Cuando el parque de camiones se haya convertido a gas natural comprimido, según un proyecto que los empresarios del sector desarrollan con aliento oficial, ya se habrá acordado con el Gobierno un mecanismo que permita mantener estable la relación de precios con el gasoil, su principal combustible competidor. La idea fue presentada ante Cash por Alessandro Carlo Evi, dueño de la fábrica de equipos Tomaseto Achile y presidente de la Cámara Argentina de GNC, que no firmó el acuerdo para congelar hasta fin de año los valores en los surtidores, pero que avala ese pacto con el Estado.

¿Ustedes están de acuerdo con el congelamiento de precios?

–Nosotros participamos en la discusión y estuvimos en el acto de firma. Las estaciones que integran nuestra Cámara (que también nuclea a fabricantes de equipos, instaladores y proveedores de partes) se avienen al acuerdo que, más que un compromiso, es una propuesta, una alianza con el Gobierno. Significa que queremos trabajar para combatir la inflación. Todos queremos que el país avance. Estamos saliendo de a poco, con nuestra rentabilidad, por cierto. Pero todos sabemos que estamos atrasados en los precios finales.

Sin embargo, acordaron en mantenerlos hasta fin de año porque habían aplicado preventivamente un ajuste hace algunos meses, antes de tener que pagar el último aumento sobre el gas natural que finalmente no se aplicó en julio pasado.

–Exactamente. Fue así. Pero por eso nos comprometimos a pagarlo en varias cuotas con dos meses de gracia.

Las productoras de gas natural destacan que ese insumo sólo representa un 12 por ciento del precio final del GNC. Por lo tanto, no habría razón para establecer un correlato directo entre un precio y el otro.

–Eso es absolutamente cierto. Pero, en este tiempo, nosotros también tuvimos que afrontar otras subas de costos, como el de la energía, o los sueldos. Y le aseguro que hoy el precio del GNC está retrasado.

¿Qué garantías les ofreció el Gobierno de que las empresas integradas no discriminarán a las estaciones blancas a la hora de venderles el gas?

–Garantía escrita, ninguna. Pero hay un compromiso de palabra de que habrá reglas iguales para todos. No se trata exactamente de discriminación contra las blancas, que representan poco más del 40 por ciento del parque.

Algunas petroleras se lamentan por la vocación de subsidiar al GNC, con el argumento de que existen otros combustibles alternativos presuntamente convenientes.

–Primero aclaremos que nadie subsidió a nadie. Respecto a las petroleras, puedo llegar a entenderlas porque es cierto que no pudieron cobrar durante varios meses el ajuste del 18 por ciento que correspondía al último escalón del sendero de precios. Pero ahora lo pagamos. Que quede claro que el GNC no tiene subsidio, mientras que el gasoil sí. Hoy el gobierno autoriza la importación con menos impuestos, lo que entraña un costo fiscal importante. No se puede seguir consumiendo gasoil del modo en que se lo hace.

¿Por qué?

–Porque resulta muy oneroso. La realidad es que en corto tiempo habrá una transformación de todo el transporte pesado a GNC, algo muy ventajoso para el transportista, que tendría un ahorro de alrededor del 30 por ciento: el metro cúbico de gas está a 80 centavos contra 1,35 del gasoil. Gracias a eso podrá amortizar en seis u ocho meses su nuevo equipo. Hace tres años que trabajamos en eso y en un par de meses habrá alguna noticia.

¿Y qué pasó con el proyecto de convertir el parque de colectivos?

–Eso corresponde a una segunda etapa. La realidad es que aún no salimos de la crisis energética en un 100 por ciento y antes de hacer esa conversión masiva, habría que garantizar con toda certeza el abastecimiento de gas. Por ahora estamos impulsando la conversión encamiones, y con el Gobierno trabajamos en una fórmula para equiparar el precio del GNC al del gasoil, manteniendo en el futuro una relación previsible, una paridad.