COOPERATIVAS, EMPRESAS RECUPERADAS Y EMPRENDIMIENTOS
Como respuesta a la crisis, diferentes formas de organizaciónasociativas fueron desarrollándose en los últimos años. La Facultad de Ciencias Económicas (UBA) brinda su aporte a esa experiencia.
› Por Alejandro Rofman y Juan M. Vazquez Blanco*
La Economía Social es un extenso campo de actividades, que tiene comprometidos en la Argentina a centenares de miles de integrantes activos y que ha ido desarrollándose, desde que se instaló en nuestro país, en muy diferentes planos y perspectivas. Este campo social y disciplinario comprende todas aquellas experiencias de producción de bienes y servicios llevadas adelante por unidades económicas, sin fines de lucro, en base a principios de cooperación, amplia democracia interna en el manejo de la unidad productiva y asociación libre entre sus integrantes. Los excedentes que se reparten entre sus miembros no obedecen a determinadas tasas de ganancia sino a los ingresos netos obtenidos por la actividad, y el criterio de dicho reparto descansa en el aporte efectuado por cada miembro de la comunidad asociada y no en valores basados en la compra y explotación de la fuerza de trabajo.
En la Argentina existe una extensa experiencia de organizaciones y experiencias de Economía Social desde fines del siglo XIX que va consolidándose en un importante movimiento que da origen a gran cantidad de cooperativas y mutuales.
Las organizaciones de la economía social tienen la lógica de movilizar elementos valorativos vinculados con las identidades sociales, la solidaridad y la cooperación, y el despliegue de capacidades asociativas, vínculos horizontales y obligaciones de pertenencia y reciprocidad.
Las instituciones más tradicionales de la Economía Solidaria que se manifiestan a través de las múltiples iniciativas en las cooperativas de consumo, de crédito, de trabajo, de producción rural y urbana, de edificación, de salud, de provisión de servicios públicos se han ido reproduciendo en el tiempo y afirmándose como experiencias alternativas a la vigente en el espacio capitalista. A estas experiencias, se incorpora en los últimos años una nueva economía social que está constituida por diversas experiencias productivas como los microcréditos, los microemprendimientos, las redes comunitarias, los clubes de trueque, las entidades deportivas y sociales, empresas recuperadas y autogestionadas por los trabajadores; su característica singular es que son espacios de socialización que surgen a partir de estrategias solidarias de vecinos, profesionales, trabajadores, y de haber alcanzado nuestra región y sobre todo nuestro país, altos niveles de exclusión social y pobreza, situación que la diferencia de cómo surgieron las primeras cooperativas, donde existían situaciones de pleno empleo pero con explotación y condiciones inhumanas para la realización de la vida.
Es precisamente estos ejemplos de otra forma de gestionar la sociedad lo que deseamos valorizar, en tanto con su vigencia y creciente y variada presencia queda demostrado que un horizonte alternativo al tradicional, con respeto a pautas de acciones colectivas con fines altruistas, de apoyo mutuo y de distribución equitativa de los ingresos obtenidos, es factible ir construyendo un nuevo escenario económico-social, superador del que tan magros resultados en calidad de vida digna para toda la población ha supuesto el que hoy nos rige, como para todos es evidente. Entre tales iniciativas, destacamos el valioso ejemplo de las empresas recuperadas, las que aspiran a defender fuentes de trabajo sobre bases alternativas a las que condujeron a las mismas a cierres o quiebras.
En nuestro país, de acuerdo con datos del Inaes (Instituto Nacional del Asociativismo y Economía Social), si tomamos sólo a las cooperativas, existen más de 9000 entidades activas, 10 millones de asociados y una contribución global del 9 por ciento del PIB. Además, puede destacarse que el 80 por ciento de la electrificación rural es un servicio brindado por cooperativas y existen 639 cooperativas de provisión de agua potable que brindan el servicio al 10 por ciento de la población.
El Estado nacional, por su parte, por el Plan Manos a la Obra ha financiado emprendimientos productivos asociativos, apoyo a cadenas productivas y servicios de apoyo a la producción con variaciones en sus posibilidades de sostenibilidad que en buena medida dependen de su eficaz inserción en procesos de desarrollo local compatibles con los objetivos de cada emprendimiento.
La Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires no ha estado ajena a este proceso. En diferentes áreas de trabajo se han desarrollado importantes iniciativas de extensión universitaria e investigación que fueron enriquecidas recientemente con el aporte de nuevas investigaciones y programas vinculados con la Pequeña y Mediana Empresa, Microemprendimientos, organizaciones de la Economía Social y las Empresas Recuperadas, entre otras experiencias recientes.
* Economistas.
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