Dom 11.05.2008
cash

INFORME ESPECIAL

El laberinto pyme

Las entidades públicas y privadas aumentaron la cantidad de préstamos a pequeñas y medianas empresas en los últimos años. Pero la mayoría de las pymes opta por la autofinanciación antes que acudir a un banco, debido a las elevadas tasas y las muchas trabas que existen para conseguir el crédito.

› Por Sebastián Premici

Dos empresas, que son los mayores deudores del sistema financiero, absorben el mismo monto que 60.000 pymes, lo que refleja la fuerte concentración crediticia. Si bien las entidades públicas y privadas aumentaron la cantidad de préstamos a pequeñas y medianas empresas en los últimos años, la mayoría de esas unidades productivas opta por la autofinanciación antes que acudir a un banco, debido a las elevadas tasas y las muchas trabas que existen para conseguir el crédito. Las vías de asistencia más utilizadas por pymes son los cheques en descubierto y adelanto en cuenta corriente, con tasas que superan el 30 por ciento anual. Son créditos de corto plazo cuando, luego de un lustro de crecimiento, esas empresas necesitan financiamiento a más de cinco años para ampliar su capacidad productiva. Especialistas con una mirada heterodoxa de la economía consultados por Cash coinciden en la necesidad de que los bancos sean administrados como servicios públicos y otorguen crédito en base a una concepción de desarrollo, financiando la inversión y el capital de trabajo, en especial a las pymes.

Existen aproximadamente 1,2 millones de pequeñas y medianas empresas. Durante los dos primeros años de recuperación de la economía, esas unidades productivas generaron el 92,7 por ciento de los puestos de trabajo, mientras que las grandes firmas sólo participaron del 7,3 por ciento restante. Durante el año pasado, las pymes industriales representaron el 46 por ciento del valor agregado del total de ese sector y emplearon al 48 por ciento de los asalariados industriales, según el Observatorio Pyme, 2007-2008.

Las pequeñas unidades productivas que pudieron sobrevivir a la década menemista y a la salida de la convertibilidad empezaron a trabajar a partir de su maquinaria ociosa, acompañando la recuperación económica. Pero ese desarrollo de las pymes llegó a su techo. “Si el Estado no favorece el recambio de maquinaria, talleres, instrumental técnico, quedarán ahí. Hay una gran brecha entre las grandes y pequeñas empresas”, indicó a este suplemento Jorge Delacroix, vicepresidente nacional de Apyme. El crédito a largo plazo es uno de los principales reclamos.

La Argentina tiene una de las participaciones más bajas de Latinoamérica en cuanto al otorgamiento de crédito en relación al PBI (13,5 por ciento), mientras que en Brasil es del 40 por ciento y en Chile del 80. Del total de crédito local, sólo el 6 por ciento está destinado a la industria. A diciembre de 2007, el Banco Central indicaba que el plazo promedio de los créditos a familias era de 5,4 años, mientras que para las empresas era de un 1,5. “Hoy la banca es un instrumento de concentración al servicio de un modelo regresivo de distribución del ingreso sectorial y regional. No es entonces que sea difícil el acceso de las pymes al crédito, sino que el crédito no está al servicio de las unidades productivas”, señaló a Cash el economista Carlos Leyba.

El 32 por ciento del crédito al sector privado es adjudicado a las cien empresas más grandes, un 43 por ciento corresponde a las 1900 compañías con más de cinco millones de pesos de deuda y un 25 por ciento va para las restantes 118.500. “Cuando la economía andaba peor, las pymes se financiaban a través de sus cuentas corrientes, situación que fue cambiando ya que los empresarios empezaron a desarrollar un volumen interesante de dinero que les sirvió para autofinanciar su capital de trabajo y no sus proyectos de inversión, que necesitan del largo plazo. Hoy los préstamos a pymes para todo el sistema financiero ascienden al 24 por ciento del total”, detalló a este suplemento Alfredo García, economista en jefe del Banco Credicoop.

Para Mariano Kestelboim, investigador de la Fundación Proteger, el financiamiento que ofrecen los bancos comerciales es precario y no responde a las necesidades de las pymes, por las tasas de interés que quieren cobrar las entidades privadas. “La rentabilidad de las empresas viene disminuyendo, por eso el recupero de la inversión no es tan alto como para pagar los créditos que ofrecen los bancos, con tasas superiores al 20 por ciento anual”, apuntó Kestelboim.

