A pocas horas de que el Gobierno gire a Washington los 9810 millones de dólares para pagar la deuda con el Fondo Monetario Internacional, Cash convocó a tres economistas del campo heterodoxo para evaluar esa decisión. Polemizaron Alejandro Vanoli (Plan Fénix), Claudio Lozano (CTA) y Mercedes Marcó del Pont (FIDE).
› Por Alejandro Bercovich
A pocas horas de que el Gobierno gire a Washington los 9810 millones de dólares para cancelar anticipadamente la deuda con el Fondo Monetario Internacional, Cash convocó a tres economistas del campo heterodoxo para evaluar esa decisión. La flamante diputada kirchnerista y directora de FIDE, Mercedes Marcó del Pont, defendió la decisión oficial, mientras que el también diputado Claudio Lozano (director del Instituto de Formación de la CTA) expresó la postura más crítica. La tercera posición la aportó el especialista en deuda externa del Grupo Fénix de la UBA, Alejandro Vanoli.
¿Coinciden con el Gobierno en que el pago de la deuda al Fondo permitió ganar autonomía para la política económica?
Mercedes Marcó del Pont: –Yo creo que es una decisión estratégica muy importante, que sincera una política que ya venía verificándose para terminar la relación con un organismo que condicionaba la forma de hacer política económica. Con sacarse de encima al Fondo, la Argentina consolida su autonomía. Pero no se llega a esto de un repollo, sino después de intentar llegar a un acuerdo y encontrarse con un organismo que insiste en las recetas tradicionales, a lo que ahora se suma su intento de injerencia en temas tan centrales como el control de la inflación. Además el pago da mucho oxígeno para discutir otra asignación de los recursos que en los últimos años fueron al desendeudamiento.
Claudio Lozano: –El principal problema de la Argentina es la desigualdad, la desproporción entre ingresos populares y ganancias concentradas, y el impacto que esto tiene en términos de exclusión social. Si cancelar la deuda con el Fondo supone mayores grados de libertad para invertir en resolver esos temas, bien. Pero hay que ver. El Presupuesto 2006 preveía pagar vencimientos no prorrogables por unos 6 mil millones de pesos, que permitirían por ejemplo garantizar una asignación universal por hijo de 55 pesos para los cerca de 8 millones de pibes que están hoy en la pobreza, invertir en Enarsa, empezar a recomprar YPF, recuperar la renta petrolera o invertir en infraestructura social. Ahora, si los recursos que se liberan van a ir a parar a un fondo anticíclico, manteniendo el sobreajuste fiscal y monetario y la ortodoxia en las cuentas públicas para recuperar las reservas, ahí ya no entiendo la cancelación.
Alejandro Vanoli: –Nosotros habíamos planteado la necesidad de un desendeudamiento progresivo para ganar grados de libertad, porque era imposible llegar a un acuerdo con el FMI con un programa de crecimiento. Igual creo que la estrategia de pago al contado tiene elementos razonables, como alejar la tentación de ir a un acuerdo con el Fondo, que seguía latente. También Brasil anunció su desendeudamiento dos días antes que la Argentina y es importante esa sincronía. En tercer lugar está el ahorro fiscal que supone la diferencia entre los intereses que devengan las reservas y los pagos al Fondo. En cuarto lugar la reducción de la deuda, que depende de lo que pase con la compensación al Banco Central, pero que derivará con certeza en una reducción de la deuda externa.
¿Las reservas se podían usar solamente para el pago de la deuda?
A. V.: –Yo creo que las reservas tienen dos usos fundamentales: reducir la vulnerabilidad comercial y la vulnerabilidad financiera. Deben atender suficientemente los pagos de importaciones y después del pago todavía cubren más de seis meses. También deben poder atender los pagos de deuda de corto plazo en divisas y ahí también hay suficiente holgura. Coincido en la necesidad de usar herramientas fiscales para modificar la matriz distributiva. Pero creo que no hay que confundir lo externo con lo interno. Ya nos fue muy mal confundiendo los pesos con los dólares en los noventa.
M. D. P.: –Sí, yo creo que hay que ser más riguroso cuando se analizan los espacios para utilizar las reservas con otros fines. Con la definición del “impacto monetario neutro”, se hace referencia a lo que significaría volcar hacia el mercado una masa así de dólares, entre otras cosas por la caída del tipo de cambio que podría generar. Acá todos estamos de acuerdo en que la prioridad es consolidar la reindustrialización que ya se está operando en Argentina, en base a un tipo de cambio competitivo. Porque de lo que dice Claudio se desprendería que estamos creciendo sobre el mismo paradigma de los noventa y éste es un modelo que se sustenta en la valorización productiva y no en la financiera. La discusión del tema distributivo –que nos preocupa a todos– hay que darla en el plano fiscal.
¿Por qué cree que hay que manejarse con más rigor con las reservas? ¿Cuáles son los peligros de no hacerlo?
