata. Sus contemporáneos tenían una visión muy alta sobre Belgrano, pero su figura había quedado a un costado por las peleas de la época, que lo devoraban todo”, explicó Cibotti.

Belgrano murió de una hidropesía, una patología que se caracteriza por la retención de líquidos en los tejidos. Había pasado antes por Tucumán, donde le pidió dinero al entonces gobernador Bernabé Aráoz, quien no le dio un peso. En Buenos Aires no le fue mejor. El gobernador Ramos Mejía sólo le dio 300 pesos, aunque le debían 18 meses de sueldo.