EL NACIONALISMO PETROLERO CHOCA CON LAS TRANSNACIONALES
› Por Fabien Zamora (desde Paris)
Los sinsabores de Total en Rusia, la militancia petrolera del presidente venezolano Hugo Chávez, las amenazas que pesan sobre la industria energética extranjera en Bolivia y Ecuador y la firme actitud de Irán ante Japón ilustran las dificultades de las grandes compañías transnacionales frente a países productores resueltos a defender sus intereses. “Hay un cambio muy significativo de relación de fuerzas entre compañías petroleras internacionales y compañías nacionales, y hoy está claro que son las compañías nacionales las que llevan la ventaja”, aseguró el presidente del Instituto Francés del Petróleo, Olivier Appert.
Los ejemplos recientes son numerosos. En América latina, Chávez utiliza el petróleo como un arma energética y el presidente boliviano Evo Morales está aplicando una política de nacionalización de los hidrocarburos. En Rusia, Shell tiene problemas con las autoridades sobre el yacimiento de Sajalin y Total en el de Jariaga. Aún más problemas plantea el gigante ruso Gazprom, que decidió explotar por sí solo el gas del yacimiento de Chokman, sin ayuda extranjera. Irán, por su lado, redujo a la mínima expresión el porcentaje de participación japonesa en el campo petrolero de Azadegan.
“Por todos lados se ve un regreso al nacionalismo petrolero”, estimó Jean–Marie Chevalier, director del Centro de Geopolítica de la Energía y de las Materias Primas de la Universidad ParisDauphine. El candidato presidencial ecuatoriano Rafael Correa (izquierda), que disputará la segunda vuelta al multimillonario Alvaro Noboa (derecha), anunció que si gana los comicios renegociará los contratos con las grandes compañías petroleras. “Toda América latina entró en el baile luego de Chávez: Venezuela, Bolivia y Ecuador se volvieron hipersensibles”, indicó Chevalier.
La época del tratado de Achanacarry de 1928, cuando los gerentes de las compañías occidentales se reunieron en dicha mansión escocesa para repartirse los recursos en Oriente Medio, o la de la inmediata posguerra, cuando el famoso “cartel de las siete hermanas” (las mayores siete compañías petroleras) reinaba en el mundo, parecen historia. “Los países productores deben explicar a su población por qué el petróleo no les aporta más ingresos, deben enfrentar sus necesidades financieras y se ven tentados a ordeñar un poco más a la vaca lechera”, estimó Colette Lewiner, directora internacional sobre asuntos de energía del gabinete consultor Capgemini.
Pero los expertos señalan los límites de este nacionalismo, con el riesgo de que los países productores, guiados por una visión a corto plazo, no inviertan lo suficiente para prepararse para el futuro. “Uno de los temores es que las inversiones no sean suficientes”, subrayó Chevalier. “Constatamos que tras las etapas de nacionalismo petrolero, la producción baja. Corren el riesgo de matar a la gallina de los huevos de oro”, advirtió Lewiner. “Por ejemplo, en Bolivia, el presidente Morales dijo que iba a redistribuir el dinero bajo forma de gastos sociales”, recordó. “En Rusia, Vladimir Putin, que atraviesa un período preelectoral, quiere demostrar al pueblo ruso que no necesitan inversores extranjeros, lo cual es falso”, aseguró Chevalier. A esto se agregan los problemas causados por el activismo de los chinos, que financian ampliamente a los países productores a cambio de un suministro energético continuo. “Un poco como hicieron Francia e Italia hace unos 40 años”, sostuvo Chevalier.
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