NOTA DE TAPA
La intervención del Indec ha generado la peor crisis en la historia del organismo y un derrumbe de su credibilidad. La clave es cómo superar esta delicada situación para restablecer la confianza perdida.
› Por Fernando Krakowiak
La intervención del Indec ha generado la peor crisis en la historia del organismo y un derrumbe de su credibilidad. La pregunta clave es cómo superar esta delicada situación para restablecer la confianza perdida. Para responderlo, Cash convocó a tres destacados especialistas: Víctor Beker, ex director de área del Indec y profesor de la Universidad de Belgrano; Benjamín Hopenhayn, investigador de la Universidad de Buenos Aires y del Plan Fénix; y Martín Hourest, economista de la CTA.
¿Qué se debe hacer para reconstruir la credibilidad del Indec?
Víctor Beker: –El requisito indispensable es que haya voluntad política para modificar la situación actual. Esto significa que se abandone un esquema en el cual en lugar de bajar los precios se baja el índice de precios y en vez de bajar la pobreza se baja el índice de pobreza. Esta condición es indispensable para poder hablar de una etapa en la cual el instituto recupere una confianza que nunca debió perder. No se trata de poner parches. Es necesario impulsar un cambio drástico que le permita a la población estar absolutamente convencida de que no hay ninguna manipulación sobre las estadísticas. El Indec debe tener autonomía absoluta al estilo del IBGE de Brasil, una fundación financiada por el Estado que actúa con absoluta autonomía respecto del poder político.
Martín Hourest: –Para afrontar el deterioro del Indec se debe impulsar un cambio ejemplificador. Si bien se han firmado acuerdos entre los sindicatos y el jefe de Gabinete, el deterioro no ha parado. Lo primero que hay que hacer, hasta tanto sea utilizada una nueva metodología y se designe a una nueva dirección política, es retomar la base estadística anterior. Por lo menos para tener una serie estadística que permita contar con una base de comparación. En segundo lugar hay que darle intervención al Congreso. Crear una comisión parlamentaria que convoque no sólo a personas relacionadas con el quehacer de la estadística y de las ciencias sociales, sino también a personalidades que operen como garantía pública de lo que allí sucede. Coincido con Víctor en que el Indec debe tener un mayor nivel de autonomía. El objetivo político es hacer desaparecer la etapa Moreno-Kirchner iniciada en enero de 2007.
Víctor Beker: –La primera medida ejemplificadora debería ser dar lugar al pedido del fiscal Garrido de suspender a todos los funcionarios que están sospechados de haber incurrido en delito, específicamente de violación del secreto estadístico. Además, se debería reponer en sus cargos al personal desplazado por oponerse a la manipulación de los índices.
Benjamín Hopenhayn: –No quiero extenderme sobre la crisis del Indec porque es un tema de conocimiento público y ha sido motivo de toda clase de denuncias. Mi interés es analizar lo que se puede hacer de aquí en adelante. En una primera etapa es necesario serenar el ambiente y dejarlo en condiciones para hacer una verdadera reconstrucción. Es muy difícil encontrar una solución en medio del enfrentamiento entre gobierno, sindicatos, partidos políticos y académicos. Lo que se me ocurre es la vieja fórmula de la concertación. Si bien hablo a título personal, en este punto la experiencia del Plan Fénix fue positiva. De entrada coincidimos en que diagnósticos teníamos todos, pero lo importante era tener un plan. La concertación debería incluir al Estado, los trabajadores del Indec y los usuarios de estadística, que podrían estar representados por profesores titulares de estadística de las universidades más reputadas del país. Con esos integrantes formaría una comisión que tenga a su cargo la regularización del Indec. La condición previa es que salgan los interventores de hecho que tiene el organismo.
Se menciona la posibilidad de elaborar un nuevo índice de precios, ¿qué cambio metodológico creen ustedes que se debería implementar?
V.B.: –El problema del índice no es metodológico. Cuando el índice se construye dándole un precio al tomate de 3,99 pesos y ningún argentino puede conseguir tomate a menos de 10 pesos, el problema no es metodológico.
B.H.: –En la esquina de mi casa el tomate está a 4 pesos.
V.B.: –Puede ser que esté ahora, pero no estuvo a ese precio el mes pasado.
B.H.: –Estuvo quince días a 15 pesos, pero después bajó.
V.B.: –La primera condición es que los valores con los que se alimenta el índice sean los que se detectan en los relevamientos que hacen los encuestadores del Indec. La segunda cuestión es no confundir el índice de precios al consumidor con un índice de costo de vida. El IPC lo que mide es la evolución en el tiempo de una canasta fija. Obviamente, si el precio del tomate aumenta probablemente esa semana no compre tomate, pero si quiero medir eso lo que tendría que elaborar es un índice de costo de vida. ¿Por qué se utiliza un índice de precios y no de costo de vida? Porque hasta ahora nadie en el mundo encontró la fórmula ni la tecnología para cambiar la canasta a medida que cambian los gustos de los consumidores.
