LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ, EXPORTACIONES, PRECIOS Y SALARIOS
El sector automotor está avanzando a buen ritmo, recuperando niveles de producción de la década pasada. Incertidumbre por el régimen de intercambio con Brasil y proyecciones económicas para el próximo año.
› Por Cledis Candelaresi
El alemán Manfred Muell, presidente de Daimler Chrysler en Argentina, es partidario de seguir manejando el negocio sobre la base de un “optimismo cuidadoso”. Para el máximo ejecutivo de la terminal que comercializa en el país Mercedes-Benz y fabrica las Sprinter, entre las cuestiones claves figura la de moderar el conflicto social y que el Gobierno premie a las terminales que fabrican en relación con las que sólo importan.
¿La inflación licua las ventajas de exportar casi toda la producción?
–Efectivamente, de las 17 mil unidades que fabricaremos este año en González Catán, sólo 2500 venderemos en la Argentina: el 85 por ciento de la producción está orientado a la exportación. Esto es parte de la estrategia de especialización que Daimler adoptó hace más de diez años, de enfocarse en un solo producto, aunque comercializamos otras unidades.
¿Depende de la Competitividad?
–Obviamente, la producción depende de la competitividad. El costo logístico de traer el 40 por ciento de las partes desde Alemania y otro poco de Brasil, más la mano de obra, producir una Sprinter en la Argentina cuesta en euros tanto como en nuestra planta europea. Pero es más conveniente exportar desde aquí a Sudáfrica o a Australia porque resulta más barato el flete. Más de la mitad de nuestras ventas va a extrazona, incluyendo países árabes. Esto nos ayudó a sobrevivir a la volatilidad generada por las crisis económicas locales.
¿Qué pasaría si se retrotrajera el tipo de cambio al de la convertibilidad?
–Hay dos variables críticas. O el tipo de cambio se mantiene estable y se genera una inflación que lo erosiona. O el costo de vida permanece estable y baja el tipo de cambio, como en Brasil. Hace dos años un dólar valía 3,10 pesos argentinos y también 3,10 reales. Hoy existe una brecha grande, y en Brasil el dólar cotiza sólo 2,15 reales. Esa diferencia de casi un 30 por ciento implica un aumento de los costos en dólares para los exportadores brasileños. Como nadie tiene márgenes de esa envergadura en un producto industrial, los brasileños que exportan están sufriendo muchísimo. Eso puede pasar acá si el Gobierno deja de intervenir y el tipo de cambio baja.
¿Cuál es la idea de un nuevo régimen a acordar con Brasil?
–Primero hay que ver hasta dónde llegamos hasta ahora. El año pasado el intercambio compensado (flex) con Brasil era de 2,4 a 1,0 y nosotros terminamos en 2,11, por debajo del índice. Ahora el flex subió a 2,6 y la industria terminará en 2,08, probablemente. Mejor que el año pasado. La tendencia del sector está mejorando claramente. Yo no estoy muy convencido de las reglamentaciones en ese sentido. Pero las empresas que invierten y generan empleo deben ser tratadas de modo diferente que las que sólo vienen a vender sus unidades importadas.
¿Cuál debería ser ese tratamiento diferencial?
–En los aranceles de importación, por ejemplo. En nuestro caso, el grueso de nuestra exportación va a otros países, pero importamos de Brasil los camiones y colectivos. No es correcto tomar sólo la relación bilateral. Por eso queremos ampliar la mira y que se incluyan las exportaciones extrazona para cualquier evaluación.
¿Acuerdos al estilo del ALCA resultarían útiles?
–Sí. Es política de nuestra corporación promover el libre comercio. Nuestra estrategia de especializar la producción, fabricando un modelo en un lugar, permite bajar los costos y, por lo tanto, los precios. Pero debe complementarse con la posibilidad de comercializar otros modelos fabricados en otros lugares. En este punto también hay que diferenciar a las automotrices que están dispuestas a hacer una inversión considerable –que en la industria siempre existen–, tanto como los plazos pararecuperarlas. Para nosotros es importante que esos intereses queden protegidos, con un régimen estable y conocido. No que ocurra lo que está pasando: a siete semanas de que expire el régimen vigente, lo único que sabemos es que el gobierno de Néstor Kirchner no está dispuesto a seguir con el librecomercio entre la Argentina y Brasil, pero no existe nada formal ni oficial de qué sistema lo reemplazará.
Ustedes tienen ya pactado un aumento salarial a partir de enero. ¿Eso despeja las chances de reeditar un conflicto laboral?
–En la última negociación con Smata, nosotros propusimos un aumento del 18 por ciento entonces y otro del 7 por ciento a partir de enero. Ese casi 25 por ciento está por encima de la inflación. Hubiéramos preferido un movimiento más gradual de salarios. Los saltos complican. Desde inicio del año creamos más de 500 nuevos empleos, equivalentes a un 30 por ciento del plantel total.
Pero el peso de los salarios en la estructura de costos es bajo.
–Es cierto que la mano de obra representa entre el 3 y el 5 por ciento del valor total del vehículo. Pero los aumentos también involucran a nuestros proveedores de piezas y de servicios. Así también aumenta el costo de los materiales. Además, le reitero, estamos cerca del costo de producir en Alemania y nos preocupa perder nuestra posición competitiva.
¿El parámetro para ajustar salarios debería ser por inflación o por productividad?
–Estoy en contra de una indexación automática, pero la inflación debe estar cubierta. Por encima de esa referencia sólo pueden ajustarse salarios si hay mejora en productividad. También es importante la flexibilidad. Nuestro salario básico en una planta, con beneficios adicionales, llega a 2300 pesos. ¿A cuánto está el mínimo no imponible de Ganancias? En febrero o marzo negociaremos de nuevo. Espero que sea en una situación más amigable.
¿El acercamiento entre UIA y CGT puede servir para enmarcar esa discusión?
–Es importante tratar de contener los conflictos salariales en todas las actividades porque, desde el extranjero, ponen en cuestión la estabilidad del país. Cuando tuvimos que negociar la inversión en la planta local en la casa matriz, se discutió en qué medida hay un ambiente estable y confiable. Además, siempre son mejores los acuerdos entre partes que el dictado de un decreto oficial.
¿Cuáles son sus proyecciones para el 2006?
–En los próximos dos años veo que la Argentina seguirá creciendo, aunque quizás a tasas menores del 8, pero sí próximas al 5 o 6 por ciento. Eso abre una perspectiva positiva si logramos una razonabilidad en la discusión laboral y estabilidad en las variables macro.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux