Dom 20.01.2008
cash

EL CONFLICTO EN EL CIRCUITO FRUTICOLA

Quién se come la fruta

Corte de rutas, destrozos en plantaciones y fuerte puja sindical se registraron en el Alto Valle por el reclamo de mejoras salariales.

› Por Claudio Scaletta

En las actividades agrícolas y agroindustriales, las acciones de los hombres suelen acompañar los ciclos de la naturaleza. No ocurre sólo con las tareas culturales sino también con los conflictos sociales asociados. Esta semana, el circuito frutícola de la Norpatagonia volvió a ser noticia nacional. Año a año, llegado el tiempo apremiante de la cosecha, algunos productores primarios que actúan por fuera de sus organizaciones y trabajadores rurales ponen en movimiento los socialmente irritantes cortes de ruta. Con el generalizado rechazo del conjunto de la sociedad suman su aporte a la degradación de una modalidad de “protesta social” alejada de su base de legitimación inicial, aquella que la situaba como el único camino de expresión de sectores marginalizados por las políticas de ajuste que, de otro modo, no lograban ser escuchados.

El alza en dólares del jornal del trabajador rural entre 2001 y 2008 fue del 110 por ciento.

Aunque para quienes participan de la disputa puede tratarse de un mecanismo de presión efectivo, la irritación social generada no sólo profundiza odios de clase, especialmente desde los sectores medios, sino que alienta la mayor ideologización del conflicto. Los sectores tradicionales aprovechan para cargar tintas sobre sus rivales “progresistas”, ganando auditorio entre los irritados. Desde la vereda de enfrente se repiten catatónicamente viejos axiomas sobre la represión sin advertir quizá que 2008 no es 2002. Pero irritación e ideologización consiguen también otro resultado: velar, para la parte de la sociedad que no participa del conflicto, las causas que lo alientan.

En una extensión de poco más de 100 kilómetros que siguen la ribera del Alto Río Negro y sobre la que se emplaza un núcleo urbano extendido de localidades que suman más de medio millón de habitantes, alrededor de un centenar de trabajadores estableció esta semana al menos ocho cortes de ruta, semipermanentes para algunos vehículos y permanentes para los transportes de fruta. Luego de que el Ministerio de Trabajo de la Nación decretara la conciliación obligatoria para destrabar la disputa, parte de los trabajadores no acataron el mandato también ordenado por la dirigencia de Uatre y continuaron la medida. A ello sumaron ataques y destrozos en las explotaciones que, para evitar pérdidas millonarias por exceso de maduración, iniciaron de todas maneras la cosecha de peras, en muchos casos con los trabajadores migrantes entrerrianos y tucumanos que arriban todos los años en respuesta a la alta demanda estacional de mano de obra. Sobre el fin de semana, el nivel de tensión llegó al extremo de encontrarse productores armados protegiendo la recolección de la fruta, una decisión con consecuencias impredecibles.

A diferencia de temporadas anteriores, las demandas de Uatre no cuentan este año con el apoyo unificado del resto de los sectores sindicales. El gremio “del hielo”, que agrupa a los trabajadores de los frigoríficos, consiguió una mejora del 20 por ciento en el básico, que representa un incremento del 25 por ciento en el salario total. Los trabajadores del empaque, en tanto, consiguieron también 25 por ciento en el salario, al que sumarán 15 por ciento por productividad. Los rurales, para quienes una legislación nacional acordó este año una mejora del 60 por ciento, tendrían un jornal de 76 pesos, pero a comienzos de esta semana demandaban 100 pesos diarios. El justificativo de los rurales fue una supuesta “inflación real”. Al cierre de esta nota se encontraban trabadas las paritarias iniciadas en el Ministerio de Trabajo, en Buenos Aires.

Visto desde la perspectiva empresaria de una actividad con mercado principal en la exportación, y más allá del pico de irracionalidad alcanzado por el conflicto, el dato clave reside en la evolución del “costo salarial” en dólares. Calculado el aumento en base al 60 por ciento acordado entre el gobierno nacional y sectores donde la mano de obra rural no es intensiva, como las entidades del agro pampeano, el crecimiento en dólares del jornal del trabajador rural entre 2001 y 2008 alcanza el 110 por ciento. El salario de empaque y frigorífico aumentó 23,4 y 29,3 por ciento, respectivamente, mientras que el jornal de cosecha tendría una suba del 58,3 por ciento. De acuerdo con analistas empresarios, para un productor primario de manzanas y peras una suba del salario rural del 60 por ciento implica un incremento de 3,6 centavos de dólar por kilo de fruta cosechada. Con una producción estimada en 1,5 millón de toneladas, el aumento del salario rural significa una suba de costos de 54 millones de dólares.

[email protected]

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux