Por Fernando Krakowiak
La decisión del Gobierno de rechazar las exigencias del FMI sin romper relaciones ha generado una situación inédita. Para ganar “independencia económica” se anunció que se le pagará al organismo todos los vencimientos de aquí a fin de año, convirtiendo al prestamista de última instancia en un acreedor superprivilegiado. Algunos analistas afirman que para pagar la deuda con los organismos multilaterales la independencia económica se verá restringida de hecho. En los próximos tres años, los vencimientos de capital e intereses con el FMI, el Banco Mundial y el BID suman la friolera de 17.117 millones de dólares. Según la información oficial, en el 2005 vencen 6365 millones, en el 2006 se deberían pagar 6020 millones y en el 2007 otros 4732 millones. Por lo tanto, para pagar, el Gobierno debería elevar el superávit primario en los próximos tres años por encima del 4 por ciento, tal como reclama el FMI, sin contar los vencimientos de la deuda contraída después del default y los intereses de los bonos que surjan de la reestructuración en curso. La inclusión del BID y el Banco Mundial en el cálculo resulta inevitable, pues desde la crisis de la deuda, ocurrida en los ‘80, no dan un paso sin preguntarle al Fondo. Lo cual hace suponer que no refinanciarán sus deudas sin un acuerdo con ese organismo financiero. En este contexto, los economistas más críticos señalan que el costo de la “independencia” tendría el mismo efecto que el provocado con las recetas ortodoxas. En la city coinciden al afirmar que el presidente Néstor Kirchner y su ministro Roberto Lavagna más temprano que tarde volverán a definir un nuevo acuerdo con el FMI, a no ser que decidan patear el tablero y entrar en default con el organismo. Otros expertos sostienen que la jugada del Gobierno apunta a presionar al Fondo para hacerlo retroceder, dejando en evidencia sus excesivas pretensiones para un país que recién está saliendo de la crisis. Y también para romper con la alianza FMI-acreedores defolteados. Para analizar esos u otros posibles escenarios, Cash consultó a diez reconocidos economistas de diversas vertientes ideológicas.
Roberto Frenkel
economista Cedes
“Pagar es lo correcto”
“Con una situación fiscal y externa como la que tiene la Argentina
y habiendo aprobado en parte compromisos para las provincias, como la Ley de
Responsabilidad Fiscal, no dar waivers para las otras condiciones es poco habitual,
particularmente si se considera que el FMI tiene una responsabilidad compartida
con la situación. No se le está pidiendo dinero fresco ni que
deje de cobrar algo sino refinanciar los vencimientos de capital. Es lo mínimo
que se le puede dar a un país que está saliendo de una crisis.
El Fondo está para ayudar a los países que tienen problemas, no
para reducir su exposición y salir corriendo. La dureza es sorprendente
y uno no puede dejar de asociarla con la negativa a avalar la propuesta de reestructuración
de la deuda. Por eso el Gobierno decidió postergar la discusión
con el Fondo hasta después de ver la adhesión que logra su propuesta.
La decisión de pagarle al organismo es correcta porque si interrumpiera
los pagos abruptamente desafiaría a todo el sistema internacional y sería
más difícil defendernos. Si los porcentajes de adhesión
a la propuesta de deuda son aceptables, los argumentos del Fondo para pedir
más superávit desaparecerán. Si eso no ocurre, la situación
será más compleja, pero no contribuye a la tranquilidad de espíritu
decir qué va a pasar si el tigre se nos viene encima.”
Ruben Lo Vuolo
director de Ciepp
“También hacer una quita”
“La decisión de pagarle al Fondo sin aceptar sus condicionamientos
me parece una medida de transición correcta, pero no puede ser vista
como una estrategia de largo plazo porque financieramente va a ser muy difícil
sostenerla. Para que el rechazo a las exigencias forme parte de una estrategia
sustentable, se lo debería complementar con la inclusión de los
organismos multilaterales en la quita de la deuda. El Ministerio de Economía
dio un paso importante el difundir el documento donde se detallan algunos de
los errores que el Fondo le hizo cometer al país, pero no es consistente
sostener ese discurso al mismo tiempo que se mantiene al organismo como acreedor
privilegiado. Un default con el Fondo no generaría problemas graves desde
el punto de vista económico, pues las inversiones dependerán de
la capacidad para favorecer negocios rentables en los espacios productivos.
