DESALENTADOR RESULTADO DEL EXPERIMENTO DE ECUADOR
Espejo para mirar
Estudioso del caso ecuatoriano, el economista Alberto Acosta dispara contra cada uno de los supuestos “éxitos” de la dolarización en ese país.
Por Alberto Acosta *
Ecuador, el país más pequeño de la región andina y con una población de 12 millones de habitantes, concluyó el siglo XX con una crisis sin precedentes. Y empezó el siglo XXI liderando el crecimiento económico en América Latina. ¿Es éste un motivo de regocijo o de preocupación? Frente a esta pregunta nada mejor que el análisis de algunos datos, recordando que la dolarización fue presentada no sólo como la única alternativa existente, sino como la gran solución para resolver los males de la economía ecuatoriana. Con la dolarización plena de su economía, el 9 de enero del 2000, fue el primer país de América Latina que sacrificó oficialmente su moneda nacional e impuso una moneda extranjera como de curso legal completo. Y se incorporó a la lista de 26 colonias o territorios que hasta entonces utilizaban una moneda extranjera en todo el mundo, 11 de ellos el dólar norteamericano. A esta lista habría que agregar a El Salvador y Timor Oriental desde el año 2001, y en camino están Guatemala y Afganistán.
Para poder realizar una evaluación de los dos años de dolarización conviene recordar los ofrecimientos que justificaron el sacrificio de la moneda nacional, el sucre. Quienes plantearon la dolarización, sobre todo los miembros del Foro Económico, algunos de cuyos integrantes, encabezados por Carlos Julio Emanuel, se encuentran al frente del Ministerio de Economía, ofrecían, entre otras maravillas: “una baja inmediata de las tasas de interés, de la inflación y la entrada de capitales foráneos, dando paso a la reactivación inmediata de los sectores productivos” (diario El Universo, Guayaquil, 7/1/2000).
¿Cayó inmediatamente la inflación? No. En promedio anual, ésta pasó de 52% en 1999 a 97% en el 2000, antes de declinar lentamente a un 40% en el 2001, alcanzando en diciembre pasado recién un 22,5% ¡en dólares¡, la inflación más alta de América Latina. Ni la relativa calma conseguida por la ausencia de la devaluación se refleja en una sustantiva caída de las tasas de interés en dólares, que superan el nivel inflacionario y aún el 80% para compras a plazos en establecimientos comerciales privados.
¿Se reactivó de inmediato el aparato productivo? Tampoco. Fue falsa la propaganda que aseguraba que la medida es tan poderosa que por sí sola comienza a hacer girar las ruedas de la reactivación económica. En el 2000, luego del bajón en 1999, la economía apenas frenó su caída.
Los partidarios de la dolarización sugieren que esta recuperación es una prueba de la eficacia de esta decisión. Absurdo. Toda recesión finalmente termina, sobre todo si tiene recursos foráneos que ayudan a superarla. Con la dolarización, al igual que con la convertibilidad en la Argentina, el dilema es inexcusable: la economía funciona mientras entran capitales externos en abundancia o, en caso contrario, se tiene que ajustar por la vía de la recesión, pero esa no es por ahora la situación ecuatoriana. Lo que interesa averiguar ahora es de dónde han salido los dólares para esta recuperación por lo demás desequilibrada. En el 2001 la economía se apuntaló con las remesas de los emigrantes, con más de 1450 millones de dólares (superiores a las inversiones petroleras), y con el monto de recursos demandados por la construcción del nuevo oleoducto, así como con los ingresos generados por las ventas de petróleo en el mercado mundial hasta antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre, que provocaron una drástica caída del precio del crudo. Ya en el 2000 las remesas de los emigrantes por 1330 millones de dólares, superiores a las exportaciones sumadas de banano, camarón, café, cacao y atún (equivalentes al 20% del consumo nacional), habían salvado la dolarización, al igual que los altos precios del crudo.
Ya casa adentro, el consumo también se ha nutrido del descongelamiento de los depósitos bancarios (el “corralito” ecuatoriano se gestó, con tecnología argentina –made in Fundación Mediterránea– en marzo de 1999 y todavía no ha sido totalmente desmantelado). Muchos de los clientes de los bancos, atemorizados por la experiencia del feriado bancario y elcongelamiento de sus depósitos, ha preferido destinar los recursos que se van liberando paulatinamente al consumo de bienes o a la construcción.
Este convalecimiento de la economía ecuatoriana ha venido acompañado con una reducción de los índices de desempleo y subempleo, pero no por efecto de un incremento de la actividad productiva que pudiera haber creado muchos nuevos puestos de trabajo, sino especialmente por la corriente indetenible de emigrantes. Recuérdese que más de 500 mil personas (más de un 10% de la Población Económicamente Activa), han huido del país. Así, en la actualidad, casi el 80% de la población económicamente activa está en situaciones laborales precarias o desempleada: el subempleo afecta a cerca de un 60% de la PEA, el desempleo abierto a un 9% y más de un 10% se encuentra fuera del país. Las condiciones salariales con la dolarización no han mejorado, al menos si se compara con la situación al inicio del gobierno de Jamil Mahuad, el dolarizador, que se inició en agosto de 1998. El salario básico unificado, con 128,8 dólares mensuales, cubre menos de un 42% de la canasta básica familiar, que bordea los 310 dólares.
* Economista.
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