Dom 12.12.2004
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EL BOOM DEL VINO FINO Y EL DESARROLLO DE LAS BODEGAS BOUTIQUE

“Tenemos muy buenos viñedos”

La reconversión del sector vitivinícola de los ’90 provocó una fuerte expansión de la producción de vinos de alta gama.

Por Veronica Gago

El boom actual del vino fino tiene una historia de reconversión del sector. Argentina se caracterizaba por producir vinos baratos –conocidos como vino de mesa– para consumo interno, lo cual requería un nivel de inversión muy bajo. Durante la década del ’90, la ola de inversiones que recibió el sector hizo girar el rumbo: más del 50 por ciento de la superficie cultivada pasó a ser para la producción de vinos finos. Debido a esta situación, muchos con experiencia en el sector han apostado a dejar de ser sólo productores de uva para grandes bodegas para lanzarse a producir una marca propia. Daniel Poodts está a cargo comercialmente de esa reconversión en las Bodegas Lariviere Yturbe, cuyas 70 hectáreas de viñedos abastecieron durante más de 25 años a las principales marcas del país y hace un año lanzaron su propia línea de vinos.
¿Dirigen los productos sólo al mercado interno?
–Nos especializamos en vinos de corte –de combinación de uvas–, porque creemos que en ellos se nota mucho la mano del enólogo y, como somos una bodega chica, esto nos permite tomar un nicho no tan disputado. Lo ideal es hacer cabecera de playa en el mercado doméstico para luego dedicarse a la exportación. Hoy sólo exportamos en pequeña escala por contactos específicos, pero sabemos que para exportar necesitamos varias cosas.
¿Cuáles son esas exigencias?
–Primero, asegurar que todas las partidas sean ciento por ciento de buena calidad porque ya hay varias historias argentinas de que los primeros envíos son una cosa y luego otra diferente. Para el mercado interno también se cuida la calidad, pero el externo es más exigente aún debido a la competencia internacional. Además, exportar es caro porque necesitás conseguir medallas, lo que implica participar en concursos que no son para nada baratos. Se necesita algún premio para que por lo menos se fijen en tu marca. También es un requisito participar en ferias internacionales para que te conozcan, te empiecen a probar y se empiece a desarrollar la cadena de distribución. También supone tener un gerente de exportación permanentemente de viaje y manteniendo contactos.
¿Existe la “marca argentina” en vinos?
–Recién ahora está empezando a ser considerada y es fundamental para las posibilidades de exportación porque, por ejemplo, es increíble que en cualquier lugar del mundo es más fácil encontrar vino chileno que argentino a pesar del volumen y la calidad de nuestra producción. Eso se debe a que los chilenos antes que nada hicieron el marketing de Chile y después salieron a competir en cada rubro, aunque siempre en conjunto: el grupo de horticultores, el de vitivinicultores. Y recién luego competían cada uno por su lado. Acá, en cambio, cada bodega salió por la suya, a alguna le salió bien y a muchas no. Creo que con la campaña promocional que se supone que va a lanzar el Gobierno ayudará a promover el país para que después cada uno de los sectores exportadores podamos lanzarnos.
¿Cuál es el nivel de reconversión tecnológica en el sector?
–Creo que quien no aprovechó el 1 a 1 hoy está en una situación complicada. Tomemos un ejemplo fundamental como son las mallas antigranizo. Quien las pudo comprar durante la convertibilidad está fantástico, si las tiene que comprar hoy es sumamente costoso. Creo que es un ciclo característico: queremos que haya devaluación para poder exportar, pero cuando existe un dólar barato en vez de comprar maquinarias que ayuden a volver a producir empezamos a importar juguetes y todo ese tipo de cosas que en nada ayudan a industrializar el país.
¿Hay actualmente posibilidades de crédito?
–Existen, pero no son fáciles de conseguir y las tasas de interés son altas. Creo que la diferencia de las posibilidades argentinas con respecto a otros países como Australia y Sudáfrica, que se han desarrollado muy rápidamente y nos han sacado una ventaja enorme, muestra que actualmente la clave no es puramente una cuestión de territorio, sino que pasa por una actitud seria, no cortoplacista. Nosotros tenemos excelente calidad de tierra y muy buenos viñedos y mucha más experiencia en la industria vitivinícola que los países del nuevo mundo del vino.

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