M. D. P.: –Bueno, uno puede forzar las cosas, pero no forzarlas tanto. Las reservas internacionales de cualquier economía están administradas por el Banco Central para el manejo de las cuentas externas. Hay que distinguir eso del financiamiento y pensar seriamente cuáles son los espacios para hacer un uso responsable de esas reservas. Por eso uno se desgañita cuando escucha que muchos sectores de la oposición, incluso los más “progre”, plantean preocupación por la vulnerabilidad que esto genera en términos de solvencia financiera, pensando como si siguiera rigiendo la caja de conversión.
No hay diferencias entre ustedes en relación con que el volumen de reservas no afecta el valor de la moneda o la solvencia del Central.
A. V. y C. L.: –No tenemos diferencias.
Pero sí en torno del uso de las reservas y sus riesgos.
C. L.: –Quien plantea el criterio de la convertibilidad no es la oposición sino es el decreto que envió el Ejecutivo al Parlamento, que dice que la base monetaria debe tener un 100 por ciento de respaldo y que, a partir de ese 100 por ciento, hay reservas de libre disponibilidad cuyo único uso es pagar deuda a organismos multilaterales. Decir que no podemos utilizar los miles de millones de dólares de las reservas porque vamos a tener problemas de cotización cambiaria es apelar al mismo argumento que se está usando para permitir que las petroleras y las mineras no liquiden sus dólares en la Argentina. En todo caso habría que replantear la administración de la política cambiaria para hacer compatible el tipo de cambio con el uso de reservas para financiar el desarrollo. El otro tema es que yo no creo que estemos en un proceso de reindustrialización. Si uno mira el ranking de rentabilidades relativas, ve que las actividades más rentables son las de menor valor agregado.
¿Era más barata la deuda con el FMI que la que se toma en el mercado?
A. V.: –La tasa de interés que se le paga al Fondo es de aproximadamente un 4,5 por ciento y las reservas internacionales tienen una rentabilidad muy baja, del orden del 2 por ciento, que tiene que ver con el peligro de los embargos por parte de los holdouts. Así que hay un ahorro importante en los próximos meses. Si se analiza exclusivamente la tasa de interés, es cierto que hay deudas más caras que la del Fondo. Pero el costo financiero y económico no se mide sólo a través de la tasa, porque renovar los vencimientos con el Fondo implicaba aceptar condicionalidades que también tenían sus costos. Incluso dejando de lado las condiciones, cuando se habla del 9 por ciento de tasa que se paga a Venezuela hay que ser rigurosos en los plazos: no es lo mismo una deuda a uno o dos años al 4,5 por ciento y una deuda a 10 años con Venezuela o con el Banco Central.
C. L.: –El ahorro financiero todavía no se puede calcular. Está claro que dejamos de pagar la tasa que le pagamos al FMI y que perdemos la renta de las reservas que teníamos colocadas, pero no está claro cuál va a ser la compensación al Central ni si va a haber otro tipo de deuda. Comparto que éste no es el tema central de la discusión. Pero también digo que teníamos la alternativa de demandar al Fondo como corresponsable.
¿Cuánto disminuyen con este pago las condicionalidades que pesan sobre la política económica?
C. L.: –Se ha hecho una especie de culto en torno de las condiciones, pero si nosotros hubiéramos seguido cancelando de manera escalonada, no tendríamos ninguna condicionalidad ni nada que discutir con el Fondo. Y las otras que tenemos, del Banco Mundial o de los países del G-7 por las privatizadas, son presiones que se van a seguir manteniendo. Nosotros no teníamos ninguna condicionalidad concreta en este contexto. Y tampoco creo que sean argumentos para poner 10 mil millones de dólares sobre la mesa el tema de la “tentación” de un acuerdo con el Fondo como decía Alejandro.
A. V.: –A mí me parece que se abre una oportunidad de recuperar la iniciativa, pero todavía hay que ver en qué medida el Gobierno la va a usar. Hay batallas que dar, como la necesidad de gravar la renta financiera, la reforma previsional, la impositiva.
M. D. P.: –El tema es que hicimos lo que ha hecho la mayoría de los países en el mundo. Uno termina de entender esto cuando mira los espacios que tienen los gobiernos para hacer política económica y cómo se han achicado esos espacios de autonomía desde mediados de los ’70, cuando aparece el FMI como gran condicionante. Obviamente con la libertad un gobierno puede hacer lo que quiere: Brasil está aplicando una política ultraortodoxa que lo está llevando a crecer este año de manera sólo vegetativa, y también se sacó de encima al Fondo Monetario.
El antecedente de los demás países que cancelaron sus deudas en los últimos años lo citan también quienes dicen que el pago no fue una decisión argentina sino del propio Fondo.
M. D. P.: –Cuando dicen eso, así como cuando dicen que el Fondo está festejando, no miran lo que le significó a la Argentina llegar a los acuerdos que llegó con el Fondo desde el fin de la convertibilidad hasta 2002, con la ley de Subversión Económica, la ley de Quiebras, el déficit cero, la flexibilización laboral, y lo que sigue reclamando hoy en términos de atender a los holdouts, aumentar las tarifas, eliminar las retenciones. ¿Qué significaría hoy un acuerdo con el Fondo con las presiones inflacionarias que hay en Argentina?
