Dom 03.02.2008
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LA CRISIS MUNDIAL Y EL IMPACTO EN LA ARGENTINA

Oración a la soja

La recesión en Estados Unidos abre interrogantes sobre la evolución de la economía mundial. El elevado precio de la soja brinda un horizonte despejado a la Argentina, aunque los riesgos siguen latentes.

› Por Miguel Teubal *

En pocas semanas la probabilidad de que se produzca una recesión mundial, motorizada por la caída de la economía de los Estados Unidos, se ha hecho más palpable. El tema permite numerosas explicaciones acerca de sus causas y posibles consecuencias. Una parte importante de las mismas son exageradamente optimistas: consideran que las medidas tomadas por los gobiernos de los Estados Unidos y la Unión Europea (baja de la tasa de interés en el primero, no así en el segundo, y apuntalamiento de los grandes bancos con fondos multimillonarios) aparecen en primera instancia como suficientes para capear la tormenta. Existen razones para no ser tan optimistas respecto de la efectividad de esas medidas.

“La soja conforma una parte apreciable de nuestras exportaciones”, destaca Teubal. Foto: Télam.

Tras muchos años de neoliberalismo se han desregulado extensamente los mercados monetarios y financieros mundiales. Así se ha potenciado como nunca al sector financiero, que en las últimas décadas ha crecido mucho más que el PIB mundial. Como consecuencia, la economía mundial se ha transformado en una netamente especulativa. En la Argentina, la liberalización del sector financiero fue impulsada por José Alfredo Martínez de Hoz, en la primera etapa del gobierno militar, y luego por el Plan de Convertibilidad, que liberalizó los movimientos de capitales desde y hacia el exterior. La pregunta que surge es si son capaces las bancas centrales de los países desarrollados de controlar la actual vorágine financiera. No es un tema menor puesto que la experiencia indica que las crisis mundiales –la de 1930, por ejemplo– comienzan con crisis financieras, caída de bolsas, que luego se trasladan al resto de los sectores económicos.

En este punto también cabe señalar el enorme déficit fiscal y de comercio exterior de los Estados Unidos. No cabe duda de que éstos han sido potenciados por la política exterior de Bush y la guerra de Irak, entre otras cuestiones. También tienen que ver con la pérdida de hegemonía de los Estados Unidos en algunas ramas industriales frente a los países europeos y asiáticos. La enorme deuda que como consecuencia acumulan los Estados Unidos es financiada fundamentalmente por China y otros países del sudeste asiático, lo cual refleja la situación endeble.

Mientras que el FMI y el BM imponían ajustes estructurales sobre las economías de los países del Tercer Mundo, sus funcionarios hacían oídos sordos sobre esos enormes déficit de los Estados Unidos. Esa dinámica fue posible porque el dólar seguía siendo, en gran medida, la moneda internacional por excelencia y porque a China y a los demás acreedores de los Estados Unidos no les convenían la caída del dólar ya que sus tenencias estaban fundamentalmente denominadas en esta moneda. Todo ese andamiaje contribuye a poner de relieve la debilidad en que se encuentra hoy el dólar en la economía mundial.

¿Cuáles son las posibles consecuencias de ese inquietante panorama para la Argentina? No es tan claro que la crisis mundial no afectará el precio de los commodities (soja) que conforman una parte apreciable de nuestras exportaciones. Si bien los principales mercados son China y la Unión Europea, no significa que no persista la vulnerabilidad de nuestras exportaciones. Una gran recesión en los Estados Unidos seguramente afectará tanto a Europa como a China, los dos mercados más importantes para esas exportaciones. Entonces, si bien sólo el 10 por ciento de las exportaciones totales tiene como destino los Estados Unidos, una crisis mundial incidiría sobre aquellos países que sí compran una parte apreciable de nuestras exportaciones.

Por otra parte, tras la crisis del 2001/2002 y la reestructuración de parte de la deuda externa, así como el pago total al FMI, pareciera que un crac de las bolsas y una crisis financiera generalizada no nos afectarían demasiado. Pero esto dependerá de la política desarrollada en el orden económico interno. Todavía se registra una deuda externa sustancial, que presumiblemente requiere nuevo endeudamiento para su financiamiento. La globalización financiera que impera en el mundo quizás incida más sobre una posible crisis interna que lo que los funcionarios del Gobierno quieren reconocer dada la interconexión que impera entre los mercados financieros. Después de todo, desde la crisis del Tequila hasta la brasileña tuvieron sus efectos en el orden interno. ¿Por qué suponer que una crisis mundial no podría tenerlos?

* Economista. Profesor de la UBA e investigador Superior del Conicet.

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