El mayor desafío será generar una política pública
que no dependa de la asistencia crediticia y técnica de los organismos
multilaterales, como ha sido hasta ahora. Si el rechazo de las condicionalidades,
en cambio, sólo apunta a presionar al organismo con la amenaza del default
para lograr la aprobación del acuerdo, me parece una apuesta arriesgada
porque el Fondo ha dado repetidas muestras de su escasa autocrítica.
No se debería jugar a las amenazas sino tener la ruptura con el Fondo
como un escenario posible.”
Miguel Bein
ex secretario de Programación Económica
“La situación es ridícula”
“Resulta insólito que un país quebrado y en default aparezca
auxiliando financieramente al prestamista internacional de última instancia.
Es una situación ridícula. Desde el punto de vista del Fondo es
grotesco que continúe con esas exigencias, pero desde el punto de vista
argentino lo más inteligente es pagar y desmontar la presión que
los acreedores privados ejercen sobre el Fondo para que éste le pida
a la Argentina que mejore la oferta. Ahora los acreedores privados se van a
encontrar en una situación en la que ellos no cobran y el Fondo cobra.
Por lo tanto, van a tener un interés muy fuerte en que el Fondo le renueve
el crédito a la Argentina para que el superávit fiscal no se utilice
para pagarles a los multilaterales. El segundo objetivo es mostrarle al Fondo
que la Argentina, aun sin el acuerdo, pudo progresar en la salida del default.
Si la cuerda llegara a tensarse y la Argentina tiene que seguir sin acuerdo
con el Fondo y pagando, los números no dan. No se podría sostener
porque sólo al FMI habría que pagarle cerca de 4500 millones de
dólares el año próximo. Ese es un número que no
está en los cálculos de nadie. Creo que la Argentina va a llegar
a un acuerdo con el Fondo entre enero y febrero del año que viene sobre
un programa de largo plazo que incluya dinero fresco del Fondo para mejorar
la oferta a los ahorristas privados.”
Miguel Kiguel
ex subsecretario de Financiamiento
“Esa estrategia no es sostenible”
“La estrategia del Gobierno de posponer la negociación con el FMI
hasta el año que viene mientras se paga es viable, pero no es sostenible
en el tiempo. Los que más se perjudican con esta posición son
los acreedores privados, porque ellos imaginaban que podía haber plata
fresca para dar un endulzante. Si llegamos a fin de año y la reestructuración
de la deuda no genera los porcentajes de adhesión que espera el Gobierno,
habrá que barajar y dar de nuevo. Se buscará algún mecanismo
para ver cómo se puede retocar la oferta para generar mayor adhesión
y habrá que diseñar un nuevo programa con el Fondo con metas monetarias,
fiscales y estructurales que sean cumplibles. Yo creo que los dos van a tener
que ceder en algo y está en el espíritu de ambos buscar entendimientos.
Si la Argentina llega a entrar en default con los multilaterales, vamos a estar
mejor en términos de flujos de transferencia al exterior porque se va
a transferir menos plata, pero sería negativo en cuanto a inversión,
podríamos tener salida de capitales e inestabilidad financiera. El clima
de negocios se va a enrarecer muchísimo. No hay ningún país
de ingresos medio que esté en default con los multilaterales. El Fondo
no quiere que la Argentina entre en default y va a hacer lo imposible para mantener
un programa.”
