GLOBALIZACION, CONCENTRACION Y LAS INDUSTRIAS CULTURALES
Las industrias culturales tienen cada vez más relevancia en la economía. Multinacionales se asocian con locales. Identidad y globalización.
› Por Natalia Aruguete
La cultura globalizada ha puesto fin a las geografías. Así lo ven diversos especialistas en economía política de la comunicación. Los procesos de convergencia y los movimientos de capital toman cada vez más vigor y benefician a los grandes grupos en detrimento de las propuestas de comunicación alternativa. Esto sostiene el investigador Guillermo Mastrini, quien habló con Cash sobre el proceso de mercantilización de la producción cultural, las estrategias empresarias del sector y los efectos que causa en la sociedad, enfatizando el espíritu del reciente libro Economía política, comunicación y conocimiento, del que participó como editor.
¿Cómo describiría el proceso que se dio recientemente en el sector de las industrias culturales?
–Posiblemente éste haya sido uno de los sectores que más se transformó en una economía capitalista, en los últimos 25 años. Algunos analistas hablan de una sociedad de la información que desplaza a la sociedad industrial. En los países centrales, las industrias culturales absorben alrededor del 5 por ciento del PIB. Es un mercado dinámico, aunque inestable, que absorbe creciente mano de obra. Pero es un sector que tiene un doble valor: económico, por los capitales que produce, y simbólico, por el impacto que contribuye a generar en la sociedad. Con lo cual se vuelve muy deseado por otros sectores industriales.
¿Qué consecuencias trajo esta injerencia de otros sectores económicos al interior de las industrias culturales?
–Hubo una mercantilización de la producción cultural. El mundo de los negocios absorbió toda producción cultural masiva. Quedan espacios para la producción autónoma, pero el capital controla el acceso a los grandes públicos. Es muy difícil pensar en la llegada a mercados masivos sin mediación de una gran empresa.
¿Cómo impactó este proceso de mercantilización en la sociedad?
–La gente empezó a destinar una parte mayor de sus ingresos al consumo cultural al tiempo que hubo un creciente acceso a estos bienes, cada vez más vinculado con un pago. Antes había una producción cultural de elite y una masiva. Hoy la segmentación se da por la disponibilidad o no de dinero.
¿Cuáles fueron las estrategias empresarias en este escenario que fue objeto de una profunda concentración económica?
–La inversión fue acompañada de una búsqueda de mercado mundial de consumidores, por una característica de las industrias culturales que es clave: lo caro es producir y lo barato es reproducir. Para quien domina el mercado mundial, el costo de producción tiende a decaer enormemente. Por ello, la potencialidad que mostraban los mercados nacionales como formadores de mercado cultural resulta inadecuada para este tipo de expansión. Los nuevos formatos de la televisión satelital están dirigidos a un mundo sin fronteras. Los grandes grupos buscan eliminar las barreras de entrada que los países tienen en relación con la producción cultural, con una doble estrategia: presionan en los organismos supranacionales y hacen alianzas con los grupos nacionales que actúan de partner en los mercados locales.
¿Cómo aborda esa complejidad el mundo académico?
–Si bien este sector ha crecido en importancia económica, vemos que el mundo académico está atrasado en explicar estas características. Además, hay un desprecio de los economistas por entender la especificidad de la producción cultural, dada por la inmaterialidad del valor simbólico: no es lo mismo producir discos que automóviles. Las corrientes ortodoxas tienen serias dificultades para explicar la economía cultural porque ésta muestra una enorme disparidad entre el costo de producción y el precio. A partir de allí se desmoronan muchas teorías. Nosotros planteamos un abordajeheterodoxo y crítico, intentando entender las nuevas dinámicas de la economía cultural.
¿Es posible revertir el escenario actual de las industrias culturales?
–Si las sociedades empiezan a ver desafiadas las formas de la identidad local y nacional por una cultura globalizada, va a haber una reacción. De hecho, ya hay reacciones. Posiblemente no se den de la misma manera que se pensaron hace 25 años, donde el Estado era la instancia principal de los conflictos. Tal vez hoy haya más protagonismo de los movimientos sociales.
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