Dom 06.04.2008
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INFORME ESPECIAL > LAS EXPORTADORAS MULTINACIONALES

Gigantes invisibles

› Por Claudio Scaletta

Cuando el pasado 11 de marzo se anunciaron las retenciones móviles la Federación Agraria Argentina realizaba un bloqueo contra los puertos de las multinacionales Dreyfus en General Lagos y de Cargill en la localidad de San Martín. Sin embargo, desatado el lockout, las firmas que concentran el comercio exterior de las principales exportaciones del agro, entre las que se encuentran los principales operadores del mercado mundial, no volvieron a ser nombradas. La furia chacarera se canalizó sólo hacia el Gobierno. Para los funcionarios y algunos observadores, uno de los datos sorprendentes de la protesta fue que los sujetos sociales preponderantes en los cortes de ruta fueran los pequeños y medianos propietarios y arrendatarios rurales. No era esto lo que debía esperarse del efecto macroeconómico y sectorial de las retenciones móviles. Más allá del discurso, el dato preocupó con demora en algunos sectores del Ejecutivo y explica las concesiones otorgadas. La pausa en el enfrentamiento campo Gobierno –que vale recordar no son contrincantes que puedan homologarse– puede ser un buen momento para desentrañar una reacción en principio paradójica. El camino demanda un doble abordaje: conocer primero la estructura del mercado de exportación y el poder relativo de los actores que lo integran, para luego detenerse en la relación entre los productores primarios y los intermediarios en el comercio internacional.

El modelo Cargill

Cuando se miran los números del comercio exterior de granos y oleaginosas y se lo desglosa por empresas no se encuentra allí a los pequeños y medianos ruralistas. Destaca, en cambio, un grupo muy reducido de grandes firmas, en su mayoría multinacionales, aunque no solamente.

Dos de los indicadores más sencillos de concentración son los denominados C4 y C8, los que se obtienen sumando los porcentajes de las participaciones de mercado de las primeras 4 y 8 firmas, respectivamente, del sector bajo análisis. De acuerdo a la metodología internacional estándar se habla de mercados concentrados frente a C4 mayores al 50 por ciento y C8 mayores de 80 por ciento.

Si se observa el commodity más afectado por las nuevas retenciones móviles, la soja carente de proceso de transformación, se encuentra que los máximos niveles de concentración se alcanzaron en 1998. En 2007, la concentración se redujo respecto a los picos de la década pasada (Tabla 1).

Pero si bien los valores del último año se encuentran por debajo de los picos de fines de los ‘90, se mantinen bastante por encima del período inmediato anterior. En 1994, por ejemplo, el C4 estaba en 43,5 por ciento y el C8 en 73,01.

La alta concentración económica que muestra el mercado de exportación del cultivo estrella de la economía local es entonces un fenómeno que si bien tuvo su cénit a fines de los ’90, se mantuvo luego de la salida de la convertibilidad.

Cuando se analiza el mercado de exportación de trigo, en cambio, no se observa esta oscilación de fines de la década pasada. En los últimos diez años la concentración fue siempre creciente, pero comenzó a ser preocupante a partir de 2001 y alcanzó un techo en 2005, con leve retroceso en 2006. La anomalía se encuentra en la franca caída de 2007, aunque sin abandonar niveles de concentración elevados (Tabla 2).

Los datos de concentración necesitan completarse con la observación de la evolución de las exportaciones por empresa.

La primera evidencia que surge de la Tabla 3 se corresponde con el cambio de la estructura productiva en el agro local: las empresas se concentran en la actividad sojera. Las principales firmas mantienen relativamente estables sus cuotas de mercado a la vez que aparecen con fuerza nuevos jugadores, algunos ausentes hace una década, fenómeno también relacionado al auge relativamente reciente del cultivo (Tabla 3).

En el caso de trigo, la caída del último año sugiere la misma tendencia: que el negocio prefiere la soja. La Tabla 4 muestra adicionalmente que las nuevas comercializadoras que aparecen en el negocio sojero, Noble, ADM, Nidera y Bunge, también se hacen fuertes en el comercio exterior de cereales y que las dos primeras no dejaron de crecer incluso en 2007.

Cargill continúa siendo la firma líder y la única que mantiene bastante estable su cuota de mercado en todos los productos. Pero la diferencia en la evolución de esta multinacional, la primera exportadora de la Argentina, no reside sólo en la producción primaria sino en el entramado multisectorial, con inversiones en semillas, fertilizantes, carnes, edulcorantes, maltas, aceites, biodiesel, acopios, transportes, puertos, etcétera (Tabla 4).

