El ejercicio de la apostasía está creciendo en España. Una reciente sentencia de la Audiencia Nacional que reconoció el derecho a apostar a un valenciano multiplicó la cantidad de peticiones para darse de baja de la Iglesia Católica. La sentencia no habla de suprimir del registro al interesado, sino de anotar al margen de su inscripción bautismal que ya no quiere ser católico.

No es el único caso en la Justicia. La Audiencia Nacional está estudiando los casos de más de doscientas personas que desean apostatar y no han podido ante la negativa de los arzobispados o parroquias de aceptar su solicitud o borrar sus datos personales del registro bautismal. En Valencia y Madrid se han hecho varias entregas masivas de pedidos. Y hay diversos foros especializados en Internet, con formularios y consejos, como www.apostasia.es.

Algunos arzobispados no oponen resistencia ante los apóstatas, pero otros, como los de Madrid y Valencia, no quieren dar el brazo a torcer, dejando ir a los incrédulos. El tema ha tomado tal trascendencia que Izquierda Unida presentó una proposición el año pasado para instar al gobierno a reformar la legislación para que los ciudadanos se puedan dar de baja en las confesiones religiosas de forma rápida y con garantías. La propuesta fue rechazada en el Congreso.

En España, la Agencia de Protección de Datos sostiene que los registros bautismales son inviolables, según los acuerdos de la Santa Sede con el Estado español de 1979. En consecuencia, no se pueden borrar ni eliminar la hoja donde constan los datos del bautizado, aunque haya apostatado, pero sí se debe dejar constancia de la renuncia a la fe. Algunas de las personas que han hecho el trámite no se contentan con la anotación marginal: quieren que el dato del bautismo desaparezca de los archivos. Estos reclamos están en la Justicia, en manos de la Asamblea Nacional, que todavía no se ha expedido al respecto.