EXTRANJERIZACION DE LA ECONOMIA
El desembarco de un fondo de inversión en SanCor forma parte de la segunda ola de la extranjerización de la economía. La primera fue la de la década del ’90.
› Por Diego Rubinzal
El proceso de extranjerización de la economía argentina fue uno de los rasgos distintivos de la década del ’90. Cuando el gobierno de entonces llevó adelante el programa de privatizaciones, las empresas extranjeras ingresaron como socios de capitales locales en la adquisición de las firmas que formaban parte del activo público. Con el transcurso de los años, la mayoría de los conglomerados empresariales nacionales se desprendió de su participación accionaria y el capital foráneo se adueñó casi completamente de las empresas privatizadas. De esa manera, los sectores transnacionales adquirieron un papel central en el entramado económico local.
El traspaso de empresas prestadoras de servicios públicos del Estado al sector privado operó como la puerta de entrada de los inversores extranjeros. Esa irrupción no se limitó al cambio de titularidad de las empresas estatales. La política de apertura económica y libre movimiento de capitales acentuó la tendencia desnacionalizadora. Una parte significativa de las operaciones de inversión, tanto en la industria como en los servicios, se concretó mediante la compra de empresas privadas que estaban en manos de capitales locales.
Luego de la crisis del 2002, las operaciones de fusiones y adquisiciones se redujeron notoriamente. A partir del 2003 comienza un repunte de ese tipo de operaciones que marcan el comienzo de una corriente ascendente que se extiende hasta la fecha. En dicho año se produce una serie de operaciones que significaron un cambio de titularidad de empresas extranjeras que pasaron a ser conducidas por empresarios nacionales. Ese proceso fue muy notorio en el sector financiero: entre diciembre del 2001 y diciembre del 2004 la participación de los bancos privados nacionales en el sistema aumentó un 10 por ciento. Mientras, un tercio de los bancos extranjeros que operaban en la plaza local, en diciembre del 2001, decidieron retirarse. Otra operación que sacudió el mundo de los negocios fue la compra de la mitad del paquete accionario de Telecom por parte del grupo argentino Werthein. Ese avance de los capitales argentinos fue promovido y promocionado como el inicio de un proceso de renacionalización de la estructura productiva. En el período 2002-2005 (de acuerdo con datos oficiales, CEP Base de Inversiones) la cantidad de operaciones donde el comprador fue una firma nacional creció casi un 480 por ciento.
El dato parece auspicioso si se supone que la existencia de un empresariado nacional es indispensable para el diseño de un proyecto de país acorde con las necesidades locales. Sin embargo, un análisis más profundo de la información disponible modera ese optimismo porque ese proceso se ha ido desacelerando.
En efecto, las empresas de capital nacional comenzaron una etapa expansiva durante el 2003 como resultado de la compra de empresas extranjeras que decidieron retirarse de la Argentina. Pero, desde el 2004 ese proceso se revirtió. En 2005, el capital extranjero aportó el 85 por ciento de los 4702 millones de dólares que se desembolsaron para comprar empresas. Si se analiza el origen de los capitales que decidieron invertir en el último año en la Argentina, se puede constatar que se trata, fundamentalmente, de firmas estadounidenses y brasileñas. Las primeras han elegido compañías relacionadas con el sector energético, comunicaciones y construcción, mientras que los brasileños se orientaron hacia el sector de materiales de la construcción, alimentos y bebidas e industrias básicas de hierro y acero.
En lo que va del año, la tendencia a la desnacionalización continúa. Cerca del 80 por ciento de los montos invertidos en las fusiones y adquisiciones de empresas proviene del capital extranjero. La operación más resonante fue la venta de la cervecera Quilmes Industrial del Grupo Bemberg a la brasileña AmBev, que alcanzó una participación de 91,18 por ciento del capital. El monto de la operación ascendió a 1200 millones de dólares.
También se advirtió el ingreso de fondos de inversión, que accedieron al capital accionario de distintas compañías a través de reestructuraciones de deuda. El caso más reciente fue la asociación de SanCor con un fondo de inversión comandado por George Soros. Esa operación está lejos de ser una más, SanCor no sólo es una empresa líder en el sector lácteo sino que durante muchos años fue un símbolo del cooperativismo. El nuevo escenario económico les ha permitido a muchas empresas de capital nacional mejorar su horizonte de negocios. Sin embargo, esta realidad se desarrolla con el ingreso de capitales extranjeros que vuelven a tomar posiciones sobre la estructura productiva.
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