Dom 23.01.2005
cash

SEIS RAZONES PARA ROMPER CON LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS INTERNACIONALES

¿Sería mejor sin ellas?

A medida que vaya avanzando el canje de deuda en default, qué hacer y cómo vincularse con las IFI serán cuestiones clave para el futuro de la economía.

Por Alan Cibils *

El camino futuro de Argentina está lleno de obstáculos. Sin embargo, parece cada vez más evidente que al país le iría mejor si lo hiciera sin las Instituciones Financieras Internacionales (IFI: FMI, Banco Mundial y BID). Hay un dicho popular que dice: “Más vale estar solo que mal acompañado”. En el mejor de los casos de una exitosa salida del default, la todavía inmensa deuda pública sigue dejando al país al borde de la crisis. El resultado de la saga de la deuda depende en gran parte de cómo se resuelva el actual impasse con el FMI, y de la considerable deuda del país con las IFI. La situación de la deuda no se podrá resolver en forma definitiva si se sigue bajo la tutela del FMI que obliga a continuar con la implementación de recetas políticas fracasadas por una parte, y a vaciar sus cofres mediante pagos de la deuda a las IFI por la otra.
Existen por lo menos seis buenas razones para que Argentina deje atrás a las IFI y forje su propio futuro.
1. La explosiva acumulación de la deuda y la crisis resultante se debieron, en gran parte, a la implementación de políticas económicas impulsadas por las IFI durante los años ‘90. Sólo una de estas políticas –la privatización del sistema previsional promovida por el Banco Mundial y exigida por el FMI– es uno de los principales culpables de los déficit fiscales desde 1994 y contribuyó considerablemente a la explosión de la deuda pública. El BM echa ahora marcha atrás respecto de su anterior postura dogmática sobre la superioridad de las soluciones de mercado para la jubilación de los trabajadores, reconociendo que un fuerte programa auspiciado por el Estado debería constituir la espina dorsal del sistema previsional. Sin embargo, en Argentina el daño ya está hecho.
2. Los errores garrafales del FMI en los años ‘90 son también harto conocidos y se ha escrito mucho al respecto. Sin embargo, el FMI se niega a admitirlos. La llamada Oficina de Evaluación Independiente, en realidad una dependencia del FMI, completó recientemente un estudio sobre las políticas de los ‘90. El estudio echa de lleno la culpa por la crisis a los funcionarios argentinos, repitiendo la línea usual del FMI sobre el gasto fiscal descontrolado y las reformas estructurales incompletas. Los únicos errores que el FMI admite son no haber supervisado más de cerca y no haber prestado suficiente atención a las advertencias hechas antes de 2001 de que el régimen de tipo de cambio fijo estaba en apuros. Por cierto, no sólo ignoró el FMI advertencias claras, sino que también triplicó su exposición en Argentina en los meses antes de la crisis de diciembre de 2001, llevando los préstamos totales de 5000 a 15.000 millones de dólares. En resumen, el FMI no estaba preparado para la crisis, prescribió políticas económicas erróneas –como recortes en el gasto público en medio de una profunda recesión– e invirtió dinero para apuntalar un sistema inviable.
3. El desempeño del FMI durante la crisis (desde diciembre de 2001) ha estado plagado de errores en el diagnóstico, en las proyecciones macroeconómicas y en las recetas políticas. En un documento sin precedente publicado a comienzos de julio, el Gobierno describió en detalle los errores del FMI. Por ejemplo, seis meses después de comenzada la recuperación económica posterior a la crisis, el FMI continuó prediciendo que eran inminentes la hiperinflación y el colapso del sistema bancario. Sobra decir que no ocurrió ninguna de las dos cosas.
4. El FMI continúa actuando de modo altamente contradictorio. Por un lado, actúa como lobbista para los acreedores privados en cesación de pago e insiste en que el Gobierno pague su deuda a las IFI. Por el otro, también ha insistido en que Argentina elimine las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque, que suman en total un tercio de los ingresos del Gobierno, porque afirma que esos tributos son “distorsivos”. Así que el FMI presiona para que se incrementen significativamente los pagos a losacreedores, pero también exige medidas que reducirán considerablemente los ingresos.
5. Desde la crisis de diciembre de 2001, Argentina ha realizado pagos netos a las IFI del orden de 10.000 millones de dólares. Durante la peor crisis económica de su historia, en lugar de recibir nuevos préstamos de las IFI y de utilizar los escasos recursos para reducir la pobreza, generar empleo y estimular la economía, Argentina estuvo enviando dólares a las IFI.
6. Las IFI no sólo han recetado políticas erróneas y dañinas y otorgado préstamos incobrables, sino que reivindican el status de “acreedor preferencial”, con la esperanza de cobrar antes que todos los demás acreedores. En otras palabras, contrariamente a las leyes del mercado que promueven tan vehementemente, no son responsables ante nadie y tampoco pagan por sus errores.
Los inmensos costos sociales y políticos de los errores de las IFI derivan en las siguientes preguntas: ¿Por qué no han de pagar las IFI por sus errores, así como los acreedores privados pagan por malas inversiones? ¿Y en qué forma se beneficia Argentina manteniendo sus lazos con estas instituciones?
Una cosa es evidente, como dijo Rato, el FMI tiene “un problema llamado Argentina”. Ser una molestia para el FMI le da al Gobierno un poder de negociación considerable que debería utilizar para romper por fin con su dependencia de las malas políticas de las Instituciones Financieras Internacionales.

* Investigador asociado senior en el Centro de Investigación Económica y Política en Washington, DC.

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