Chorro negro
La venta de la petrolera Pérez Companc a la brasileña Petrobras profundiza el proceso de concentración y extranjerización de la economía y consolida el oligopolio que maneja el mercado argentino de combustibles. La empresa gerenciada por el Estado Federal de Brasil, su accionista mayoritario, se convirtió en la segunda petrolera integrada verticalmente del mercado: produce, refina y vende combustibles, al igual que Repsol. Entre las dos ahora manejan el 58 por ciento de la producción de crudo y el 63 por ciento de las ventas de combustibles. Con Esso y Shell completan el 94 por ciento de lo que despachan los surtidores de todo el territorio nacional. Semejante concentración les permite manejar los precios discrecionalmente. Aunque la devaluación apenas impactó sus costos, desde enero aumentaron un 100 por ciento el gasoil y un 60 por ciento las naftas. Incrementos que afectan negativamente la competitividad del resto de la economía. La privatización y extranjerización del petróleo convirtió a la Argentina en el único país exportador de crudo del mundo que no aprovecha la enorme renta que resulta del negocio para financiar al Estado y subsidiar otros sectores productivos, sino que entrega esas utilidades a compañías extranjeras.
El Estado brasileño mantiene el 32,5 por ciento del capital de Petrobras y el 55,7 por ciento de las acciones con derecho a voto. En los últimos tres años la petrolera aumentó su producción un 60 por ciento y espera alcanzar el autoabastecimiento para su país en el 2005. Con la compra de Pérez Companc va a manejar el 13 por ciento de la producción argentina de crudo y los especialistas estiman que va a enviar a Brasil más de la mitad de ese total. Brasil tiene una política petrolera con metas claras que está cumpliendo. Los otros dos grandes países de la región, México y Venezuela, mantienen el monopolio estatal de la explotación de petróleo. Un estudio de Cepal, aún no publicado y al que tuvo acceso Cash, indica que ambos países consiguieron durante el 2001 una renta petrolera superior a los 22.000 millones de dólares cada uno. Cepal estimó que Colombia acumuló por el mismo concepto 6000 millones de dólares y Ecuador 3000 millones en el mismo período. Estos dos últimos también mantienen el negocio en manos del Estado. El informe indica que la Argentina es el único país que entregó a manos extranjeras los 6000 millones de dólares de renta petrolera que generó el alto precio del oro negro durante el año pasado.
Petrobras tenía en la Argentina 600 estaciones de servicio EG3 y una refinería. Ahora suma los surtidores de Refisan, dos refinerías y los pozos de producción de Pérez Companc, además de las compañías gasíferas, químicas y petroquímicas. Así se consolida el oligopolio que viene manejando el mercado con evidentes acuerdos de precios, sin competir. Desde la devaluación, los precios de los combustibles sufrieron más de 30 aumentos consecutivos, a pesar de que las empresas no soportaron incrementos impositivos, porque la carga fiscal de los combustibles es una suma fija de 15 centavos para el gasoil y 48 centavos para la nafta súper. Y tampoco tuvieron que aplicaron aumentos salariales. Las compañías argumentan que los combustibles aún están baratos en dólares comparados con otros países. Y que es el precio internacional la referencia natural para conformar sus precios.
Pero ésa no es la política que llevan adelante países de similares características que la Argentina. Petrobras, en Brasil, exporta a precios internacionales, pero mantiene precios internos en línea con los ingresos medios de la población y la política industrial del Estado. Lo mismo hacen Venezuela y México. Bolivia, que privatizó su petróleo, tiene precios regulados. Por otra parte, durante la convertibilidad, las empresas cobraron los combustibles mucho más caros en dólares que el resto de los países de la región. Según datos de la Organización Latinoamericana deEnergía, el año pasado la nafta súper costaba 1,10 dólar en la Argentina, 60 centavos de dólar en Brasil, 50 centavos en Chile, 45 en Perú, 40 en México y 8 en Venezuela. Es decir que costaban casi el doble en la Argentina que en el segundo país más caro.
La falta de control del Estado no se reduce a la regulación de precios. Tampoco se realiza ningún tipo de auditoría sobre las reservas de petróleo. Los datos que maneja la Secretaría de Energía se los suministran las empresas. Según las estimaciones de las mismas compañías, el país sólo atesora reservas para nueve años. Antes de la privatización de YPF, la Argentina tenía asegurados 16 años de abastecimiento. Para que se advierta lo precario de la situación, basta comparar con Brasil, que tiene reservas para 20 años; Ecuador, para 32 años; México, 45 y Venezuela, 70. A pesar de que las reservas disminuyeron a la mitad, el país sigue exportando el 40 por ciento de la producción. En los últimos diez años el volumen exportado aumentó un 450 por ciento. En el mismo período las exploraciones para encontrar nuevos pozos productivos disminuyeron un 40 por ciento. Las compañías no exploran, porque es un proceso caro y de riesgo, pero siguen aumentando la producción y la exportación.
Gustavo Callejas, especialista en hidrocarburos del Grupo Moreno, señaló a Cash que Petrobras no viene a la Argentina sólo en busca de petróleo: “La idea de la compañía brasileña es abastecer con gas argentino parte del sur de Brasil e incluso llegar a San Pablo”. El problema con el gas es similar al del petróleo: aumentan las exportaciones y se reduce la exploración. Quedan reservas para 16 años, sin contar los nuevos planes de Petrobras. Eso a pesar de que se detuvo el desarrollo de la red de atención domiciliaria. El 60 por ciento de la población no cuenta con el servicio de gas natural.
El aumento del precio internacional del crudo de los últimos tres años y la fuerte baja de costos de producción que se consolidó en el último lustro en base a un fuerte proceso de modernización tecnológica potenciaron la renta petrolera en todo el mundo. La Argentina es el único país exportador de crudo que no sólo no sacó provecho de este proceso, sino que se perjudicó por el aumento de los precios internos. No se beneficia con un mayor ingreso de divisas porque permite liquidar el 70 por ciento de las exportaciones de crudo fuera del país. Las regalías son las más bajas del continente. Repsol paga un 12 por ciento acá, mientras tributa un 25 por ciento en Bolivia. En Canadá las regalías llegan al 40 por ciento. La venta de Pérez Companc viene a consolidar este proceso, dejando en manos extranjeras el 93 por ciento de la producción de petróleo.
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