NUEVO LIBRO CONTRA FUNDAMENTALISTAS DEL MERCADO
El ex economista jefe del Banco Mundial arremete otra vez más contra los efectos de la globalización y las políticas del FMI.
› Por Joaquín Rabago (desde Londres)
El premio Nobel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial Joseph Stiglitz ataca a los fundamentalistas del mercado en su nuevo libro Making Globalization Work (Haciendo que funcione la globalización). Profundizando en el camino emprendido en su anterior obra, El malestar de la globalización, Stiglitz critica en este nuevo libro, publicado por Penguin/Allen Lane, a quienes siguen creyendo ciegamente en una metáfora aparentemente inocua, pero de graves consecuencias, como es “la mano invisible del mercado”.
Tras los escándalos de los años noventa en Estados Unidos y otros países, el capitalismo y las finanzas al estilo norteamericano se han caído finalmente del pedestal en el que, en opinión de Stiglitz, “han pasado demasiado tiempo”. Esta censura apunta a quienes siguen hoy argumentando que si la política de liberalización no dio los resultados prometidos en muchos países en desarrollo fue por culpa de la corrupción o por la propia timidez de las reformas acometidas. El llamado Consenso de Washington, la panacea de los fundamentalistas del mercado, trajo como consecuencia en muchos países “más inestabilidad en vez de mayor crecimiento”, señala.
La globalización dio rienda suelta a las fuerzas del mercado, que no pudieron controlar a su vez los gobiernos, limitados cada vez más en su poder soberano de tomar decisiones a favor de sus pueblos por los acuerdos internacionales firmados. Stiglitz explica que mientras el Estado-nación se ha visto debilitado por las propias fuerzas de la economía global, faltan instituciones democráticas globales capaces de resolver los problemas creados por la globalización. Sin los oportunos correctivos, ésta conducirá a desigualdades crecientes y a un aumento de desempleo también en los países industrializados avanzados, dice Stiglitz, que rechaza la tesis del conocido periodista estadounidense Thomas Friedman de que el mundo es cada vez más “llano” gracias a la globalización.
El libro, escrito con gran claridad didáctica, estudia, entre otras cosas, el comercio mundial y critica las consecuencias de ciertos acuerdos como el del Area de Libre Comercio de América del Norte. De éste dice que no sólo no generó un crecimiento económico al sur del río Grande, como se prometió, sino que “en cierta manera ha contribuido a la pobreza de México”. “Un acuerdo más justo habría eliminado los subsidios agrícolas estadounidenses y sus restricciones a las importaciones de productos agrícolas como el azúcar en Estados Unidos”, escribe Stiglitz, que recuerda que el acuerdo priva además a México del derecho de imponer aranceles a su vecino del norte para contrarrestar esos subsidios.
Al abordar otro tema de gran preocupación para el mundo en desarrollo, la deuda, Stiglitz se fija en la crisis argentina y critica al Fondo Monetario Internacional por haberse centrado sólo en el control del déficit mientras duró el boom económico, sin prever las consecuencias que podría tener una súbita crisis financiera como la que estalló en el este de Asia y se extendió a otras regiones. Stiglitz reprocha al FMI que animase a Argentina a privatizar la seguridad social, lo que resultó en una reducción de los ingresos del Estado, o su insistencia no sólo en la privatización del agua o la electricidad sino también en que se ajustasen las tarifas de esos servicios básicos según la inflación de Estados Unidos. Argentina logró recuperarse “a pesar de o –lo que es más exacto– gracias a no tener un programa del FMI”, aunque el hecho de no haber reestructurado su deuda rápidamente “dificultó la recuperación más de lo necesario”, explica Stiglitz.
Panacea: El Consenso de Washington, la panacea de los fundamentalistas del mercado, trajo como consecuencia en muchos países “más inestabilidad en vez de mayor crecimiento”.
En cualquier caso, agrega, “la exitosa recuperación” de ese país sin ayuda del FMI plantea interrogantes acerca de si Brasil habría salido mejor parado de haberse declarado en quiebra en lugar de seguir la política de austeridad presupuestaria que generó tan poco crecimiento en el primer mandato del presidente Lula.
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