LA LEY DE QUIEBRAS Y LA RELACION DE EMPRESAS CON SUS ACREEDORES
“Así no se puede hacer rescates”
La convocatoria de empresas junto a la devaluación de activos brinda la oportunidad a los cazadores de gangas. Luis Dubiski, de Deloitte, afirma que con las actuales reglas de juego habrá pocos interesados.
Por Cledis Candelaresi
Luis Dubiski es uno de los socios de Deloitte & Touche Corporate Finance, consultora que audita y asesora a empresas. En diálogo con Cash, el partner local de esa firma internacional explica por qué el crawn down o capitalización forzosa, figura que el nuevo proyecto de Ley de Quiebras pretende restituir, no necesariamente conduce a una toma masiva de firmas en deudas por parte de sus acreedores, que cobrarían sus préstamos con acciones.
¿El crawn down puede promover una desnacionalización masiva?
–Eso es totalmente falso. Según prevé el proyecto de ley, el crawn down se habilita cuando se acaba el período de exclusividad, es decir, cuando los dueños ya no pueden administrar porque nadie los acepta. Técnicamente la empresa está quebrada y debería ir a liquidación. Pero antes de que eso ocurra, el juez abre un registro en el que se puede anotar cualquiera: no sólo acreedores sino también un tercero.
¿Pero los acreedores no tienen un privilegio respecto de terceros?
–No. Se puede presentar cualquiera. La contra es que el proceso para entrar en crawn down es tan corto, que en realidad sólo puede ofertar quien ya conozca bien a la compañía endeudada: los proveedores, un competidor del rubro o, en algunos casos, ex dueños o socios.
¿Quiere decir que no habría una toma masiva de empresas de parte de sus acreedores porque el juego se abrirá a terceros?
–No quiero eludir la respuesta, pero yo invertiría la pregunta. Si no hay capital, dinero fresco, ¿qué posibilidades tiene una empresa de sobrevivir? Y cada empresa que quiebra es menos mano de obra, menos consumidores y menos impuestos. Yo no digo que la capitalización forzosa sea la solución. Pero en situaciones críticas no hay que descartar nada.
¿Por qué cree que el Fondo Monetario impulsa el crawn down?
–El gran corralón colapsó el sistema financiero. Y la Ley de Quiebras sepultó el crédito en la Argentina. El Fondo no sólo objeta el crawn down sino la esencia de la ley, que suprime todos los mecanismos que tienen a mano los acreedores para cobrar: no puede ejecutar y, si debiera esperar 180 días, corre el riesgo de que la empresa para entonces ya no exista.
Nadie querrá dar crédito sin la garantía de que después puede cobrar. Y una economía no puede funcionar sin crédito.
¿Ustedes le sugerirían a una empresa en situación complicada que admitan la capitalización forzosa como estrategia para sobrevivir?
–Las situaciones en las compañías no son todas iguales. Y las causas de deterioro suelen ser tres: que la empresa tenga pérdidas recurrentes, con lo cual es un problema de management, que esté abusivamente endeudada, o que los dueños retiren más que lo que ganan, algo que se da mucho en empresas familiares. Según las estadísticas de Estados Unidos, el 88 por ciento de las empresas que quiebran lo hacen por mal gerenciamiento. El grueso de ellas son empresas menores de cinco años, cuya incapacidad es producto de la inexperiencia. Hoy hay mucho management en Argentina que no tiene experiencia ni en crisis ni en situaciones inflacionarias. Resulta muy difícil explicarle a un extranjero la situación de Argentina.
¿A los bancos les atrae la posibilidad de hacerse de las empresas deudoras?
–A los bancos siempre les gustó estar en el negocio financiero, que es el que más conocen y en el que siempre les ha ido bien y ganan plata. Si la única manera de cobrarse es gerenciar una empresa, bien. Pero, en general, no es lo que quieren hacer los bancos.
¿Qué puede hacer el Estado para auxiliar a las empresas que están en default y no pudieron pagar sus obligaciones externas en dólares?
–Lo más importante no es el daño ya causado. Lo que se necesita es un plan de reactivación. No hay un marco macro ni una política definida hacia donde va nuestra economía. Así nadie puede hacer un plan de rescate de empresa ni de inversión.
Hay quienes opinan que la deuda de las privatizadas es desmesurada si se consideran las divisas que giraron al exterior en concepto de utilidades.
–Más que pensar hacia atrás hay que pensar hacia adelante. Mientras no exista un plan, un rumbo, y se piense sólo en cobrar impuestos, no hay buenas perspectivas. La competitividad no sólo está dada por el tipo de cambio sino también por otros factores. La exportación sólo representa el 15 por ciento del total; el resto depende del mercado interno.
El Estado está concursado, como muchas empresas.
–Pero en el caso de las empresas, la gente llora y no aplaude ni festeja como festejó el Congreso el default.
¿El concurso de empresas locales no suele ser utilizado sólo para conseguir una prerrogativa que de otro modo no podría?
–Sí. Pero cuando el concurso sólo prolonga la agonía, la empresa termina en quiebra. Hay empresas que entran tarde, como Argentina, que está quebrada y debería haber entrado antes en concurso. Cuando uno convalida tasas muy altas, es porque no las piensa pagar.
¿Cuál es el panorama empresario en el corto y mediano plazo?
–Estos próximos meses son de supervivencia. De mantener y conservar. Quienes lo consigan pueden estar bien paradas en el futuro. Claro que en la crisis siempre hay oportunidades. Muchos activos caen y muchos usarán la vieja receta de comprar cuando está bajo y vender luego.
¿Es cierto que hay empresas brasileñas interesadas en esa compra?
–Yo creo que primero entrarán a tallar los jugadores locales. Cuando vienen los extranjeros aquí, hay que explicarles situaciones y mecánicas que soy muy difíciles de comprender. Un empresario local, con gran experiencia, o algún otro latino, cuyo país se mueve en crisis similares, serán los primeros. Hasta que el país no se estabilice, no se ordene, veo muy difícil que haya interés de un accionista extranjero.
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