Dom 20.08.2006
cash

NOTA DE TAPA

El Club de los Clavos

› Por Claudio Zlotnik

Son los clavos de la city. Forman el club de grandes empresas que deben y no pagan a los bancos. O lo hacen en cuentagotas. Se trata de los principales deudores del sistema financiero. Tienen pasivos por un total de 1886,2 millones de pesos. El grupo no es homogéneo: hay empresas concesionarias de servicios públicos y lácteas; grupos económicos que fueron protagonistas de la crónica económica reciente (Macri y Pescarmona); casos de deudores en mora que ya forman parte de los libros de historia (Gualtieri, Yoma y Gatic); y aquellos que desembocaron en la quita de la concesión (Correo Argentino y Aguas Argentinas). En algunos casos, la acumulación de deuda estuvo ligada a la íntima relación entre los empresarios y el poder político de turno. No es casualidad que los bancos públicos sean los principales acreedores de ese club. En otros casos, las empresas se quejan de la baja rentabilidad del negocio y también están las que penan por no haber logrado un aumento tarifario importante. Y aunque los empresarios no lo digan en público, en el microcentro creen que algunas compañías se quedaron cortas en la renegociación de sus deudas y siguen en problemas. Más allá de esas diferencias, existen algunas cuestiones en común entre los socios del club: no pudieron (o no quisieron) zafar de la tarjeta roja a pesar de la pesificación de las deudas dolarizadas tomadas durante los ‘90 y fueron a contramano de la gran mayoría de las empresas endeudadas, que pasaron a estar en regla con el sistema financiero.

Desde el peor momento de la crisis, hubo una caída en picada en la cartera irregular. Del 36,3 por ciento de préstamos en mora que existía en julio de 2003, en la actualidad alcanza a tan sólo el 6,1 por ciento. La pesificación 1 a 1 fue determinante para que los sectores favorecidos por el nuevo modelo sacaran chapa de cumplidores. El campo lideró esa ola renovadora cancelando buena parte de sus pasivos con las entidades. Por supuesto que no fueron los únicos: algunas empresas de servicios públicos, como Telecom, y empresas ligadas con la construcción (Juan Minetti, Loma Negra, IRSA) también aparecen como deudores modelos: no registran atrasos en sus pagos.

No es el caso del “Club de los Clavos”. A continuación, Cash elaboró, en base a información oficial y privada, una guía para conocer de cerca a los socios y los sectores, o categorías, a los cuales pertenecen los principales deudores morosos.

Servicios Públicos
Concesionarios

Coviares. Es la concesionaria de la autopista Buenos Aires-La Plata y sus inconvenientes financieros vienen de lejos. A mediados de 2001 accedió a un crédito sindicado por 239 millones de dólares, a una tasa de interés cercana al 13 por ciento anual, con el objetivo de cancelar una parte de sus pasivos y terminar con las obras comprometidas. La compañía intentó un acuerdo con sus acreedores pero no logró cerrarlo. Debe a seis entidades financieras un total de 346,3 millones de pesos. Especialistas del sector consultados por Cash afirmaron que, a pesar del aumento del 15 por ciento en los peajes y del incremento en el volumen de tránsito, la recaudación no le alcanza para ponerse al día con los bancos.

Trenes de Buenos Aires (TBA). Debe a los bancos 88,5 millones de pesos y tiene una de las peores calificaciones como deudor. Para algunos bancos es irrecuperable. Cobra un subsidio de 48 millones de pesos anuales. Y pese a ello, la concesionaria que opera las líneas Mitre y Sarmiento no se presentó en convocatoria de acreedores el año pasado. TBA está conducido por el Grupo Plaza, cuya cabeza visible es el empresario colectivero Claudio Cirigliano. La deuda de TBA se encuentra repartida entre dos bancos públicos (Nación y Provincia de Buenos Aires) y el privado HSBC. Al momento de solicitar su concurso preventivo, la compañía afrontaba embargos por los juicios por accidentes.

Caminos de las Sierras. Es el segundo deudor moroso del sistema financiero, detrás de Coviares. En total adeuda 192,3 millones de pesos. La concesionaria de las rutas cordobesas está controlada por las empresas Impregilo, Delta e Iglys. Tiene deudas con dos entidades financieras: Río y Galicia, y en ambos casos está calificada con “4”: “alto riesgo de insolvencia”, de acuerdo con la normativa del Central.

Lácteas.

SanCor.Fue una de las primeras compañías en reestructurar su deuda después de la crisis, por 170 millones de dólares, en 2003. Pero este año solicitó a sus acreedores una nueva instancia de negociación para mejorar el programa financiero ya que no puede cumplir con lo firmado. El problema es que la CFI, el brazo financiero para atender al sector privado del Banco Mundial, y uno de los principales acreedores, puso reparos a ese pedido. La CFI presiona para que SanCor incorpore un socio. Los acreedores locales de la empresa son 16, encabezados por el Nación. Desde la compañía culparon a las retenciones a los lácteos y al acuerdo de precios por la supuesta baja rentabilidad del negocio, y por ese motivo congelaron las inversiones previstas para este año. El 70 por ciento de sus ventas depende del mercado interno.

Milkaut. Adeuda 62 millones de pesos y presenta un dato curioso. Mantiene al día su deuda con el Banco Nación, por 20 millones, mientras que está en mora con el resto de los 11 acreedores del sistema financiero. Al igual que SanCor, Milkaut reestructuró sus pasivos hace un par de años. En este contexto, un mes atrás, la Asociación Unión Tamberos Cooperativos vendió un 24 por ciento del paquete accionario a la francesa Bongrain, que en la Argentina ya era dueña de los quesos Santa Rosa. Milkaut es la cuarta compañía del sector, detrás de SanCor, Mastellone y la canadiense Molfino. A propósito de las lácteas extranjeras, estas empresas parecen desmentir el discurso de sus colegas locales sobre pérdida de rentabilidad. Danone, Saputo, Bongrain e Iparlat, todas del exterior con presencia en la Argentina, están llevando a cabo planes de inversión.

Deudores históricos.

Grupo Yoma. Es uno de los casos emblemáticos de los créditos otorgados por los bancos públicos a los amigos del poder durante el menemismo. De los 100,4 millones de pesos que debe a los bancos locales, el 76 por ciento está en cabeza del Nación. Otro 20 por ciento se los adeuda al Ciudad de Buenos Aires. El Nación se negó en repetidas ocasiones a otorgarle un plan especial a la curtiembre: Yoma pretendía una quita del 50 por ciento de la deuda y un refinanciamiento a 15 años. A pesar de ser una curtiembre con exportaciones por 100 millones de dólares anuales, “nunca le pagó un peso al Nación”, sostuvo Felisa Miceli. Ni la pesificación de su deuda fue suficiente para regularizar la situación. Desde hace un año, la empresa riojana, concursada desde 1998, fue abandonada por los Yoma. Ahora la curtiembre tiene administración judicial y se encuentra en poder de los bancos acreedores.

GCI (Gualtieri). Para el sistema financiero, la compañía de Victorio Gualtieri es irrecuperable a pesar de que el empresario amasó una fortuna durante la gestión Duhalde gracias a la participación de su compañía en obras públicas. A los bancos les debe 110 millones de pesos, a los que se añade otro monto similar al Banco Provincia. Hace unos años, el Bapro limpió su balance trasladando sus principales deudores a un fideicomiso independiente de la entidad, Gualtieri incluido. En medio de las denuncias por irregularidades, la constructora se declaró en convocatoria en 2001. Un año más tarde la provincia de Buenos Aires le sacó la tarjeta roja, al impedirle presentarse en las licitaciones públicas. Su última incursión fallida fue en 2005, cuando el gobierno uruguayo le rescindió un contrato para ampliar una ruta al detectarse una larga serie de incumplimientos.

Gatic.Está quebrada desde hace dos años. Nueve de cada diez pesos de los 73,7 millones de pesos que les debe a los bancos son con el Nación. Como el caso de Gualtieri, también afronta pasivos con el fideicomiso del Banco Provincia de Buenos Aires. Son apenas una parte de los 700 millones de la deuda total denunciada por el “Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas”. Gatic arrastró problemas financieros desde el Tequila y se presentó en convocatoria de acreedores en 2001, medio siglo después de su fundación. La compañía, que llegó a administrar 19 plantas, tuvo la licencia exclusiva de Adidas, le Coq Sportif y LA Gear, entre otras marcas líderes.

Massuh.Es una de las mejores posicionadas entre las deudoras morosas. Debe 91 millones de pesos a 18 bancos, pero solamente tuvo problemas con el Ciudad de Buenos Aires. Fuentes de la entidad financiera señalaron a Cash que la compañía retomó los pagos en las últimas semanas. La papelera reestructuró sus pasivos hace tres años.

Concesionarias.

Correo Argentino. El Gobierno le rescindió la concesión al grupo Macri en noviembre de 2003 ante la falta de pago del canon. El grupo dejó una deuda con cuatro bancos por un total de 139,4 millones de pesos. A la vez, el Banco Central contabilizó que Macri entregó 39 cheques sin fondos por un total de 2,3 millones de pesos. Entre el Estado y el grupo privado hay juicios cruzados por denuncias de incumplimientos de contrato. Mientras tanto, los bancos acreedores del Correo –Galicia (que era socio en la concesión), Nación, CMF y Piano– consideran que los créditos otorgados son irrecuperables: en todos los casos tienen calificación “5”.

Aguas Argentinas. Es el cuarto “clavo” más importante del sistema financiero: debe 176,2 millones de pesos a un grupo de siete bancos. Los más perjudicados son Galicia, que concentra el 87 por ciento del monto global, ya que participaba de la sociedad concesionaria. Los otros son Itaú, Citibank y Macro Bansud. En la city aseguran que, antes de dejar el servicio, los franceses de Suez venían acumulando fondos para intentar una renegociación con los acreedores. Antes de la crisis de 2001, la compañía se financiaba directamente con entidades financieras del exterior, a una tasa de interés más baja que en el mercado local. Cuando sobrevino la crisis dejó de pagar algunos créditos.

Grupos Económicos

Macri. Además del Correo, Macri agregó otra empresa al ranking de “clavos”, nada menos que ocupando un lugar en el podio, el tercer puesto. Se trata de Sideco Americana, con un pasivo de 178,4 millones de pesos repartido entre siete bancos. Uno de cada tres pesos se los debe al Nación. Y es llamativo que sólo está en regla con el Macro Bansud: la entidad presidida por Jorge Brito le prestó 50 millones de pesos después de la crisis, una vez que el Banco Central flexibilizó las normas permitiendo que los bancos les presten a las empresas tomando en cuenta su viabilidad y no sólo sus antecedentes como deudor. Justamente, aprovechando el boom de la construcción, Sideco reestructuró su deuda de 528 millones de pesos hace dos años, aplicando una quita del 65 por ciento. A pesar de la operación, los bancos acreedores siguen considerando a Sideco como de “cumplimiento deficiente” (categoría “3”).

Pescarmona.Uno de los grupos más poderosos del país –opera en países de América, Asia y Europa– tiene deudas en problemas por un total de 75,6 millones de pesos. El problema más grave lo tiene con el Ciudad de Buenos Aires (situación “4”, equivalente a alto riesgo de insolvencia, según el Banco Central). Con los bancos Galicia y Nación hay “cumplimiento inadecuado”, con atrasos en los pagos de hasta 90 días. Es el resabio dela renegociación para salir del default, que llevó a cabo en 2002, reestructurando una deuda de 137 millones de dólares.

Servicios.

