INVESTIGACION. RADIOGRAFíA DEL SISTEMA FINANCIERO
La fuga de depósitos, el corralito, el default, la devaluación y la pesificación dejaron a los bancos técnicamente quebrados. El Estado se hizo cargo de una parte de sus pérdidas millonarias y lentamente la situación comenzó a revertirse. Cuatro años después, la gente volvió a los bancos y muchos están ganando más que en la convertibilidad.
› Por Fernando Krakowiak
Hace apenas cuatro años, los bancos argentinos sufrieron la peor crisis de su historia. El corralito, la devaluación y el default dejaron al sistema paralizado. Las entidades que entonces operaban en el país quedaron técnicamente quebradas por la fuga de depósitos, la pesificación asimétrica, el derrumbe de los títulos públicos que tenían en sus carteras y la imposibilidad de afrontar sus deudas en el exterior. Entre enero del 2001 y el primer semestre del 2002, los depósitos cayeron un 41 por ciento, cifra equivalente a 40 mil millones de pesos, y el crédito desapareció. Entonces los argentinos comenzaron a vivir de contado y algunos analistas llegaron a pronosticar que no habría moneda ni banca por dos generaciones. Sin embargo, la economía se estabilizó, el Estado se hizo cargo de una gran parte de las pérdidas millonarias de los bancos y lentamente la situación comenzó a revertirse. Para saber qué cambió luego de la crisis y cómo resucitaron los bancos, Cash realizó una radiografía del sistema, tomando en cuenta algunos indicadores clave como variación de préstamos y depósitos, rentabilidad, liquidez y eficiencia administrativa. Además se analiza cómo evolucionó la exposición al sector público, la democratización del crédito y los cambios en la distribución de la cartera entre bancos públicos, privados y cooperativos. Por último, aunque usted no lo crea, después del trauma del corralito y la pesificación, la gente volvió a los bancos y éstos están ganando mucho dinero.
Desde diciembre del año pasado, los depósitos del sector privado no financiero aumentaron un 20,2 por ciento y acumulan una suba de 58,3 por ciento desde diciembre del 2001. Más allá del impacto negativo que generó la confiscación de los ahorros y el bajo incentivo que generan en la actualidad las tasas de interés negativas que ofrecen los bancos, los datos evidencian que la población fue recuperando lentamente la confianza en el sistema. No obstante, si se compara su evolución con relación al Producto, apenas alcanzan el 20 por ciento mientras que en el 2000 equivalían al 26 por ciento. Los préstamos vienen creciendo al 33,2 por ciento anual, impulsados por la reactivación de la economía y una baja en las tasas de interés reales, aunque alcanzan apenas el 10 por ciento del Producto frente al 24 por ciento de 1999. La ventaja es que, a diferencia de lo ocurrido en la década del ’90, más del 90 por ciento de la intermediación bancaria se realiza en pesos, lo que otorga mayor previsibilidad al sistema. A su vez, en los últimos dos años, la cartera irregular sobre financiaciones se redujo del 17,2 al 6,2 por ciento, y la liquidez se mantiene en un elevado 22,6 por ciento.
En los últimos dos años, la rentabilidad anual del sistema subió de -2,9 a 0,9 por ciento en relación con sus activos, y si se excluye del cálculo a los rubros vinculados con el reconocimiento gradual de los costos de la crisis (amortización de amparos y ajustes de valuación de activos del sector público) el resultado asciende a 1,9 por ciento. El porcentaje está cercano a la rentabilidad que obtienen los principales bancos a nivel internacional y es muy superior a las ganancias que logró el sistema entre 1996 y el 2000, cuando apenas promedió 0,4 por ciento. Esto se debe a que las entidades se están beneficiando por tener activos ajustables por CER y pasivos de bajo costo como cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos, y a una mejora en la eficiencia, pues el porcentaje de los gastos administrativos sobre los ingresos financieros cayó de 184,2 a 73,4 por ciento desde diciembre del 2003.
