Dom 27.06.2004
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LA RECONVERSIóN DE LA EX EMPRESA DE CERáMICOS ZANON

Escuela de producción

“Fábrica sin patrones” es la cooperativa que surgió de Zanon. El economista Pablo Levín asesora a los trabajadores en esa experiencia.

Por Veronica Gago

Los trabajadores de la ex empresa de cerámicos Zanon, que ocuparon la planta hace dos años y medio, acaban de constituirse como cooperativa de trabajo con un fallo judicial que les concede la tenencia precaria de las instalaciones. Esta figura legal les permitirá una facturación propia y desarrollar relaciones comerciales más amplias. Fasinpat –siglas de “Fábrica sin patrones”– es el nombre de la cooperativa. “Es un momento para ir a fondo en nuestro proyecto de producción”, sintetizó Juan Orellana, trabajador de la ex Zanon. Con este objetivo, los trabajadores se están reuniendo periódicamente con el economista Pablo Levín, de la Universidad de Buenos Aires, junto a quien están a punto de lanzar la red GUIA –Grupos Universitarios Interdisciplinarios de Apoyo–, que consistirá en una serie de convenios con varias universidades comprometidas a dar apoyo técnico y docente de alto nivel. El primer convenio ya ha sido formalizado con la Universidad del Comahue.
“La implantación de un sistema de planificación en este momento significa que se abre una nueva etapa en la gestión de los trabajadores sin patrón. Hasta ahora ellos estuvieron defendiendo sus puestos de trabajo y respondiendo a agresiones, apremiados por mantener a flote una empresa en condiciones extremadamente precarias”, explicó Levín. La elaboración de un plan de metas apunta a elevar el nivel de facturación para poder financiar su crecimiento. Al mismo tiempo, proyecta convertir la fábrica bajo control obrero en una escuela de producción, entendiendo que ésta no es solamente una escuela técnica, para lo cual se está construyendo una red GUIA. El pasaje a la planificación obrera parece sustentarse en dos pilares: la apropiación y el desarrollo de las propias capacidades productivas de los trabajadores y la democracia interna. Levín destaca: “Una asamblea que no decide sobre metas pautadas en un organigrama de ejecución, donde las actividades individuales estén perfectamente planificadas, puede discutir y conferir mandatos vinculantes y revocables pero esos mandatos son abstractos. De manera que el plan es la concreción del compromiso alrededor del cual gira la democracia. El plan involucra a todos los participantes con responsabilidades concretas”. La necesidad de aumentar la productividad de la fábrica –que inicialmente los trabajadores pusieron en marcha al 3% de su capacidad y hoy alcanza al 30%, con 400 trabajadores divididos en tres turnos– se debe, en buena medida, al período de obsolescencia de su maquinaria. Para el caso de la ex Zanon ese lapso es de cinco años. “Para mi asombro –confiesa Levín–, la industria cerámica sufre un proceso de maduración muy intenso y está en la frontera tecnológica caliente que cruza un espectro sectorial amplio de industrias. Hasta hace poco pensaba equivocadamente que por tratarse de una industria milenaria tendría que estar bastante separada del cambio científico-tecnológico intenso. Me imaginaba una industria tradicional, repetitiva, considerando que nuestros más remotos antepasados ya hacían cerámica y básicamente el proceso es el mismo. Absolutamente falso.” De hecho, la tecnología cerámica está hoy en el borde de fronteras tecnológicas importantes como, por ejemplo, las tecnologías avanzadas de transporte sobre colchón magnético y la aplicación de nuevos materiales con propiedades diversas.
Una pregunta no poco habitual es cómo es posible el funcionamiento de una fábrica bajo control obrero en medio de una sociedad capitalista. Para Levín, la experiencia de la ex Zanon “plantea la posibilidad de que los trabajadores del presente repitan un aspecto esencial de la revolución burguesa del pasado. En efecto, cuando la burguesía realizó sus grandes revoluciones políticas en los siglos XVII y XVIII, ya venía creando (desde varios siglos antes) su propia economía. Del mismo modo, los trabajadores que inician el control obrero de la producción están creando una forma de gestión colectiva y democrática que se encuentra en estado incipiente: ya hay un sector de trabajadores que sabe hacerlo, y a través de ellos la clase trabajadora se puede demostrar a sí misma y al mundo que está en condiciones de hacer lo que antes hacía bajo la dirección de la patronal”. Desde el inicio de la toma de la fábrica hasta el momento, los trabajadores de Zanon han reformulado la producción. Han lanzado líneas de cerámicos de precios populares, han asumido la comercialización y distribución de lo producido, han instalado un puesto de venta directa en la entrada de la fábrica y han destacado a un grupo de operarios calificados para la venta en el mercado interno.
El desafío actual es extenderse al mercado internacional. Desde que asumieron el control de la planta –comentó Orellana– no ha habido ningún accidente de trabajo, mientras que la gestión anterior contabilizaba un muerto por año. Las líneas de producción han sido calibradas al ritmo de trabajo que los obreros han convenido como más seguro a la vez que se han reforzado las medidas de higiene y cuidado.

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