CableVisión. La empresa se lleva mal con los bancos públicos. Mientras para el Nación y el Ciudad de Buenos Aires es una compañía “en problemas”, sus acreedores del sector privado (Deutsche y Río) cobran al día. Sobre un total de 78,5 millones de pesos de deuda, 28 millones están en cabeza de las entidades estatales. En octubre del año pasado, CableVisión renegoció el 99 por ciento de su deuda, que alcanzaba a 786 millones de dólares. Había sido el segundo default empresario más grande, detrás de Telecom. Durante 2005, CableVisión obtuvo ganancias por 2041 millones de pesos.

LA POLITICA Y AMIGOS DEL PODER

Mamar de la banca pública

Los bancos públicos son, por lejos, los más perjudicados por los deudores morosos. El Banco Nación tiene un “clavo” de 545 millones de pesos. Ese monto representa uno de cada tres pesos que adeudan los malos clientes del sistema financiero. El “clavo” del Ciudad de Buenos Aires trepa a 63,7 millones. Y si el Provincia de Buenos Aires acumula “tan sólo” 264 millones es porque al desencadenarse la crisis transfirió buena parte de su cartera irregular a un fideicomiso. Allí fueron a parar nada menos que préstamos en mora por 2200 millones de dólares.

Esta situación de los bancos públicos es una consecuencia directa de lo ocurrido durante los años ‘90, cuando esas entidades estuvieron al servicio de los amigos del poder. Entre los privados, se pueden contar con los dedos de la mano los que quedaron entrampados entre los malos pagadores. El Río y el Galicia están en la lista, pero en la mayoría de los casos por formar parte del consorcio moroso (Correo Argentino, Caminos de las Sierras, Aguas Argentinas).

El caso del Banco Provincia fue especial. En julio de 2001, la provincia de Buenos Aires salió al rescate de la entidad financiera formando un fideicomiso con los créditos considerados incobrables. En total se traspasaron 54 mil préstamos, por un total de 2200 millones de dólares. Allí se incluyeron los casos emblemáticos, como los pasivos del Grupo Yoma, Showcenter y Gualtieri. Para respaldar la operación, la provincia emitió dos bonos: uno por 1100 millones de dólares y otro por 220 millones.

En los últimos tres años, los deudores del fideicomiso ya cancelaron pasivos por unos 900 millones de pesos.

CAIDA DE LA MOROSIDAD EN EL SISTEMA

Pesificación y reactivación

La caída al infierno ocurrió hace algo más de tres años. En julio de 2003, la morosidad del sistema financiero trepó al máximo: llegó al 36,3 por ciento de la cartera total. A pesar de que la economía ya había comenzado a recuperarse, las altísimas tasas de interés que cobraban los bancos y la delicada situación de las empresas se combinaron en un cóctel de terror. Recién en ese momento, las compañías empezaban a buscarle una salida al default. El campo fue el primero en sentarse frente a los banqueros para cancelar sus pasivos que habían sido pesificados. El negocio era redondo: los ruralistas vendían sus productos a valor en dólares y cancelaban deuda en pesos con el sistema financiero. Después fue el turno de quienes lograron eludir el corralito, habían guardado los billetes verdes debajo del colchón o en las cajas de seguridad, y pasaron por las sucursales bancarias a saldar las deudas, también convertidas al uno a uno de la convertibilidad. Más tarde fue el tiempo de las empresas que renegociaban sus deudas y salían del default. Empezaron las industriales que se favorecían por la sustitución de importaciones y continuaron las de servicios, que empezaban a sentir el calorcito de la recuperación económica. Desde fines de 2003 hasta la actualidad, la caída de la morosidad fue constante, y ya se sitúa en el 6,1 por ciento. Representa la mitad de la cartera irregular que existía en enero de 2001 cuando aún quedaba un largo año por recorrer hasta la explosión. Por distintos motivos, todavía queda un grupo de 14 grandes compañías que no se subieron a esa corriente: se mantienen como los “clavos” del sistema financiero.

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