Aldo Abram
consultor de la city
“Se hace el gallito”
“El Gobierno se ha metido en un problema con el Fondo que no tiene solución
en el corto plazo. Existen metas cualitativas que se han incumplido como la
ley de coparticipación federal, la consultoría a la banca pública
y la instrumentación de la compensación a los bancos, que está
mal hecha. Además, en el Fondo no hay predisposición para darle
un waiver a la Argentina porque no están de acuerdo con la estrategia
de imposición del Gobierno en la reestructuración de la deuda.
El Fondo considera que se debe negociar con los acreedores, lo cual no se ha
hecho. Entonces es lógico que se demore la aprobación de las metas.
En respuesta, el Gobierno ha decidido demostrarle al Fondo que puede hacer una
reestructuración exitosa para luego conseguir que se aprueben las revisiones.
Mientras tanto no queda más remedio de pagar. El problema es que, cuando
te hacés el gallito diciendo que tenés razón y no la tenés,
las consecuencias son peores. El Fondo va a exigir un acuerdo mucho más
duro. Si en esa instancia la Argentina radicaliza su posición y decide
dejar de pagar la desaceleración de la economía que se está
observando, ahora tendería a volverse estancamiento y podríamos
encontrarnos frente al inicio de recesión porque, total, en un país
en cesación de pagos nadie invierte.”
Miguel Angel Broda
consultor de la city
“Negociarán en marzo”
“Como consecuencia de la postergación de la tercera revisión
del acuerdo con el FMI, el Gobierno tomó la decisión de ‘suspender’
las relaciones con el organismo. No me parece que la discusión sea en
función del superávit primario del año que viene porque
la Argentina, ya en la reestructuración de la deuda, anuncia que va a
tener un superávit primario superior al 3 por ciento. Las discrepancias
surgen en torno a las reformas estructurales, que el Fondo considera cruciales
para tener crecimiento sostenido y sostenibilidad fiscal, mientras que para
el Gobierno no son un objetivo primario. Otra diferencia es en torno a los niveles
de deuda que la Argentina debería cancelar con el FMI en los próximos
años. El programa de reestructuración supone una renovación
del capital hasta el 2014, y ahí hay diferencias. Eso no significa que
el país le vaya a pagar al Fondo indefinidamente. La estrategia es volverse
a sentar en marzo para hacer un nuevo acuerdo o reflotar el actual. Las diferencias
con relación a las reformas estructurales van a subsistir, pero puede
ser que en marzo aparezca el apoyo político que esta vez estuvo ausente,
y se pueda acordar. Es cierto que mucha gente estaría muy contenta de
no firmar un acuerdo con el Fondo, pero le debemos 15 mil millones y luce muy
difícil poder cancelarlos en un plazo perentorio.”
Daniel Artana
economista FIEL
“Se están quemando las naves”
“La estrategia de pedir una impasse y pagar es preferible a la estrategia
de hacer una impasse y entrar en default. El Gobierno juega sus cartas a arreglar
con los acreedores privados, pero la propia jugada le baja las chances de arreglar.
La propuesta de reestructuración con los privados supone que el FMI le
va a renovar vencimientos de capital durante diez años. Ese supuesto
no estaba garantizado antes, pero un acuerdo por tres años era mejor
argumento que una impasse. Lo ideal hubiera sido que el Fondo aprobara la revisión
de junio, pero no es correcto decir que nos corrieron el arco otra vez porque
el Gobierno se había comprometido a realizar la auditoría a los
bancos oficiales, renegociar los contratos de servicios públicos y sancionar
la ley de coparticipación, pero no cumplió. Si consigue una adhesión
razonable de los privados a la propuesta de la deuda, la discusión con
el Fondo se va a simplificar; pero si eso no ocurre, en diciembre el Fondo va
a exigir un mayor superávit primario. El Gobierno está quemando
las naves porque ahora les puede pagar a los multilaterales sin aceptar las
condicionalidades, pero si el año que viene no consigue una renovación
la plata no va a alcanzar, y entrar en default con los multilaterales no conviene.”