Tamaños y precios

El mercado de exportación de cereales y oleaginosas suma a su elevada concentración el dato de que muchas de las firmas que lo integran son a la vez las grandes multinacionales que controlan el mercado mundial. Es difícil saber la magnitud exacta de firmas como Cargill. No cotiza en bolsa y sus balances son privados. Sus márgenes de ganancia, probablemente fabulosos, resultan difíciles de discernir. Pero el tamaño de las porciones de mercado y la multitud de plazas en las que operan estas firmas permiten inferir que su producto es similar al de muchos países de desarrollo medio. Se trata en muchos casos de empresas que controlan buena parte del mercado mundial, donde son habituales las operaciones intrafirma y, según las periódicas amenazas de la AFIP, las triangulaciones y probables subfacturaciones. De acuerdo con datos de Aduana, Cargill de Argentina, por ejemplo, realiza alrededor de dos tercios de sus ventas a Cargill de Uruguay. Algunas de estas firmas son también nacionales, como Aceitera General Deheza (AGD) o Vicentín (que no figura en el ranking), pero tienen la particularidad de su tamaño. Ni siquiera Brasil posee en el sector exportador empresas de esta magnitud.

Una aproximación a las ganancias de las multinacionales se consigue vía la formación de precios. La oferta internacional de soja, por ejemplo, es liderada por Estados Unidos, Brasil y Argentina. Pero por razones históricas, financieras y de infraestructura, los valores de referencia son formados en los puertos de salida de Estados Unidos en el Golfo de México. En teoría, los precios de Argentina se forman en relación con los del Golfo menos el costo de flete desde los puertos de salida locales. Sin embargo, en una investigación de Andrés Tavosnanska y Jorge Schvartzer sobre el complejo sojero local (Cespa, Documento de Trabajo N° 10, marzo de 2007) se analiza el diferencial entre ambas plazas para el período 1980-2007 y se encuentra una gran volatilidad entre ambas cotizaciones. Estas variaciones van desde 0 a valores negativos en algunos períodos (1987 y 2002) a 30 dólares por tonelada en años de auge como 2004. Dicho de otra manera: una hipótesis aceptable es que la diferencia de cotizaciones es guiada por el arbitrio de las comercializadoras y no por los fletes.

El factor retenciones

Las comercializadoras adquieren la materia prima de los productores primarios. Siguiendo con el ejemplo de la soja y como se repitió en los últimos días, el universo de los vendedores es un 20 por ciento de propietarios y arrendatarios que controlan el 80 por ciento de la producción y un 80 por ciento que controla el 20 por ciento restante. No hace falta decir que el poder de negociación de los pocos que venden el grueso es diferente del de los muchos que venden el menos. Pero la situación está lejos de agotarse en estas proporciones.

Para determinar el valor que recibe el productor, una vez definido el precio interno y ajustado a pesos según el tipo de cambio, también debe restársele el porcentaje de retenciones. A ello se resta también los costos de flete e intermediación desde la tranquera del establecimiento al puerto de destino. En el caso del trigo que se vende para su consumo en el mercado interno, a las restas le sigue una suma: el subsidio por el diferencial entre el precio de venta interno y el precio técnico de exportación. Vale aclarar que el subsidio solo corre para alrededor de un tercio de las ventas, pues el resto se exporta.

A grandes rasgos las opciones de comercialización del productor son las siguientes:

1. Conservar la cosecha en el campo, por ejemplo, en bolsas silo o en silos propios a la espera del momento propicio para la venta.

2. Vender a un acopiador, que puede ser un particular o una cooperativa.

3. Vender en el mercado de futuros, lo que significa entregar hoy pero con una fecha de cobro predeterminada de acuerdo a la cotización de esa fecha, por ejemplo junio. Mercado en cuya esencia se encuentra el diferencial con el precio futuro: lo que explica que se hable de su “desaparición” con las retenciones móviles en cuanto éstas determinan “un techo” para dicho precio.

4. Vender directamente al exportador cuando los volúmenes son importantes.

Más allá de estas opciones, el aspecto más controvertido e irritante para el productor primario en su relación con las exportadoras está dado por la combinación entre el registro de exportaciones y el momento de aplicación de las retenciones. Las exportaciones deben declararse previamente y anotarse en un registro, lo que sirve para que el Estado conozca la evolución de los flujos comerciales y llegado el caso los regule. La anotación implica cumplir con determinados requisitos, como tener un contrato de venta por un pedido desde el exterior. Para una multinacional con filiales en todo el mundo este requisito es fácil de satisfacer. La retención que corre es la existente al momento de la inscripción en el registro, lo que permite entender las cataratas de inscripciones frente a cada rumor de aumento del tributo, o que los cupos de algunos registros prácticamente se completen apenas abiertos.