La exposición al sector público, incluyendo las tenencias de Lebac y Nobac, descendió de 51 a 47 por ciento de los activos entre el 2003 y el 2004, manteniéndose en niveles similares durante este año. Si se excluyen los pasivos del Banco Central, la exposición descendió de 47,4 a 41,5 por ciento. Sin embargo, continúa siendo muy superior a los niveles históricos. En un informe reciente de la consultora Econviews, elaborado por Miguel Kiguel y Javier Okseniuk, en 1995 los préstamos al sector público representaban cerca del 10 por ciento de los activos y luego fueron creciendo hasta alcanzar el 22 por ciento a fines del 2001. Después de la devaluación, el aumento en la exposición al sector público llegó a niveles excesivamente altos como resultado de las compensaciones por la pesificación asimétrica, superando el 50 por ciento de los activos. Al mismo tiempo, los préstamos al sector privado comenzaron a caer porque fueron pesificados a un tipo de cambio menor que los títulos públicos y porque muchas empresas aprovecharon las ventajas de la pesificación para cancelar sus deudas. Además, en los últimos años, los bancos regularon su liquidez comprando Lebac en lugar de apuntalar una mayor expansión del crédito a los privados.
Una de las cuestiones principales que evidenció la crisis fue la debilidad de las reformas liberales que habían apostado por la concentración y extranjerización del sistema bajo el supuesto de que la solvencia y liquidez de las entidades alcanzaban para garantizar su fortaleza. La calificación de los activos de acuerdo con los destinatarios de los créditos, las garantías y el plazo de las financiaciones habían llevado a los bancos a limitar el crédito a las pymes, financiar al sector privado más concentrado y privilegiar los préstamos de corto plazo. Luego de la crisis, algunas restricciones se fueron flexibilizando. Sin embargo, la concentración de los créditos en pocas empresas aumentó. Según datos del Centro de Estudios Financieros (Cefim) del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, a fines del 2001, los cien principales deudores del sistema bancario recibían el 14 por ciento de la cartera total destinada al sector privado no financiero, mientras que en la actualidad suman el 23 por ciento. Esa concentración se repite en la cúpula, donde los veinte primeros pasaron del 40 al 49 por ciento del crédito total acumulado por los cien principales deudores. Alfredo García, director del Cefim, afirmó a este suplemento que las grandes empresas ampliaron su participación porque “son las que obtuvieron mejores resultados desde la devaluación y porque financiarse con las tasas internas les resulta un muy buen negocio”. La contracara de esta situación es el escaso financiamiento que reciben las pymes. Cash relevó el porcentaje que le otorgan a ese segmento los principales bancos del sistema y pudo comprobar que sólo el Credicoop les destina más del 20 por ciento de sus préstamos. Le siguen el Banco Provincia con 16,1 por ciento, el Nuevo Banco de Santa Fe con 14,6 por ciento y el Nación con 12,7 por ciento. Todo el sistema promedia 7,4 por ciento, cifra notablemente superior al piso de 1,9 por ciento del 2002, pero aún inferior al 7,5 por ciento del 2000.
Lo llamativo es que la mayor concentración se produjo cuando la banca extranjera, que suele orientar sus préstamos fundamentalmente a las grandes empresas, redujo su participación en el mercado por la salida del Banamex (Bansud), Crédit Agricole (Suquía, Bisel, Bersa), Scotiabank, Intesa BCI (Sudameris), CS First Boston (Banco de Santa Fe), Societé Générale y Lloyds Bank, entre otros. En los últimos cinco años, el número de entidades extranjeras disminuyó de 39 a 23. A su vez, entre diciembre del 2001 y octubre de este año, la participación de esos bancos en el total de los depósitos se redujo de 55,5 a 37,3 por ciento, mientras que los bancos privados nacionales subieron de 12,4 a 25,1 por ciento, los públicos de 29,6 a 33,8 por ciento y los cooperativos de 2,5 a 3,7 por ciento. Los datos de concentración muestran que los bancos privados nacionales que más crecieron se han venido comportando de manera similar a los extranjeros, pero incluso las principales empresas deudoras del sistema poseen un importante porcentaje de financiamiento derivado de los bancos oficiales, lo que pone en debate a quién debe prestarle la banca pública. Por ejemplo, el Banco Nación es el principal acreedor de Petrobras (concentra el 22,1 por ciento de la deuda que tiene la multinacional con el sistema), Louis Dreyfus (15,8%) y Cargill (74,6%), por citar sólo tres ejemplos.
La recuperación del sistema es evidente en relación con la fenomenal crisis del 2001. Incluso muchos banqueros están ganando más dinero que durante la convertibilidad por el aumento en los volúmenes de intermediación financiera y las mejoras en la eficiencia. Sin embargo, los bancos todavía están lejos de ser un puntal de la reactivación productiva.
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