Desde el sector financiero la percepción de la situación de las pymes es diferente. Los bancos privados de capital argentino nucleados en Adeba señalaron que aumentaron su exposición crediticia a las pymes, cercana al 30 por ciento del total de la financiación privada al alcanzar los 10.000 millones de pesos. “Los instrumentos de crédito más utilizados desde 2004 fueron migrando del corto a líneas de mayor plazo, creciendo estas últimas (prendarios y préstamos menores a 200.000 pesos) a un ritmo que fue el doble que los adelantos en cuenta corriente y los descuentos de documentos. Así, los instrumentos de largo plazo tienen una participación del 32 por ciento en el total del sistema, con tasas que oscilan entre el 13 y el 21 por ciento anual”, explicó a Cash Jorge Brito, presidente de Adeba y del Banco Macro.

Por otro lado, los bancos internacionales incrementaron 106,2 por ciento las financiaciones a las pymes entre diciembre de 2005 y 2007. “Los préstamos comerciales por montos inferiores a 500 mil pesos crecieron 64,8 por ciento (2005-2007), a un ritmo mayor que el total de financiaciones, lo que derivó en que su participación se incrementara al 7,7 por ciento del total de la cartera del sistema financiero”, afirman desde la Asociación de Bancos de Argentina. Según el relevamiento de esa entidad, los préstamos para pymes ascienden al 36 por ciento del total en el caso del grupo de los diez bancos privados más grandes.

“Hoy las pymes están financiando su capital de trabajo a través del descuento de cheques de pago diferido, descubierto en cuenta corriente, cesión de facturas y certificados de obra de organismos oficiales, y amortizables de corto plazo (hasta 12 meses)”, comentó a Cash Roberto Azagra, gerente de Pymes del Banco Ciudad.

Entonces, si los números dan cuenta de un aumento de la financiación hacia las pequeñas y medianas unidades productivas, ¿por qué sólo una de cada cuatro empresas que invierten lo hace a través de un banco o el 65,8 por ciento de las pymes industriales se autofinanciaron durante el año pasado? El Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefid-AR) informa que el financiamiento bancario total de las pymes alcanzó a diciembre del año pasado un 19,9 por ciento (32.226 millones de pesos). Y durante el primer trimestre de este año, los cheques de pago diferido evidenciaron una contracción de 10,6 por ciento, como así también en los montos operados en 6,7. Durante el primer trimestre se comercializaron 5155 cheques por 142,8 millones, mientras que en el mismo período del año pasado la operatoria fue de 5763.

Ese comportamiento se explica porque para las pymes es más fácil acceder a estos instrumentos de financiación que a líneas de más largo plazo, escasas en relación a las existentes para consumo. Además, la autofinanciación tiene su origen en que muchas no califican como sujeto de crédito. “Quizá nunca tuvieron problemas con la Organización Veraz ni el fisco. De todas maneras quedan afuera por las normativas del Banco Central. Hoy parece más sencillo recibir un crédito para comprar un auto que un torno. Estoy convencido de que el Estado debería tener un rol más fuerte en la regulación del sector financiero. Una buena primera medida sería desterrar la Ley de Entidades Financieras de la dictadura”, recomienda Delacroix, de Apyme.

El Banco Nación lanzó recientemente un programa crediticio por 5000 millones de pesos destinados a una tasa fija en pesos del 12 por ciento anual para los primeros cinco años y variable para los cinco siguientes. “La banca pública y el Estado en general deberían mostrar el camino de los programas de crédito mientras que a las entidades financieras del sector privado les corresponde imitar al sector público para que la oferta sea mayor. Todavía es una asignatura pendiente el crédito para las pymes”, resume el diputado Marcelo Fernández (FpV), presidente de la Confederación General Empresaria de la República Argentina.

La financiación por medio de programas públicos representa apenas el 2 por ciento de la inversión global. Del total de pymes del país, sólo 15.000 acceden a los programas de subsidios de tasas, como los que impulsa la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa. “Dentro de las posibilidades de los Estados está generar financiamiento para sus sectores productivos, pero aquí están subutilizados”, según el Observatorio PyME.

Como la banca privada no otorga préstamos de largo plazo, especialistas del sector mencionan la necesidad de generar un banco que tenga como horizonte ese tipo de inversión. Por lo pronto, ese objetivo tiene el Banco de Inversión y Comercio Exterior, ahora a cargo de Miguel Peirano. “Se necesita desarrollar una entidad de segundo piso que distribuya los créditos a través de los bancos especializados. El banco de inversión se encarga de fondear a las entidades que terminarán otorgando el crédito y asumiendo los riesgos. Esto le dará al Estado mayor control y eficiencia, lo que redundará en un mejor acceso del crédito para las empresas que lo necesitan”, concluye García.

LOS BANCOS COMO SERVICIOS PUBLICOS

“Reintegrar las cadenas de valor”

El economista Carlos Leyba, director del Centro de Estrategias de Estado y Mercado, opinó ante Cash que tanto la banca pública como la privada deberían actuar como servicios públicos, con el objetivo de favorecer las inversiones a la producción.

