Mié 19.12.2007

SOCIEDAD • SUBNOTA

Un servicio con demoras, pero no tantas

Ernesto salió temprano de casa porque sabía que habría paro de subtes. Trotó en tiempo record desde el Roca hasta la línea C y llegó 15 minutos antes a su trabajo. Era una de las doce personas que esperaban ayer a las 17 en la estación Entre Ríos de la línea E y que tomaron en hora el coche que iba hacia Bolívar. No obstante, un abuelo se quejó: “Hay que tener horarios, esto es un desastre”. A las 17.02, el irritado hombre bajaba en San José. El grueso lo hizo en Independencia: algunos para combinar con la línea C y otros para salir al exterior, que estaba menos fresquito que ahí abajo.

En el túnel que combina las líneas E y C, un joven diariero que trabaja allí se quejaba por haber vendido “un 40 por ciento menos que lo usual”, aunque, mientras todos apuraban el paso para no perder el próximo coche, alcanzó a admitir que “no fue por el paro”. Entretanto, una joven con mochila perdió el subte y esperó siete minutos a que llegara el próximo, aunque el personal de Metrovías avisaba que había media hora de demora. “Por medidas de fuerza gremial, el Premetro se encuentra suspendido y las seis líneas funcionan con demoras”, avisó constantemente una voz en off que resonaba en todo el tendido subterráneo. Arriba, en la superficie, en los andenes de colectivos sobre avenida Brasil, 60 personas esperaban el 129, que une Madero con La Plata, y otros 45 hacían lo propio para tomar el 28. Pero Alfredo, boletero del 129, no se extrañaba: “Estas cantidades son comunes, no hubo más pasajeros por el paro de los subtes”. Debajo, caminando para tomar la línea C hacia Retiro, algunos se preguntaban qué hacía una fuerza de choque de la Policía Federal esperando allí.

A doce cuadras, en Bartolomé Mitre y la 9 de Julio, un oficial de tránsito pensaba que “al final, no hubo más gente en la calle al final” y se preguntaba dónde estarían los que no iban en subte. Porque los colectivos iban con su carga habitual. “La gente que sabía del paro se quedó en su casa y no vino a Capital”, aventuró una señora de sandalias a otra de botas texanas, de su misma edad, mientras caminaban por una avenida céntrica. A su lado, los autos estacionaban, con permiso del gobierno porteño, contra el cordón.

Informe: Luis Paz.

Nota madre

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