NOTA DE TAPA
El precio internacional del cobre está en niveles record. Es uno de los cinco productos que más exporta Argentina. Y uno de los metales más reciclados en el mundo. Casi el 40 por ciento consumido en todo el planeta proviene del reciclaje. Ese boom tiene su faceta negativa: creció y se profesionalizó la estructura del mercado negro que transa desechos de cables de cobre robados y otros metales, como aluminio y plomo. Esos robos los padecen empresas de servicios públicos
› Por Leandro Renou
Desde el 3000 a.C. –período en que el hombre primitivo tomó por primera vez contacto con los metales– que el cobre no adquiría tanta relevancia social y económica como la que goza en la actualidad. Y no es una metáfora. Hoy, en la Bolsa de Metales de Londres la tonelada de cobre refinado ronda los 7500 dólares, cuando hace ocho años cotizaba a sólo 25 por ciento de ese valor. Dicho incremento generó, por un lado, una movida de inversiones dirigida a la minería local. “El cobre es uno de los cinco productos que más se exportan en Argentina, inclusive se está vendiendo al exterior más cobre que carne”, explicó a Cash Horacio Larghi, analista de la consultora Finsoport. Si bien los precios de este commoditi– son cíclicos, mientras China, Japón y la India sigan siendo los grandes importadores mundiales, difícilmente se vuelvan a ver precios del cobre deprimidos.
Sin embargo, no todas son rosas en esta Neo-Edad de los Metales. El boom de precios también tiene su faceta negativa: creció y se profesionalizó la estructura del mercado negro que transa desechos de cables de cobre robados y otros metales –como aluminio y plomo– que sustraen a la empresas de servicios públicos. Según el último informe de la Fundación para el Desarrollo Eléctrico (Fundelec), en lo que va del 2006 se registró un incremento en la cantidad de cables de cobre y medidores robados a Edesur, Edelap, Telefónica, Telecom, Metrogas y hasta a la concesionaria ferroviaria Trenes de Buenos Aires.
La modalidad delictiva, que comenzó a repuntar poscrisis de 2001 y sólo aminoró su marcha entre mediados de 2003 y principios de 2004, afecta anualmente a 2,5 millones de usuarios eléctricos. El relevamiento de la consultora apunta que, en los primeros ocho meses de este año, las distribuidoras de energía volvieron a sufrir hurtos significativos, quebrando una tendencia que, en algunos casos, había mostrado una baja. En Edesur, desde 2002 se registró un 61 por ciento más de robos, con 200 kilómetros de cableado sustraído y costos totales de reposición cercanos a los 12 millones de pesos. En Edelap, desde 2004 el robo se incrementó un 78 por ciento con costos de reposición que superan el millón de pesos, y una afectación cercana a los 2 mil clientes. “Los más de 115 kilómetros sustraídos a la fecha equivalen, aproximadamente, a 30 toneladas de cobre y aluminio”, explicaron a Cash en la empresa que atiende a 297 mil clientes de los partidos de La Plata, Berisso, Ensenada, Brandsen, Magdalena y Punta Indio.
Hasta agosto del 2006, Edenor reportó 52 kilómetros de tendido robados (un total de 876 kilómetros acumulados desde 2002), 23 transformadores (135 desde 2002), 5404 medidores (50.000 desde 2002), y 62 perfiles metálicos de torres de alta tensión (1625 desde 2002). “Todo esto tiene un valor patrimonial superior a los 7,5 millones de pesos, y determina que los delitos están en el orden de los 4900 desde 2002, lo que equivale a 2 delitos y medio por día”, detalló a este suplemento Alberto Lippi, vocero de la distribuidora propiedad del fondo de inversión que administra Marcelo Mindlin.