¿Cuál es el rol de las pymes en el actual contexto de crecimiento económico?

–El crecimiento económico en la Argentina necesita imperiosamente una redefinición donde las pequeñas y medianas empresas tienen un papel fundamental. Tenemos que lograr reintegrar las cadenas de valor, muchos eslabones están faltando y el grado de integración sectorial es muy débil. Esa desintegración, que se observa en todos los sectores dinámicos o vegetativos, le impone un freno al desarrollo tecnológico de las cadenas y a la productividad del sistema. Está claro que cada eslabón faltante es una suerte de nicho de oportunidades y, a la vez, una amenaza de multiplicación de la dependencia si no se cumple la tarea de llenarlo.

¿Qué política tiene que instrumentarse para las pymes?

–La función esencial de la “política pro pyme y pro crecimiento” es la de identificar oportunidades en los nichos vacíos de las cadenas de valor y desarrollar los incentivos para cubrir esos faltantes.

¿Cómo pueden las pymes ocupar esos vacíos?

–Las pymes deben ser el vehículo de traslación del eje del desarrollo hacia el interior. Es necesaria una reintegración de las cadenas de valor y agregación de valor en las regiones menos desarrolladas, un rol para las pymes sin el cual el crecimiento se hace concentrador y tiende a frenarse.

¿Por qué son pocas las empresas que acceden al crédito?

–El crédito es una consecuencia de la concepción del sistema financiero, que todavía funciona con la misma normativa y filosofía de la última dictadura. Las entidades administran el crédito en función de su tasa de ganancia. Y, en rigor, los bancos son “concesiones” que el Estado otorga. Los bancos son un servicio público administrado privadamente. Con esta concepción, que no es la actual, el crédito debería estar en función del servicio público. Los bancos tendrían que contemplar el crédito en base a una normativa de desarrollo: crédito administrado para la inversión y el capital de trabajo.

ERIC CALCAGNO, SUBSECRETARIO DE LA PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA

“Las pymes son referentes barriales”

“En toda Latinoamérica, las pequeñas y medianas empresas componen un universo muy heterogéneo. De alguna manera, esta diversificación desigual de los sectores productivos es una de las causas de la pobreza en nuestra sociedad y en el resto de la región. Por eso considero que no hay mejor política social que una buena política económica que sirva para captar y propagar el progreso técnico, que redundará en un incremento de la productividad y mayores salarios. Argentina, luego de 2001, parecía un país destinado a caerse. Pero no ocurrió así, sino que empezamos a crecer dentro de un proceso de industrialización. En este contexto, las pequeñas y medianas empresas resultaron ser el punto neurálgico de los centros urbanos. Las pymes son referentes barriales. Si a estas unidades productivas les va bien, a todo el barrio le va bien. En esta puja actual donde los precios internos compiten con el incremento de los precios internacionales, las pymes tienen una oportunidad, que es agregando valor a sus producciones. Esa es la tarea a desarrollar desde la Secretaría Pyme: generar la articulación entre las diferentes áreas para resolver problemas con instrumentos rápidos y que satisfagan las necesidades de los diferentes sectores.”

FONDO TECNOLOGICO ARGENTINO

Financiando la innovación

El Fondo Tecnológico Argentino (Fontar) –del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva– financia proyectos dirigidos al mejoramiento de la productividad del sector privado a partir de la innovación tecnológica. El año pasado, el Fontar adjudicó 404 proyectos de empresas, en su mayoría pymes. Entre 2003 y 2007 se aprobaron un total de 2492 proyectos por un monto calculado 732 millones de pesos.

Los principales sectores que recurrieron a estos fondos son: servicios Informáticos (19 por ciento), maquinaria y equipos (15), productos químicos (10), alimentos y bebidas (7), agricultura y ganadería (6), instrumentos médicos, ópticos y de precisión (4). Por otro lado, el ministerio cuenta con el Fondo Fiduciario para la Promoción de la Industria del Software (Fonsoft), que destinó cerca de 7 millones de dólares para financiar proyectos a través de créditos y subsidios entre 2006 y 2007. Este instrumento otorga una financiación de hasta el 50 por ciento de los proyectos, con la siguiente modalidad:

  • Certificación de calidad con un monto máximo de 100.000 pesos hasta 18 meses.

  • Desarrollo de nuevos productos y procesos con un monto hasta 200.000 pesos hasta 12 meses.

  • Investigación y Desarrollo precompetitivo de productos y procesos de software originales, con un monto máximo de hasta 500.000 pesos hasta 24 meses.

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