LA RECESION EN LOS ESTADOS UNIDOS
La crisis internacional está afectando a los países desarrollados. Escenarios que pueden influir en la evolución de la economía doméstica.
› Por Horacio Rovelli
Los últimos acontecimientos financieros mundiales dejan entrever que la crisis toma magnitudes de consideración. La crisis financiera refleja que los Estados Unidos, cuyo Producto Bruto Interno significa más de la quinta parte del total mundial, ingresó en un proceso de recesión. El origen de la crisis se debe a que Estados Unidos ha venido viviendo por encima de su producción: el consumo global y el gasto del Estado han sido solventados por más endeudamiento desde que asumió el Partido Republicano. Esto, tarde o temprano, se iba a ver reflejado en el sistema financiero.
La crisis se generaliza con epicentro en Estados Unidos. Esta economía es el principal sostén de los superávit comerciales logrados por China e India y demás países asiáticos. Además, es la gran demanda de alimentos, materias primas, materiales y combustibles de esos países en crecimiento y, a la vez, éstos son el principal sostén de los altos precios de los commodities.
Argentina se ha favorecido en los últimos años con la suba sostenida de los precios de los commodities, base principal de sus exportaciones. También se ha beneficiado con la baja de la tasa de interés de la Reserva Federal porque parte importante de deuda externa se encuentra en dólares.
A Estados Unidos le cuesta cada vez más seguir financiando su elevado consumo global y endeudamiento emitiendo dólares. Los países que en conjunto tienen altas reservas internacionales en esa moneda no están dispuestos a seguir “comprando” dólares y demandan otros activos.
Se presentan dos alternativas sobre el devenir de esta crisis. La primera es que, si la recesión es “administrable”, el impacto sobre la economía mundial y, sobre la Argentina en particular, queda acotado a cuánto menos le compra Estados Unidos al resto del mundo (especialmente a China e India) y, por lo tanto, en cuánto disminuirán las compras externas de los países asiáticos. Este último aspecto afectará a la Argentina.
La segunda alternativa es que la crisis adquiera tal complejidad que haga dudar del dólar como moneda de intercambio. Por una parte afectaría las reservas internacionales de la mayoría de los países, incluida Argentina, que tienen un alto porcentaje de éstas en esa divisa. Y, por otra, crearía un desconcierto y una necesidad de buscar puntos de equilibrio, con nuevas monedas como reserva.
En las actuales condiciones de interrelación de la economía globalizada, con la primera alternativa la crisis quedaría supeditada a destruir lo que los movimientos especulativos crearon: la burbuja de los precios de los activos (inmuebles y acciones). Los tenedores de esos activos tratarán de “descargar” sus pérdidas. Aquí aparece otra parte del problema: ¿qué nuevas maniobras harán los grandes operadores del mercado para disminuir sus quebrantos frente a la necesidad de “sincerar” los precios de esos activos?
En ese marco, en la primera alternativa, Argentina no se verá afectada mayormente, previéndose un saldo favorable en el comercio exterior para el 2008 y el 2009 y superávit fiscal, fruto principalmente de las retenciones a las exportaciones. Pero si se da la segunda opción ya no se tendría que pensar solamente en la posibilidad de un menor ritmo de crecimiento, sino en problemas de colocación de exportaciones y tener que lidiar con la baja de los precios de los commodities. A su vez, parte de los mayores saldos exportables asiáticos podrían intentar colocarse en nuestro país, con la consiguiente caída del saldo comercial.
La Argentina se encuentra hoy en una mejor situación para enfrentar esta crisis que en el pasado. El manejo de las cuentas públicas y de su sector externo ha sido acertado. Además, se hizo un considerable esfuerzo en diversificar el mercado mundial para sus ventas externas. También fue inteligente el planteo de integración comercial y cambiar alimentos por energía. No obstante, para mejorar aún más nuestra posición externa, esa política debe ir acompañada por el esfuerzo del sector público y el privado de agregar valor a las exportaciones. Sólo así se consolidará un mercado interno considerable unido a uno externo que permita sortear crisis como la presente, generando trabajo, salarios dignos y mayor inclusión social.
* Economista de Fetyp.
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