La carrera por conseguir mayor cantidad de cobre secundario para el reciclado es, simplemente, una cuestión de conveniencia monetaria: “Los precios de compraventa varían de acuerdo a la calidad del desecho y un poco a la cara del que nos lo trae y de quien nos lo viene a comprar. Pero puede llegar tranquilamente a los 20 pesos el kilo”, confesó a Cash el propietario de una chatarrería bonaerense lindante con la Capital Federal, donde aún reducen y venden metales. El negocio es redondo: el precio del kilo antes de la devaluación era de 60 centavos, y en 2002, casi 3 pesos. “El metal de baja calidad, por lo general lo vendemos a empresas fabricantes de caños de cobre, o bien para la fabricación de barras macizas”, aseguró la misma fuente.
El cobre es buen conductor de calor y electricidad, se desgasta y modifica sus propiedades luego de cumplir su función por un período considerable. Es más, hace tres o cuatro años las contratistas que trabajan al servicio de las distribuidoras eléctricas les regalaban los desechos de cobre a las cuadrillas de calle, práctica olvidada hace rato. La novedad que padece Edenor es que se roban instalaciones dejándolas funcionando en forma precaria: las líneas de media tensión tienen equipos electrónicos que avisan en forma inmediata si se interrumpe el servicio a una determinada zona, lo que no les da tiempo a algunos ladrones para robar ciertos metales, por lo que ponen en paralelo algunas instalaciones para realizar el trabajo en forma tranquila.
La normativa técnica NAG 200 establece cuáles deben ser las condiciones de instalación de medidores. El documento, elaborado por ingenieros del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), indica lo que se debe hacer a la hora de colocar un equipo y todo lo allí no expuesto es considerado ilegal. De todas maneras la gente, desinformada ante una regla poco difundida, suele tapiarlos y enrejarlos con el fin de evitar el hurto, aunque ambas conductas están explícitamente prohibidas. “No podemos salir a decirlo públicamente, pero nos conviene que la gente les ponga rejas a los medidores”, aseguró a Cash el representante de una distribuidora de gas que prefirió reservar su identidad. Cada unidad medidora contiene alrededor de 1 kilo de aluminio y otros metales, valiosos para la venta. En relación con el cobre, el aluminio es bastante más económico: se vende un kilo de desecho de 6 a 8 pesos. No se vende a grandes factorías sino a fundiciones pequeñas que suelen implementarlo en la producción de moldes. “Los reducen y venden las piezas separadas, porque no existe un mercado negro de medidores en Argentina”, aseguró Virginia Gatti, ejecutiva de Metrogas, una de las empresas que mayor cantidad de robos han sufrido. Antes de la devaluación les robaban 60 medidores anuales en toda el área de servicio. Hoy las cifras indican una suba del delito: el estudio privado destaca que Capital Federal es el distrito con mayor número de medidores sustraídos a Metrogas en lo que va del 2006 (790 equipos); mientras que en provincia, Lomas de Zamora, con 317 hurtos; y Esteban Echeverría, con 227, encabezan el ranking, seguidos de cerca por localidades como Quilmes, Berazategui, Lanús y Almirante Brown.
Mientras tanto, en Gas Natural Ban los controles al delito parecen haber surtido efecto, ya que la distribuidora que presta el servicio en la zona oeste de la provincia redujo considerablemente el número de hurtos: en 2004 tuvo un pico de 7489 medidores robados; cifra que bajó a 4544 en todo el año pasado; para instalarse, en lo que va de 2006, en unos 1900 medidores robados. Según pudo averiguar este suplemento, aunque el aluminio también es objeto preciado en las fundiciones ilegales, existiría un mercado negro de medidores en la frontera argentino-paraguaya, zona donde iría a parar buena parte de los equipos sustraídos en Argentina.
“Si seguimos así vamos a pasar de ser una empresa de servicio público de pasajeros, a una compañía proveedora de cables de cobre para los reducidores de este material”, ironizó Gustavo Gago, representante de Trenes de Buenos Aires (TBA), refiriéndose a las pérdidas de la empresa que, según Fundelec, están por superar un nuevo record de cantidad de robos anuales: hasta el 31 de julio de 2006, sufrieron la sustracción de 10.136 metros de cable (5891 en el Sarmiento y 4245 en el Mitre). La sustracción de metales de señalización y cables que componen el circuito de retorno de energía al tren se dan, sobre todo, en la zona comprendida entre las estaciones de Haedo y Merlo de la ex línea Sarmiento; mientras que en el Mitre los problemas se vislumbran en las estaciones San Martín y Villa Ballester de la zona denominada Empalme Maldonado.
