CONSECUENCIAS DEL PLAN ATOMICO DE TEHERAN
El Irán de los ayatolás desafió al mundo al reanudar el enriquecimiento de uranio, pero eso no va a ser gratis.
› Por Claudio Uriarte
“El capital es un gran cobarde”, dice un lugar común. Y en Irán, país que está desarrollando un programa nuclear ampliamente sospechado de fines militares, y cuyo caso fue referido la semana pasada al Consejo de Seguridad de la ONU para posibles sanciones a evaluarse a partir de marzo, ese mismo capital no esperó: a partir del 10 de enero, cuando se anunció la retirada de los precintos en las instalaciones de enriquecimiento de uranio, se registraron importantes salidas de capital y merma de las inversiones. Estiman que entre 80 y 200 millones de dólares se han transferido a Dubai en las últimas semanas. Naquib Zadeh, un profesor de la Universidad de Teherán, declara que “no hay cifras precisas, pero el descenso de las inversiones extranjeras se calcula en un 80 por ciento, porque a las retiradas de capital hay que sumar los clientes que han decidido no entrar en el mercado”, señalando como un gran impedimento la decisión de la agencia de calificación de riesgos británica Fitch de dejar de calificar a Irán.
Para cualquier argentino que haya vivido la caída de la convertibilidad, todo suena bastante familiar. Los bancos ABN Amro (Holanda) y UBS (Suiza) anunciaron a fines de enero que suspendían sus actividades en Irán porque “el clima comercial resulta poco atractivo”. El Crédit Suisse ha dicho que no va a dar préstamos a nuevos clientes. Esa financiación resulta esencial para los sectores naval y automotor, cuyo ritmo de crecimiento no puede seguir la banca local. Los iraníes comunes, que sufren un desempleo que según estimaciones extraoficiales ronda el 30 por ciento de la población activa (lo que paradójicamente ayudó al triunfo en las últimas elecciones del populista de derecha Mahmud Ahmadinejad, que fue quien puso el programa nuclear al rojo vivo en primer lugar), temen ahora ser el pato de la boda. “Cualquier declaración un poco subida de tono de nuestros líderes tiene un impacto negativo en los inversores y el dinero se va del país”, admite un asesor de compañías extranjeras. Y Ahmadinejad, quien manifestó su deseo de “borrar a Israel del mapa”, y cuyas afirmaciones de que el programa nuclear es para generar energía casan muy mal con el hecho de que su país tiene las segundas reservas petroleras comprobadas del mundo y las primeras de gas, disparó la incertidumbre política.
De momento, sin embargo, parece improbable que el Consejo se resuelva a aplicar sanciones, principalmente por el hecho de que Rusia y China, dos de sus miembros permanentes y con poder de veto, hicieron el planteo del tema iraní en ese foro condicional precisamente a que el proceso no desemboque en eso. Pero además, los dirigentes iraníes insisten en que si eso ocurre, el castigo dañaría más a las economías industrializadas de Europa que a su país. “Esperan que Occidente se asuste ante la perspectiva de un barril por encima de los 100 dólares”, afirma un diplomático europeo. Pero a mediano y largo plazo, Irán sería vulnerable al embargo en sus importaciones de gasolina, componentes industriales y servicios bancarios. Aunque suene paradójico, el cuarto exportador de petróleo del mundo importa entre el 40 y el 50 por ciento del combustible que consume (unos 70 millones de litros diarios, según la prensa local). La falta de capacidad de refinamiento crea un barril sin fondo, ya que los iraníes perciben la gasolina barata como un derecho nacional y el Estado subsidia buena parte de su costo. A 10 centavos de dólar el litro, se consume sin ninguna preocupación por el ahorro energético. Cualquier incremento en los precios del combustible tendría un efecto inflacionario inmediato en alimentos y bienes de consumo.
Pero el impacto podría ser mayor si, después del requerido ballet diplomático ante la ONU, Estados Unidos y/o Israel deciden cortarse solos y destruir las instalaciones nucleares iraníes en ataques desde el cielo. Pero el experto petrolero no se preocupa: “¿Hasta cuándo puede aguantar Irán? –se pregunta el representante petrolero–. Nosotros podemos recurrir a otro sitio, tal vez a Irak si mejora la situación política. Además, tras un incremento del precio inicial, luego se estabilizará como sucedió cuando el ataque a Irak en 1991”. La clave será la capacidad del resto de los productores de cubrir 1,5 millón de barriles de los 2,5 millones diarios producidos por Irán.
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