Dom 08.08.2004
cash

EL CRECIMIENTO DE LA ECONOMIA SOCIAL

Virtudes y defectos

Mecanismos defensivos de la crisis han permitido el desarrollo de la economía social. Riesgos de que se transforme en una forma más de flexibilización laboral.

Por Veronica Gago

La economía social, en sus diferentes expresiones, tomó visibilidad pública tras la crisis de diciembre de 2001. Algunos de los ejes más debatidos a la hora de hablar sobre economía social es su definición misma: si no se trata de un fenómeno “degradado” de la economía ni de una simple economía informal, ¿en qué consiste? ¿Existe el riesgo de que se convierta en un modo de flexibilización generalizado? Al respecto, Cash dialogó con José Luis Coraggio, investigador y director de la Maestría de Economía Social de la Universidad de General Sarmiento que acaba de publicar el libro De la emergencia a la estrategia.
¿Cómo se define actualmente la economía social?
–Hay que distinguirla de lo que es la economía popular actual, que no es todavía economía social, sino todas las formas de producción y organización del trabajo, de rebusques más o menos formales, fuera del sistema de economía empresarial capitalista y fuera del empleo público. Sabemos que en esta economía popular está más de la mitad de la Población Económicamente Activa. Es el sector más igualitario en la distribución del ingreso, entre otras cosas porque no se genera mucho excedente. Sabemos que tiene una enorme variedad de actividades, pero que predominan los servicios, porque es lo que menos inversión requiere y que está muy atomizado. Pero esta economía popular puede no ser nada solidaria. Es más, puede ser salvaje. Toda economía es social en el sentido de que toda economía genera una sociedad, pero la economía social tiene un sentido distinto de esa otra economía orientada por la acumulación y la ganancia.
¿En qué consiste ese otro sentido?
–Una economía social es una economía que cuida las relaciones sociales, que no tiene como objetivo que unos pocos se enriquezcan, sino que haya una mayor discusión sobre la propiedad, mayor igualdad en la distribución de los ingresos, que las relaciones de trabajo sean distintas. Eso tiene un correlato histórico claro en lo que fue el sistema cooperativo. Aquí se abre un interrogante más: estas cooperativas que son solidarias internamente, cuando van al mercado las fuerzan a competir con las grandes empresas. Es el caso de la gente que produce artesanalmente dulces y los vende en supermercados. Ahí está el riesgo de que se metan dentro de la cooperativa los valores y criterios de la otra economía, porque, por ejemplo, tenés que bajar los costos, por lo tanto no podés pagar salarios decentes o tenés que introducir maquinaria para producir un producto homogéneo. Esta es una problemática histórica y lo que se está empezando a plantear. Por la masividad de la exclusión y la necesidad de reorganizar el conjunto de la economía es que tenemos que ir a una solidaridad mucho más amplia, donde los emprendimientos sociales sean solidarios entre sí en vez de competir entre sí.
¿Cómo se logra este tipo de relación?
–El fenómeno de que muchos emprendimientos se pusieron a producir pan y no todos pueden venderlo —además de que arruinan al panadero de barrio, que no es un enemigo sino que es alguien de los sectores populares medios— indica que cada uno por su lado no puede ver dónde se ubica, sino que hay que empezar a ver el conjunto. La mejor prueba de esto es ver cómo funcionaban al comienzo las redes de trueque, donde se armaban grupos que no existían previamente con gente con capacidades que el mercado no reconoce, pero que se juntan a producir las cosas que necesitan e intercambian. Es una solidaridad por necesidad.
¿Cuál es el riesgo de que bajo el nombre de economía social se hable de nuevos modos de flexibilización o una baja de salarios por equiparación con planes sociales?
–Hay empresarios argentinos que dicen que los 150 pesos de los planes los dejan sin trabajadores. Por ejemplo, me han dicho: “Yo tengo una explotación en Bariloche y cuando llega el momento de la cosecha no encuentro gente”. Yo les pregunto si se dan cuenta del tipo de trabajo que ofrecen: de duración de dos meses, a 200 pesos. ¡Es lógico que no consigan mano de obra! ¡El empresariado argentino ofrece una forma de explotación en la cual el piso de 150 pesos se vuelve una molestia! Es cierto que se han usado instituciones de la economía social para beneficio de empresas privadas. En las cooperativas de trabajo es un mecanismo usual para liquidar derechos laborales: las empresas echan a los obreros y les tercerizan ciertas tareas —como limpieza, mantenimiento de máquinas— si se constituyen en cooperativa. Es decir, hay muchas cooperativas de trabajo truchas.

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