C. L.: (Interrumpe.) –¿Pero quién dice que haya que plantearse un acuerdo con el Fondo? No es la única forma de relacionarse. La libertad no se compra. El Fondo no interviene por estatuto en la política económica de tu país. Que seas gobierno y lo permitas es una decisión tuya.
M. D. P.: (Alza la voz.) –Hace dos años que estamos sin acuerdo porque no se puede llegar a un acuerdo de refinanciación, por las condiciones...
C. L.: –Es una visión simplista suponer que la reestructuración económica de los últimos 30 años tuvo lugar sólo por la tutela del Fondo. El Fondo no inventó la ley de Convertibilidad, no trabó la reforma impositiva, no pidió que regales la renta petrolera, no propuso la reforma previsional, no impidió un montón de cosas que tampoco hiciste. Acá la autonomía no sólo depende de la relación con los organismos, sino del tipo de independencia que tenés con el poder económico. Y eso es lo que sigue en discusión.
M. D. P.: –A ver, ¿era posible llegar a un acuerdo o no? Dejemos de teorizar.
C. L.: –No es teorizar. Teoría es lo que vos hacés diciendo lo que va a hacer alguien que está proponiendo otra cosa. Vos decís que va a haber mayores márgenes de libertad y la ministra de Economía y el propio Presidente dicen que van a reconstituir rápidamente reservas y van a tener un fondo anticíclico con más austeridad fiscal. Por favor...
M. D. P.: –¿Qué está haciendo la ministra de Economía? ¿Está planteando una política de control de la inflación a partir de la receta tradicional del Fondo de enfriamiento o está avanzando con una propia?
¿Creen que había margen político interno para algo más osado como una quita?
A. V.: –Las decisiones hay que verlas en el contexto mundial. Yo creo que el Fondo, más allá de lo formal, no debe estar contento. Fue muy visible la diferencia en cómo se recibieron las decisiones de Brasil y de Argentina. Desde un punto de vista hasta teórico al Fondo Monetario habría que haberle hecho una quita. Ahora, desde el punto de vista práctico está claro que los espacios que hay no dan mucho margen. Ya el país confrontó al establecer una quita muy importante de la deuda, que era necesaria para que el país volviera a ser viable. No se trata de comprar la libertad, sino de ganar autonomía sin poner en riesgo la situación económica. Creo que este desendeudamiento es importante como señal y quita aire a las presiones de ciertos sectores financieros y del establishment. Es cierto que el poder sigue existiendo y que va a tratar de influir, pero por lo menos el monitoreo y las condicionalidades son muy distintas estando en un acuerdo que estando afuera.
C. L.: –La viabilidad política es hija de una construcción. La tarea principal del Gobierno es construir las condiciones políticas para ejercer el desarrollo que quiere llevar adelante, con alianzas a nivel local y estrategias a nivel regional. El FMI en Argentina no es cualquier acreedor sino que ha sido consejero, auditor y prestamista, cómplice de la crisis. Argentina estaba en condiciones de abrir una denuncia en el plano internacional. Por eso creo que la tesis del desendeudamiento es un retroceso de este gobierno respecto de su postura original en materia de deuda, que era la de la corresponsabilidad de los organismos multilaterales. Porque la corresponsabilidad implica compartir costos, mientras que el desendeudamiento supone que los costos los pagamos sólo nosotros.
¿Entonces se podía o no plantear una quita?
A. V.: –Argentina sola creo que era inviable.
M. D. P.: –Hay que ser un poco más responsable. Plantear una quita con el Fondo significa romper. Y Argentina ya había negociado la deuda con los acreedores privados en soledad, cortándose sola porque en la región nadie le dio bolilla, y había iniciado su estrategia de no acordar con el Fondo también en soledad. Podemos discutir si convenía pagar todo de una vez o en los tres años en que vencía, pero si esos recursos estaban acumulados y con ellos la Argentina podía desembarazarse del problema de una sola vez, la discusión se cierra.
C. L.: –Yo no comparto que el Gobierno renegoció la deuda en soledad. Tuvo el respaldo del gobierno norteamericano tanto dentro como fuera del Fondo, y lo tuvo porque estableció con claridad el privilegio de esos organismos y descargó la quita sobre los acreedores más débiles. Todos los documentos internos del Fondo desde 2002 en adelante plantean como prioridad el desendeudamiento. Y el Gobierno también estuvo acompañado a nivel interno por el poder económico, porque renunció a la reforma impositiva e hipotecó la discusión de la reforma previsional y el acuerdo con los bancos. Este es un gobierno que manda señales contradictorias y hay que ser capaz de plantear con claridad qué debe ser respaldado y qué no.
A. V.: –Yo sí creo que el canje fue en soledad: el establishment tenía en mente un canje como el uruguayo, sin quita, y el argentino terminó signando un precedente. Sobre el resto yo destaco que hace unos años estábamos discutiendo desde una derrota, con las privatizaciones, el ajuste y todo eso, y hoy hay una mejora en la distribución del ingreso, enel empleo y en la actividad. Es insuficiente, pero estamos ante una oportunidad.
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