B.H.: –En Europa hay una tremenda discusión sobre cómo medir índices de costo de vida de sectores de diferentes ingresos y regiones. Los franceses quieren llegar a que cada familia elabore su costo de vida y se lo mande por mail al Instituto Nacional de Estadística.
V.B.: –En Inglaterra el Instituto de Estadística pone a disposición de la gente un programa en el cual cada persona carga su consumo del mes y con eso puede calcular su propio índice, pero esto no tiene nada que ver con el cálculo de los precios. La queja de la gente siempre ha sido que no se sentía representada por la evolución del IPC y eso es cierto porque el IPC representa una canasta media.
M.H.: –El Indec tenía una secuencia de reformas de sus propios indicadores para introducir nuevas metodologías e ir eslabonándolas en el tiempo. Sacrificar esa cultura institucional es un error. Lo que se ha hecho es retocar la base y hacer desatinos allí.
Pero antes de la intervención oficial también existían críticas a la metodología y ahora se sigue insistiendo en ese punto. El candidato a vicepresidente del oficialismo aseguró que se va a tomar el ejemplo del sistema estadounidense, donde se le da más importancia a un indicador que excluye energía y alimentos llamado core inflation.
V.B.: –El equivalente de la core inflation en el índice de precios nuestro es la categoría “resto IPC”, que excluye a los productos estacionales y regulados. Cuando algunos precios fluctúan muy pronunciadamente por razones estacionales se puede quitar y ver la inflación de fondo. Esto se hace en la mayoría de los países y también en el nuestro.
B.H.: –Estados Unidos es el único país que excluye alimentos y energía. Es una metodología muy particular. No creo que podamos identificar la core inflation con la forma de medir la inflación que tenemos nosotros, pero hay que reconocer que tenemos un problema metodológico. No escondamos la cabeza como el avestruz y propongamos tomar la metodología que existe porque con esa nos arreglamos hasta ahora. Hay una encuesta del gasto de las familias que se terminó hace un par de años y todavía no tenemos el resultado.
V.B.: –El resultado está y se tenía que aplicar este año, pero no se lo hizo.
B.H.: –Entonces tenemos un problema de aplicación de la nueva canasta de gastos para modificar el índice de precios.
V.B.: –La intervención en el Indec abortó lo que se tendría que haber hecho. A principios de este año estaba programado empezar a trabajar con la nueva canasta.
Si se actualiza la canasta con la nueva encuesta de gastos, ¿se soluciona el problema?
M.H.: –La canasta dice qué ponderación de consumo tiene cada hogar, pero si el Gobierno retoca los precios, el problema va a seguir.
Si los precios no se manipulan, ¿alcanzaría con actualizar la canasta?
V.B.: –Si había alguna cuestión metodológica que resolver era ésa, pero una vez que se tiene la nueva canasta no se la puede implementar de un mes para el otro. Tiene que haber un período en el cual los dos índices se empalman porque lo importante es que se pueda comparar. El gran problema es cómo se resuelve el 2007. Por ejemplo, yo estoy terminando una comparación salarial de países de Latinoamérica y el resultado muestra que en el país el salario mínimo es muy superior al del resto de la región. Es una buena noticia, pero ese cálculo lo pude hacer porque usé datos de 2006 porque con las cifras de 2007 no podría. Esto se transforma en un boomerang para el Gobierno porque hasta los indicadores que jugaban a su favor no se pueden seguir calculando.
B.H.: –Para reorganizar el Indec tiene que haber un proyecto de ley nuevo que contemple la experiencia argentina y la internacional. Ese proyecto de ley tiene que surgir de la concertación que propicié antes y se le tendría que presentar al Congreso que asume el 10 de diciembre.
Si se comprueba que hubo manipulación y se reconstruye la serie de precios sin tomar en cuenta el período de la intervención el impacto económico sería muy fuerte, ¿consideran factible que se tome esa decisión?
V.B.: –En algún momento esto va a suscitar una cantidad de juicios al Estado por parte de los titulares de bonos indexados por CER. Si se reconstruye la serie se evitarían esos juicios. Eso va a tener un costo, pero la culpa no va a ser del índice sino de la realidad.
M.H.: –Serrat tiene una canción que dice “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Más temprano o más tarde se van a tener que afrontar las políticas públicas para resolver el problema.
V.B.: –Si el tema no se soluciona, va a terminar aflorando un índice privado que terminará siendo tomado como referencia. Si la salud pública no funciona, se crea la salud privada, y si las estadísticas públicas no son creíbles, también surgirán las privadas.
B.H.: –Los distintos cálculos que he visto, desde los más chantas a los más respetables, arrojan una inflación que oscila entre 10 y 20 puntos. Es una distancia muy grande desde el punto de vista de la discusión salarial y de los bonos. Si la inflación es 10 por ciento, los bonistas se llevan 6200 millones, pero si es 20 por ciento llega a 12.400 millones de dólares. ¿No hay nadie detrás de esos 6000 millones extra? En cuanto a los salarios, un resultado indicaría que el salario real mejoró y el otro que retrocedió. No tengo respuesta sobre qué cifra se debe tomar, pero hay que discutir y reflexionar mucho antes de tomar una decisión.
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