NOTA DE TAPA > INVESTIGACION > LA FRAGILIDAD DEL MERCADO LABORAL
Los trabajadores en negro y los cuentapropistas no profesionales circulan por ramas con un elevado grado de informalidad, como en la construcción, comercio, servicios personales y servicio doméstico. Buena parte de esos puestos son vulnerables por sus condiciones y remuneraciones y tienen mucha inestabilidad, que se refleja en una intensa rotación. Los que más rotan son los varones jóvenes, de hogares pobres y con bajas calificaciones.
› Por Natalia Aruguete
El empleo registrado aumentó cerca de un 10 por ciento durante el año pasado, más que el 9,1 por ciento que creció la economía. Sin embargo, casi la mitad de los ocupados totales –8.910.093– permanece aún en la informalidad. Además, buena parte de los puestos de trabajo son vulnerables respecto de sus condiciones y remuneraciones, con una elevada inestabilidad que se refleja en una intensa rotación. Los que más rotan son los varones jóvenes, de hogares pobres y con bajas calificaciones. Además, son los asalariados no registrados y trabajadores por cuenta propia no profesionales, que suelen circular por ramas con un alto grado de informalidad. Por ejemplo, construcción, comercio, servicios personales y servicio doméstico. En esos casos, las personas muestran una mayor insatisfacción respecto de su situación y desean cambiar de empleo. En cambio, los estables se reparten entre los servicios financieros, la manufactura y las actividades vinculadas al sector público.
Este estudio del mercado laboral está desarrollado en una investigación del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (Idicso), de la Universidad del Salvador, realizado por Horacio Chitarroni. La movilidad laboral suele estar vinculada a los ciclos económicos. Durante las crisis se pierden más puestos de trabajo y se dificulta su reingreso en el mercado. Según cifras del Indec, la rotación se intensificó con la caída de la convertibilidad: una cuarta parte de la fuerza de trabajo cambió de empleo. De éstos, casi la mitad incrementó su salario, mientras que poco más de la tercera parte tuvo pérdidas en sus ingresos, se detalla en el informe de Idicso. En cambio, desde que comenzó el ciclo ascendente de la economía en el 2003, hay una elevada creación de empleos registrados y mayor retención de los ocupados, dado que son los sectores productores de bienes los que lideran el crecimiento del empleo. Y si bien se mantiene elevado el nivel de rotación, en algunos casos se debe a decisiones de los trabajadores que optan por una mejor posición laboral, explican en el Ministerio de Trabajo.
La Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales de esa cartera, a cargo de Marta Novick, realizó un estudio sobre el efecto de la rotación de firmas en la dinámica ocupacional. La conclusión de esa investigación es que la movilidad entre 1996 y el 2004 fue elevada, sobre todo entre los jóvenes, los que perciben bajas remuneraciones y los de las pequeñas empresas. Se pone de manifiesto “un mayor interés de las empresas en retener a los trabajadores de mayores salarios, en general asociados a perfiles con mayor capital humano y con posibilidades de incrementar las competencias técnicas en las firmas”, se afirma en ese documento. También advierte que el proceso de tercerización que se ha dado en los últimos diez años no se manifestó mediante el traspaso de los trabajadores industriales a empresas de servicios sino a través de nuevos ingresantes. En los hechos, “se produjo desplazando de la seguridad social a una gran proporción de trabajadores industriales hacia el trabajo no registrado, el desempleo o la inactividad”.
Chitarroni encuentra algunas particularidades entre las ocupaciones más peregrinadas. Casi la mitad de los empleadores pasa al cuentapropismo y poco menos del 50 por ciento de los que trabajan por cuenta propia se cambia a un empleo informal. Similar es la situación de los registrados, que suelen ir a puestos donde pierden esa ventaja. Entre los trabajadores familiares, más de un tercio consigue empleo asalariado, mientras que tres de cada diez emprende una actividad autónoma. Por su parte, en el documento de Trabajo se destaca que la mayoría de los que salen de las empresas pasa al trabajo precario, al desempleo o a la inactividad.
El aspecto socio-territorial también influye en las oportunidades para conseguir trabajo, según surge de una investigación del Observatorio de Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina. Sus autores, Eduardo Lépore y Jimena Maccio, observan que para los trabajadores situados en la pobreza es más frecuente experimentar deterioro de susituación laboral; dificultades para acceder a un trabajo de calidad y un mayor riesgo a perder el empleo o mantenerse en el desempleo o subempleo indigente. En los territorios típicos de las clases medias altas, una tercera parte de la población activa consigue un empleo de calidad; en los espacios donde habitan sectores más vulnerados, un 20 por ciento de los activos cuenta con esa oportunidad; y en los de pobreza extrema, lo logra menos de una décima parte de la Población Económicamente Activa, evalúa el documento de la UCA. “Esta segmentación de las oportunidades de trabajo digno constituye un severo déficit de integración social que se proyecta en el plano de las realizaciones en el mundo del trabajo, en términos de un conjunto de carencias forzadas”, expresa el trabajo de Lépore y Maccio.
Con la expansión económica se incorporaron menos trabajadores que tenían un empleo asalariado y habían sido desplazados del mercado con anterioridad, con efectos negativos sobre el desarrollo de las competencias técnicas y sobre la evolución de sus remuneraciones.
La elevada rotación del empleo es, para Daniel Kostzer, funcionario de Trabajo, “una característica estructural del mercado argentino, que no es buena ni saludable”. Según el funcionario, esto se explica –en parte– por las “estrategias empresarias de contratación y despido que van más allá del crecimiento del empleo”.
La caída de las firmas es otro factor importante de la baja duración de los empleos: los altos niveles de rotación se dan en empresas pequeñas dedicadas a actividades de baja productividad. Sin embargo, entre las empresas sobrevivientes grandes y con mayor antigüedad en el mercado, sólo un 44 por ciento de los trabajadores menores a 55 años que habían estado empleados en 1996 continuaba en las mismas firmas siete años después, estima el equipo de investigación que dirige Novick.
Los que rotan llevan consigo sus competencias tácitas, que construyeron dentro del mundo del trabajo y que aun no están codificadas. Para compensar esta pérdida de capital humano, las empresas deberán invertir en la búsqueda, selección y reclutamiento de fuerza de trabajo. Por eso, el investigador Julio Neffa advierte sobre “la importancia de una política de recursos humanos que procure fidelizar la mano de obra mediante empleos estables, salarios elevados, compensaciones en función de los resultados en materia de productividad, costos, calidad y obras sociales”.
Desde el Gobierno, en cambio, encuentran ciertos límites en los instrumentos que pueda utilizar el Estado para revertir este escenario, “porque forma parte de las estrategias de los empresarios. Es complejo dar vuelta esta situación (de rotación actual). Hay que desoír los cantos de las sirenas que sugieren más flexibilidad”, concluye Kostzer.
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