POLITICA SANITARIA, SEGURIDAD EN LOS ALIMENTOS Y PROTECCION DE MERCADOS
Con medidas sanitarias, a veces, los países buscan defender la producción nacional. Existen acuerdos internacionales para evitar esas maniobras en el área del comercio.
› Por Diego Rubinzal
Marcelo Signorini es un veterinario argentino que viajó a tierras aztecas a realizar un doctorado en biotecnología. Hoy es uno de los principales referentes del gobierno mexicano en temas de seguridad alimentaria, desempeñándose como subdirector ejecutivo de Efectos Poblacionales en la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios. Desde México, dialogó con Cash acerca de las relaciones entre la seguridad alimentaria, riesgos sanitarios y la economía.
“Con el tiempo se ha comenzado a tomar conciencia de que la problemática relacionada con los riesgos sanitarios no solamente puede repercutir en la salud de las personas sino que tiene consecuencias económicas para los individuos, las familias, las empresas, los países. Es un tema muy sensible. Una correcta o deficiente política sanitaria pone millones de dólares en juego por la apertura o el cierre de importantes mercados”.
¿Quiénes son los principales responsables de generar una razonable seguridad alimentaria?
–La responsabilidad de la seguridad de los alimentos involucra a todos los actores dentro de la cadena agroalimentaria, desde el productor primario hasta el consumidor final. Sin perjuicio de ello, es el gobierno el que debe proveer las bases institucionales y regulatorias para el control de la seguridad de los alimentos.
¿De qué manera?
–Con leyes y reglamentaciones claras, instituciones estatales que tengan capacidad científica, infraestructura adecuada y apertura a la comunidad. Se deben realizar análisis de riesgos permanentes, lo cual es factible debido al mejor conocimiento científico que actualmente existe de las enfermedades transmitidas por los alimentos. Los organismos estatales deben ser capaces de asegurar un monitoreo permanente sobre los establecimientos que corresponda y tener una capacidad de respuesta eficiente en el caso de que se produzca alguna emergencia.
¿El tema de la seguridad alimentaria no puede ser utilizado por algunos países como una excusa para trabar el ingreso de determinados productos a su mercado?
–Por supuesto. Los gobiernos se ven sometidos a presiones para utilizar las restricciones sanitarias con el fin de proteger a los productores nacionales de la competencia económica. Nosotros tuvimos un claro ejemplo: hasta finales del 2003, México importaba 350 mil toneladas de carne de Estados Unidos y Canadá. Con la aparición, en estos países, de casos del “mal de la vaca loca”, la Secretaría de Salud cerró la frontera a carne proveniente de estos países. Esta medida generó un aliciente importante a la ganadería nacional que veía cómo los productos de importación ganaban terreno año con año. A medida que tanto Estados Unidos como Canadá fueron realizando acciones tendientes a reducir el riesgo de transmisión de esa enfermedad, la Secretaría de Salud realizó evaluaciones de riesgo y, con base en éstos, determinó la apertura gradual de las importaciones, a pesar de las presiones de asociaciones ganaderas que pugnaban por mantener en vigencia la medida sanitaria. Con esto no quiero decir que no resulte lícito defender la producción nacional, pero para ello se deben apelar a las herramientas adecuadas y no a malversar las conclusiones científicas.
¿Cómo saber si esas medidas responden a una preocupación por la salud de las personas o intentan restringir la competencia externa?
–Esta es una preocupación de larga data. Tan es así que en la famosa Ronda de Tokio de Negociaciones Comerciales Multilaterales (1974-1979) se negoció un Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio. Los gobiernos que suscribieron dicho Acuerdo convinieron en utilizar las normas internacionales pertinentes, salvo cuando estimaran y probaran mediante la elaboración de un análisis de riesgos, que esas normas no garantizaban una protección sanitaria suficiente. La intención del Acuerdo era poder posibilitar la solución de diferencias comerciales que sean resultantes de la aplicación de restricciones al comercio internacional. contestando la pregunta, una restricción sanitaria que tome en cuenta parámetros más exigentes que los establecidos por la citada comisión puede no llegar a estar verdaderamente justificada.
Debe ser muy difícil probar esto.
–Así es. Debido a la complejidad técnica que suelen presentarse en estos casos, reunir una prueba contundente suele ser bastante difícil. Por ello es que establecer barreras sanitarias puede resultar un instrumento proteccionista muy eficaz.
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