› Por Marcelo Zlotogwiazda
A medida que las dos grandes
multinacionales tabacaleras aumentaron los precios hasta un nivel actual que
oscila entre los 2,90 y 3,80 pesos por atado de cigarrillos, fue creciendo aceleradamente
la presencia de nuevas pequeñas y medianas empresas en el sector que
venden marcas mucho menos conocidas pero que se consiguen a la mitad o menos
que el precio de las marcas famosas y más publicitadas. Todos los consultados
para esta nota coinciden en que es un fenómeno instalado e irreversible
que ya superó la barrera de los 110 millones de atados vendidos por año,
y algunos estiman que en muy poco tiempo estos nuevos jugadores podrían
triplicar o incluso quintuplicar su participación en el mercado.
Dejando de lado a Massalin Particulares y a Nobleza Piccardo, nosotros
somos los segundos en importancia y aspiramos a ser los primeros, dijo
a Cash Luis Pugliesi, director y uno de los accionistas de Coimexpor SA. La
razón social, aclara por las dudas uno de los socios de Pugliesi, no
alude a malas prácticas sino que refiere a las iniciales de compañía
importadora y exportadora. Con presencia de capitales paraguayos que operan
en el mismo rubro en aquel país, Coimexpor vende con las marcas V8 y
357, a un precio por atado de 1,50 y 1,60, respectivamente. Sus dos líneas
de producción instaladas en la planta inaugurada de Llavallol en diciembre
de 2003 con un total de setenta empleados elaboran 1,3 millón de atados
mensuales.
Mayor penetración en el mercado tiene el conjunto de marcas que elabora
Espert SA en su planta sobre la Ruta 2 en Berazategui, que fue inaugurada a
fines de 2002 por el entonces presidente Eduardo Duhalde. Su marca insignia
es Melbour, que se comercializa en tres variedades, y cuenta además con
las marcas Milenio y Paladium. En el acto de inauguración Duhalde había
anunciado que la empresa preveía exportar cigarrillos a Venezuela, México
y Emiratos Arabes.
Es un fenómeno real y pensamos que se va a consolidar y crecer;
nosotros lo llamamos el segmento de los ultra low price (precios ultra bajos),
señaló a este suplemento Alberto Raguzzi, director de Relaciones
Corporativas de Nobleza Piccardo.
¿Están preocupados?
Preocupados no, pero sí atentos responde el ejecutivo de
la subsidiaria británica, la segunda en el mercado argentino detrás
de la filial de la estadounidense Phillip Morris.
De acuerdo con los números que se maneja en el sector, las dos multinacionales
fabrican 2200 millones de atados por año (dos tercios Massalin Particulares
y el restante Nobleza Piccardo), mientras que las pymes tabacaleras elaboran
entre todas unos 110 millones. Si bien la proporción es nada más
que el medio por ciento, la tendencia es que las marcas baratas están
creciendo con llamativa rapidez. Es un fenómeno que no se ve tanto
en la Capital Federal pero sí en algunas zonas y ciudades del interior
del país, explica Raguzzi.
Además de las firmas y marcas ya señaladas, compiten en el segmento
de los ultrabaratos Red Point y Baltimore de Tabacalera Sarandí SA; Fénix
y Neón de Goloteca SA; Achalay y Ka de Miguel Pascuzzi SA; los muy conocidos
CJ en el norte del país que elabora la Cooperativa Jujuy; y Boxer y Macedonia
de la empresa Dólar SA.
Osvaldo Trillo es uno de los propietarios de Dólar, que luego de estar
varios años aletargada reanudó sus operaciones en el país
en agosto de 2003 impulsada por el empujón devaluatorio que frenó
en parte el ingreso de la importación legal y por contrabando. Trillo
explica la factibilidad de comercializar atados a la mitad del precio al que
venden las multinacionales: Nosotros somos empresas familiares, con poca
estructura, sin ejecutivos que ganen fortunas y gastando casi nada en marketing.
Los directivos de Coimexpor disienten en esto último. Si bien no
disponemos de los mismos recursos que las grandes compañías, para
nosotros el marketing también es muy importante; aunque no hay duda de
que nuestro principal argumento de marketing es un precio muy competitivo,
dice Pugliesi.
En lo que todas las empresas chicas aparecen unidas es en la queja contra lo
que acusan como una alianza entre las grandes multinacionales y el Gobierno
para complicarles la existencia. El eje del conflicto es el decreto 295 de marzo
de 2004 que obliga a todas las fábricas de cigarrillos a tributar por
atado como mínimo el 75 por ciento del impuesto que paga la categoría
más vendida. Dado que la categoría más vendida es la de
los cigarrillos caros de las dos grandes multinacionales, el decreto impone
en la práctica un precio mínimo para toda la industria que está
muy por encima del rango de 1,40 a 1,60 peso en el que se ubican las marcas
baratas. Nos quieren hacer pagar impuestos por un Mercedes-Benz siendo
que nosotros fabricamos un Fiat 600, es la metáfora que elige Pugliesi
para ilustrar lo que considera una maniobra discriminatoria. Todas las empresas
chicas han apelado judicialmente la validez del decreto 295, y en varios casos
el trámite ha tenido curso favorable en Tribunales, lo que les permite
seguir vendiendo a la mitad del precio de Nobleza Piccardo y Massalin Particulares.