El punto es que una retención más alta deprime, en la misma proporción, el precio interno. Pero la exportadora ya tiene declarada la venta con anterioridad y con una retención menor. Los sucesivos aumentos producidos en los últimos años significaron, en consecuencia, fuertes transferencias desde los productores primarios hacia las firmas comercializadoras, lo que afectó más a los sectores con menor poder de negociación. Para tener una idea de la magnitud de la transferencia, en el caso de la soja este diferencial a favor de las exportadoras llegó hasta los 90 pesos por tonelada.

Pero todavía falta un dato. Aunque el precio interno es, en teoría, el externo menos la retención, por esos misterios del Código Aduanero la retención no se calcula sobre el valor efectivo del embarque, sino sobre el neto de retenciones. No es un juego de palabras. Si la retención es del 40 por ciento y se exporta por 500 no se retiene el 40 por ciento de 500 sino el 40 de 300: 120 y no 200. Los 80 son un extra para la exportadora.

Volviendo al principio, las ganancias diferenciales respecto de la media son uno de los factores que retroalimentan los procesos de concentración como los graficados en los mercados de exportación de trigo y soja a través de esos dos indicadores clásicos (C4 y C8). La existencia de grandes firmas que concentran el grueso de la ganancia del negocio en detrimento de los eslabones más débiles del circuito explica el descontento manifestado en los piquetes durante el lockout. El cuadro campero se completa cuando se recuerda que los precios de los lácteos y carnes pagados por los consumidores no bajaron mientras sí bajaban los recibidos por los productores primarios.

Avanzar sobre los problemas de transparencia y las inequidades de la cadena de comercialización es una asignatura pendiente de la actual administración que, no por ello, valida el carácter asocial del reciente lockout.

TABLA 1: Porotos por el puerto
Indicadores de concentración en el mercado de exportación de soja
En porcentaje de mercado primeras 8 empresas (C8) y primeras 4 (C4)
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
C4 81,38 77,78 74,23 56,65 57,77 64,31 57,58 61,71 62,11 59,50
C8 95,3 94,55 91,12 81,16 87,29 95,51 87,49 97,26 96,22 96,46

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Aduana sobre volúmenes exportados por empresa.

TABLA 2: Granos por el puerto
Indicadores de concentración en el mercado de exportación de trigo
En porcentaje de mercado de las primeras 8 empresas (C8) y primeras 4 (C4)
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007
C4 43,03 52,37 52,81 57,13 63,32 61,36 56,10 66,61 63,54 54,65
C8 73,37 80,00 80,82 81,49 92,13 94,67 92,17 95,29 93,39 84,04

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Aduana sobre volúmenes exportados por empresa.

TABLA 3: Top ten soja
Exportaciones por empresa
En toneladas y porcentaje sobre mercado total
Empresa 1998 % 2002 % 2007 %
Cargill 592.950 19 1.321.076 21 2.329.058 20
Noble Argentina 0 355.450 6 1.499.346 13
ADM Argentina 0 704.778 11 1.488.907 13
Nidera 0 513.163 8 1.462.194 13
Bunge Argentina 0 389.980 6 1.453.704 13
Dreyfus 56.758 2 417.191 7 1.195.605 10
Toepfer 72.717 2 996.934 16 903.204 8
ACA 304.116 10 500.879 8 659.194 6
La Plata Cereal 23.202 1 541.547 9 0 0
Prod.Sudamericanos 1.310.053 41 14.721 0 0 0

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Aduana y Sagpya

TABLA 4: Top ten trigo
Exportaciones por empresa
En toneladas
Empresa 2003 2004 2005 2006 2007
Bunge Argentina 331.543 1.626.372 2.194.194 1.941.264 1.515.983
Cargill 914.019 1.760.491 1.784.209 1.702.452 1.500.650
ADM Argentina 669.547 1.064.972 829.420 1.133.450 1.160.656
Toepfer 802.149 1.000.965 1.268.627 1.039.539 880.242
Dreyfus 629.466 1.034.003 1.378.958 1.083.673 844.158
ACA 696.615 1.138.168 1.039.935 668.412 782.883
Nidera 380.096 763.282 676.367 719.790 662.018
Oleag. Moreno 2.600 398.754 307.247 325.417 430.747
AGD 162.903 283.989 299.173 110.027 365.603
Noble Argentina 8.198 17.112 106.140 95.929 312.860

Fuente: Dirección de Mercados Alimentarios de la Sagpya

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