Jorge Schvarzer
economista Plan Fénix
“Es una jugada original”
“La decisión de seguir pagándole al FMI al mismo tiempo que
el Gobierno se desentiende de sus presiones me parece una jugada original. Es
terrible tener que rendir examen cada tres meses sobre variables cualitativas
o sobre cuestiones que el Gobierno no controla de modo directo. Le han puesto
fecha límite para una ley de coparticipación. Además, le
exigen una actitud amigable con los acreedores que es difícil de definir.
El Fondo tiene una tradición de soberbia y omnipotencia espectacular
porque, en lugar de reconocer que con la Argentina se ha equivocado, lo que
hace es exigirle cada vez más. Actúa de manera hipócrita
porque tiene un discurso a favor de los acreedores, pero se preocupa por cobrar
primero lo máximo posible. Está claro que el Gobierno no está
planteando seguir pagándole al Fondo durante el resto de su historia
sin negociar, pero la decisión tomada reduce la presión en un
momento crucial de negociación de la deuda con los acreedores privados.
Además, en noviembre hay elecciones en Estados Unidos y para fin de año
puede llegar a haber un nuevo secretario del Tesoro norteamericano. El Gobierno
debe plantear la negociación con los países accionistas del Fondo
porque son éstos los que terminarán tomando las decisiones y no
el staff del organismo.”
Jorge Carrera
economista jefe del IEFE
“Escarceos para la tribuna”
“El Gobierno argentino, los bonistas y el Fondo están moviendo piezas
hacia una especie de momento culminante del proceso de renegociación
de la deuda. La estrategia general del Gobierno está muy bien. Lavagna
juega a aumentar la presión sobre el Fondo. Lo hizo a partir de una aguda
crítica a la autocrítica del organismo y tirando la idea de que
la tercera revisión no es importante en términos de la negociación
con los acreedores privados. Además está poniendo en evidencia
que los bonistas van a recibir poco porque el Fondo recibe todo y es tratado
de modo especial. Es muy inteligente la idea de quitarle dramatismo al hecho
de que el Fondo nos quiera presionar con la no revisión, pero al mismo
tiempo lo que está haciendo el Gobierno es evitar romper los puentes.
Hace una movida intensa y ahora espera que el FMI muestre más cartas.
El Gobierno sabe que lo que viene en las otras revisiones es condicionar un
superávit fiscal más alto y un dólar más bajo, pero
no creo que la disputa llegue a mayores. Haya o no acuerdo con los acreedores,
el Fondo va a evitar que el país se libere demasiado. Para la Argentina
tampoco es fácil porque hay una serie de vencimientos que implican mucho
dinero. Hasta ahora vemos escarceos hacia la tribuna en una negociación
que se ha convertido en mediática.”
Saul Keifman
economista de la UBA
“Es un compás de espera”
“La nueva estrategia del Gobierno pareciera estar considerando la posibilidad
de que no haya una cantidad significativa de acreedores privados que acepten
en lo inmediato la propuesta de reestructuración de la deuda. Si esto
es así, no hay posibilidad de acordar con el Fondo pues, más allá
de los reclamos de reformas estructurales, la aprobación de la tercera
revisión parecía depender de una mejora en la oferta a los acreedores.
Al ver esta situación, el Gobierno pudo haber decidido utilizar el superávit
fiscal para pagar la deuda con los organismos multilaterales. El problema de
esta estrategia es que implicaría un aumento de los pagos en lugar de
una disminución, porque la proyección incluida en la propuesta
formulada en Buenos Aires suponía pagos de 4 mil millones de dólares
por año y a los organismos financieros se les debería pagar más
de 6 mil millones sólo el año próximo. Esta política
puede tener el atractivo de liberarnos de la condicionalidad macroeconómica
del Fondo, pero supone un esfuerzo fiscal mayor para cancelar los vencimientos,
tal como pedía el FMI inicialmente. Esta contradicción me hace
pensar que tal vez no estemos frente a un cambio de estrategia sino en un compás
de espera para ver si cambia el escenario político internacional, sobre
todo esperando las elecciones en Estados Unidos.”
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