Las suspicacias van y vienen. En las dos multinacionales, por su parte, abren
signos de interrogación sobre la factibilidad de vender a tan bajo precio
cumpliendo con todas las obligaciones fiscales y previsionales, y de esa manera
justifican indirectamente el espíritu del decreto 295. No los puedo
acusar de nada pero me llama la atención el precio al que venden,
señala Raguzzi.
En Coimexpor responden: No somos tan tontos como para trabajar a pérdida,
y en cuanto a cumplir las reglas estamos sometidos a constantes inspecciones.
Trillo de Dólar aporta lo suyo: vendiendo el atado de Macedonia
a 1,20 y el Boxer a 1,30 me queda un margen bruto razonable, siempre y cuando
no pague el impuesto derivado de ese absurdo decreto 295 sobre el cual mi empresa
tiene un amparo a favor.
En cuanto a la calidad, Raguzzi de Nobleza subraya que son incomparables:
los cigarrillos baratos son más ásperos y más picantes,
y las diferencias en el filtro son enormes. Según él, la
diferencia no está tanto en el tabaco como en el proceso de elaboración.
Las empresas chicas compran el tabaco ya preparado por los productores,
mientras que nosotros tenemos el proceso totalmente integrado y por ende controlado
por nuestros técnicos y especialistas, explica.
De todas maneras, en Massalin y Nobleza son conscientes de que, en un país
que soportó una brutal crisis, las diferencias de precios sirven para
neutralizar en alguna medida la calidad y los efectos del marketing y del status
asociados con las marcas famosas. Es por eso que prevén que los ultrabaratos
van a continuar ganando espacio hasta del 5 al 10 por ciento del mercado en
unos años.
ARGENTINA ES EL PAIS DE MAS FUMADORES DE AMERICA LATINA
Los reyes del humo
Por Alejandro Bercovich
Según cifras de la
Organización Mundial de la Salud, Argentina es el país con mayor
proporción de fumadores de América latina: 40 por ciento de la
población adulta. El mercado del tabaco mueve en estas tierras cerca
de 5 mil millones de pesos anuales y se venden unos 180 millones de atados por
mes. Las dos poderosas multinacionales que controlan su fabricación son
Phillip Morris International (Massalin Particulares), que produce el 64 por
ciento de ese total, y British American Tobacco (Nobleza Piccardo), que absorbe
el 35 por ciento. La primera posee las marcas Marlboro, Phillip Morris, L&M,
Parliament, Le Mans, Chesterfield, Benson & Hedges, Virginia Slims y Colorado,
mientras que Nobleza explota las marcas Camel, Jockey Club, Derby, Gitanes,
Parisiennes, Pall Mall y Viceroy.
En marzo pasado, luego de que el Congreso no apoyara un incremento de la carga
tributaria sobre los cigarrillos, el Ministerio de Economía negoció
un nuevo pacto fiscal con las empresas, que se comprometieron a aportar 3750
millones de pesos a las arcas públicas en 2004 y 4000 millones en 2005,
frente a los 2500 millones que habían arrimado en 2003. Las tabacaleras
aumentaron los precios entre 50 y 70 centavos para cumplir con esa pauta, pero
retrocedieron a los pocos días ante la migración masiva de los
fumadores a marcas más económicas. Como en varios de los meses
subsiguientes no llegaron a cubrir el compromiso de recaudación con el
Gobierno, se vieron obligadas a retocar los precios otros 50 centavos sobre
fin de año.
Con la AFIP como socio mayoritario que se lleva el 68 por ciento del valor
de cada marquilla las tabacaleras contribuyen con un 5 por ciento de la
recaudación nacional, aunque el Ministerio de Salud evalúa que
ese nivel sigue siendo insuficiente para cubrir los gastos sanitarios y médicos
que genera a la sociedad el hábito de fumar. De hecho, sus estadísticas
dan cuenta de 100 muertes diarias en todo el país a causa del pucho.
Y uno de sus estudios más recientes recomienda aumentar un 25 por ciento
la carga tributaria sobre el sector, lo cual reduciría el consumo entre
5 y 6 por ciento a corto plazo.
Pero la crisis desatada a fines de los noventa sacudió al negocio tabacalero
más allá de los impuestos que paga, y no sólo por la aparición
de los nuevos ultrabaratos fabricados por pymes locales para atender
la demanda de los sectores de menores ingresos (ver nota principal), sino también
por el auge de las segundas marcas que lanzaron los dos gigantes del duopolio
local. Los atados de 20 cigarrillos Viceroy cuestan hoy 3 pesos, por debajo
de los 3,50 que cotizan el Camel y el Marlboro Box. Otra alternativa lanzada
por las tabacaleras fueron las cajas de 15 ó 16 de las marcas más
vendidas, pensadas en un principio para mantener el precio redondo de 2 pesos,
pero que hoy cuestan de 2,60 a 2,80, según la marca.
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