INTEGRACION REGIONAL Y POLITICAS ECONOMICAS
La ambición de liderazgo brasileña, la pelea con Uruguay por las papeleras y el papel de Venezuela. ¿Qué pasará con el Mercosur?
› Por Natalia Aruguete y Walter Isaia
“Las políticas neoliberales son contrarias a la integración”, afirmó el politólogo Emir Sader, en un reportaje con Página/12. Para el experto brasileño, la continuidad de las políticas neoliberales por parte de los gobiernos latinoamericanos y la imposición de criterios corporativos desde las empresas más poderosas de la región impiden un fortalecimiento del Mercosur en términos de integración social, cultural, educacional, deportiva e informativa. El coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad del Estado de Río de Janeiro advirtió que sin una visión de coordinación global y soberanía continental, los Estados no podrán revertir su debilidad frente a “la hegemonía unipolar del imperio norteamericano”.
¿A qué adjudica el alza del real?
–Es una política conservadora dirigida por el Banco Central. El gobierno ha tomado medidas que facilitan más ingreso de capital y favorecen el saneamiento financiero, pero perjudican la competitividad de las exportaciones brasileñas.
¿La política monetaria brasileña es neoliberal?
–Sin duda. No lo niega el ministro de Economía, Antonio Palocci. Rinde homenaje a la política anterior. El gobierno no hizo cambios económico-financieros significativos.
¿Cómo evalúa el acuerdo para implementar Mecanismos de Adaptación Competitiva entre la Argentina y Brasil?
–Con los acuerdos entre Brasil y la Argentina se revierte un poco la cuestión competitiva destructiva. Pero hay que coordinar políticas de planificación, de desarrollo industrial, creación de moneda única. No tenemos que disputar el refrigerador de un país u otro sino construir un refrigerador del Mercosur. Los avances para la integración en política económica, si los hay, vienen de Venezuela, que es el gran motor de los avances en la integración.
¿A qué sectores benefició más el Mercosur a lo largo de los años?
–Los avances fueron ventajosos para las grandes corporaciones. Los movimientos sociales participan unilateralmente, si es que participan. No hay integración educacional, deportiva, informativa.
¿Cómo evalúa la situación de los socios menores del Mercosur?
–No hay un planteamiento estratégico para construir un continente integrado. Es un proyecto de facilitación de intercambio. La entrada de Venezuela puede cambiar el eje conflictivo Brasil-Argentina. Todos los países ganarían, pero hay que pensar mecanismos de compensación para los más débiles.
¿Cree que Venezuela podría liderar un proceso de integración como el ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe)?
–Se espera poder superar la idea de liderazgo. Con tres países fuertes, puede ser un liderazgo compartido. Un proyecto continental supone multipolaridad. Luchar por la integración regional y crear espacios que debiliten la hegemonía unipolar del imperio norteamericano. Hay que pensarlo en términos de soberanía del continente.
¿Que tipo de repercusión tuvo la cancelación de las deudas con el FMI hecha por la Argentina y Brasil?
–Aparentemente se ve una fragilidad menor. Sin embargo, dejar de deber al Fondo sin romper los mecanismos que generan la deuda –Brasil tiene las tasas de interés más altas del mundo– e introducir las exigencias del FMI significa que no se están deshaciendo de los criterios anteriores. Son como alumnos tan aplicados que ya no necesitan del profesor que les pida los deberes, están autodisciplinados.
¿Considera que la Argentina y Brasil deberían apoyar procesos de industrialización en Paraguay y Uruguay para competir en mejores términos?
–Antes hay que fortalecer la industrialización brasileña y argentina. Nos estamos volviendo países primarios. Brasil, que tuvo un desarrollo industrial muy razonable, está en un proceso regresivo brutal en términos de competitividad internacional.
¿Qué impacto puede tener el conflicto entre la Argentina y Uruguay por la instalación de las papeleras en el rumbo del Mercosur?
–Es tremendo que no nos entendamos entre los gobiernos y nos dividamos en función de empresas que no son ni uruguayas ni argentinas. Hay que discutir un programa más global. No debe absolutizarse el tema del equilibrio ecológico. Hay que explorar, pero con contrapartidas de reforestación. Si se debilitan Uruguay y la Argentina, ¿qué fuerza pueden tener para imponerse ante empresas extranjeras? Es un crimen contra la soberanía y el Mercosur no hacer nada.
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