Dom 05.11.2006
cash

INVERSIONES EXTRANJERAS, AHORRO NACIONAL Y CRECIMIENTO ECONOMICO

Seducir al gran capital

Argentina ha recibido menos Inversión Extranjera Directa que otros países de la región. Pero su crecimiento, basado en el ahorro interno, ha sido más intenso.

› Por Diego Rubinzal

El Gobierno ha empezado a realizar guiños a los inversores extranjeros.

En el encuentro realizado en el país del Consejo de las Américas (que reúne a las multinacionales norteamericanas), los funcionarios intentaron seducir a las empresas para que incrementen sus inversiones. Entre otras definiciones, el jefe de Gabinete Alberto Fernández señaló que “el Gobierno nunca discriminó al capital extranjero”. En la última visita a Estados Unidos, en septiembre pasado, Kirchner señaló que “las puertas de Argentina están abiertas a la inversión extranjera”. Algunos economistas aplaudieron esos discursos como una muestra de realismo económico.

Además, señalaron que la recepción de esas inversiones no sólo es importante por los montos potenciales en juego sino también porque su arribo permitiría mejorar cualitativamente el perfil productivo del país. Esto se debe, de acuerdo con esa visión, a que ese tipo de capitales incorporan adelantos tecnológicos que difunden sus efectos beneficiosos a la totalidad de la estructura productiva. Para reafirmar sus argumentos, apuntan que los números muestran que la inversión viene desinflando su impulso y que la única alternativa para revertir ese proceso es el arribo de la Inversión Extranjera Directa (IED).

Sin embargo, y pese al déficit de inversiones extranjeras, la Argentina creció a tasas muy superiores a las registradas en las naciones vecinas, que recibieron más fondos del exterior. La explicación a esa aparente paradoja radica en la fortaleza del ahorro nacional. En efecto, según los últimos datos brindados por la Oficina de Cuentas Nacionales, el ahorro nacional llegó a un record histórico, alcanzando los 145.932 millones de pesos a diciembre de 2005. Este nivel de ahorro, que representa el 25,4 por ciento del Producto Interno Bruto, permitió la financiación de las inversiones que se han venido realizando desde la salida de la convertibilidad. Un informe del Banco Río señaló que ese proceso ha sido el opuesto “a lo que ocurría en la década de los noventa, cuando el ahorro del resto del mundo participaba activamente en el financiamiento de la inversión”. En esos años el ahorro doméstico apenas promediaba el 17 por ciento del Producto. El mismo informe destaca que el mayor ahorro nacional “sugeriría una menor vulnerabilidad de la Argentina en relación con aquellos otros países que utilizan abundante financiamiento internacional, ante una eventual reversión en el ingreso de capitales a los mercados emergentes”. Estos datos contradicen la supuesta insuficiencia de ahorro interno, que es una de las causas señaladas por los economistas ortodoxos para argumentar la necesidad de recepcionar inversiones externas.

Al respecto, Aldo Ferrer en su libro La densidad nacional. El caso argentino manifiesta que “pese a la creciente importancia de las operaciones de las corporaciones transnacionales, su participación en el conjunto de la actividad económica mundial es del orden del 10 por ciento. Tal es su contribución a la acumulación de capital fijo y al producto total en la economía mundial. O sea que el 90 por ciento de las inversiones reales se financia con el ahorro interno de los países y otro tanto de la producción es realizado por unidades productivas correspondientes a cada país”. “Respecto del financiamiento de la inversión de las filiales, cabe observar que la mayor parte corresponde a la reinversión de utilidades. Es decir: ahorro generado dentro de los países en los cuales operan. En resumen, el aporte neto de la transferencia de capital de las matrices a las sucursales financia el 3 por ciento de la acumulación de capital en la economía mundial. El 97 por ciento corresponde al ahorro interno de los países”, agrega Ferrer.

Consultado por Cash, el economista Rodrigo López advirtió que “la Inversión Extranjera Directa no aseguraría el crecimiento económico, sino que habría que empezar a hablar de un tipo de crecimiento nuevo, con características distintas. Las inversiones extranjeras significan pan para hoy y hambre para mañana porque en nuestro país siempre han tenido un comportamiento de fuga de capitales, lo cual se advierte en la cuenta Remisión de Utilidades del Balance de Pagos”.

En definitiva, lo que está en discusión no es la conveniencia o no de la IED sino el rol que debe jugar. Ciertos especialistas sostienen que la recepción de las mismas es una condición necesaria para un crecimiento sustentable, mientras otros afirman que para asegurar un desarrollo relativamente autónomo, las IED deben jugar un papel complementario de las inversiones financiadas por el ahorro interno. Lo cierto es que los datos indican que el limitado arribo de las IED no ha sido –por el momento– un obstáculo para el crecimiento económico.

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