Metropolitano, por su parte, informó que ahora se llevan hasta los cambios de vías, que pesan más de 25 kilos. El cambio es un mecanismo que se encuentra paralelo al tendido férreo y permite que las formaciones circulen por una vías u otra. La empresa, que tiene a su cargo la prestación y mantenimiento del servicio en las líneas Roca y San Martín, registra en lo que va del año 123 robos de cables. Lanús, Monte Grande, Gerli, Remedios de Escalada, Avellaneda, Temperley y Llavallol son las zonas de mayor intensidad delictiva.
Atención
Para las empresas de telefonía todo es nuevo. Ahora ellos también son objetivo de los “buscadores de cobre”. En la comparación interanual, Telefónica de Argentina sufrió un 5 por ciento más de robos en lo que va de 2006 que en mismo período de 2005: ya son 420.000 los clientes afectados por el robo del tendido en lo que va del año, y el número de ilícitos alcanza los 5160 (más de 182 toneladas de cobre), un promedio de entre 25 y 30 hurtos diarios. Ante esos ilícitos en localidades como Florencio Varela, Moreno, Adrogué, Monte Grande, Mar del Plata, La Plata y provincias del interior como Mendoza, San Juan y Neuquén, la compañía de capitales españoles elaboró un trabajo de prevención que consistió en canalizaciones subterráneas, modificación de la altura de los postes, e instalación de alarmas sonoras y seguridad por centrales.
Telecom, por su parte, deberá afrontar los costos generados por el hurto de casi 120 mil kilómetros de pares de cobre en el período que va desde 2002 a la actualidad. Concretamente, la cifra equivale a alrededor de 316 toneladas de cobre sustraídas a lo largo y ancho del territorio nacional: en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Tucumán y Santiago del Estero se concentran la mayor cantidad de robos registrados. En este caso, la política que la empresa eligió para intentar prevenir el hurto fue habilitar una línea gratuita 0-800 para que los usuarios puedan contribuir con las autoridades denunciando cualquier intervención irregular sobre cables que pueda resultar sospechosa.
Según el International Copper Study Group, el cobre es uno de los metales más reciclados en el mundo. En 1997, el 37 por ciento del cobre consumido en todo el planeta provenía del reciclaje. Y hay inclusive muchas pequeñas naciones que abastecen su demanda interna sólo en base a este cobre de segunda. El preciado metal rojizo cuenta además con otra ventaja: se funde a una temperatura escasamente superior a los 1000 grados (el hierro necesita, por lo menos, 1100) por lo cual puede ser reducido, en cantidades pequeñas, en una chatarrería que cuente con un buen horno a gas. Obviamente, por el alto precio del combustible no se realizan fundiciones de grandes cantidades con este tipo de quemadores, mucho menos teniendo en cuenta el humo delator que la ignición ilegal generaría.
Ante este marco poco favorable para la erradicación del delito, los bálsamos gubernamentales fueron poco más que parches: en julio de 2005, el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, estableció una veda a la exportación de residuos metálicos renovada por el Ejecutivo a comienzos de abril de este año y que finalizó a fines de septiembre último.
Repasando los datos de todas las empresas de servicios, es sencillo deducir que los partidos del conurbano son el principal foco delictivo. Palabras más palabras menos, la salida más efectiva parece emanar del discurso del propio reducidor visitado por este suplemento: “El mercado negro de los metales se mueve igual que cualquier otro. Se detiene sólo si la gente que compra material robado deja de hacerlo. Aunque por ahora –concluye– con el cobre pasa lo mismo que con los estéreos para auto, primero compran robado a menor precio y después se quejan de que los asaltan”.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux