FINANZAS > LA RESERVA FEDERAL Y EL BANCO CENTRAL EUROPEO, PREOCUPADOS POR LA INFLACION
La receta de las bancas más poderosas del mundo para enfrentar la presión de los precios por el petróleo y los alimentos es elevar la tasa. La Fed interrumpió la baja y el BCE estudia la suba.
› Por Pablo Simián
La Reserva Federal (banca central estadounidense) puso fin esta semana a la serie de siete recortes consecutivos de la tasa de interés iniciada en septiembre de 2007. La decisión fue la de mantener la tasa en el 2 por ciento anual, 3,25 puntos porcentuales menos que al inicio de ese proceso. La medida supone un cambio de rumbo de la política monetaria del organismo dirigido por Ben Bernanke: el objetivo ya no es fomentar el crecimiento de la mayor economía mundial frente a los pronósticos de recesión sino evitar que se sumerja en una peligrosa espiral inflacionaria, impulsada sobre todo por los fuertes incrementos de los precios del petróleo y los alimentos. Pero en el nuevo escenario los temores sobre una desaceleración económica aún no se disiparon.
La amenaza de inflación también manda en Europa. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, mencionó que es posible una suba de la tasa de interés en la próxima reunión de consejo del 3 de julio. Esa tasa se ubica hoy en el 4 por ciento. Trichet corrigió el alza las previsiones, estimando que la suba de precios en los 15 países de la zona del euro alcanzará en 2008 el 3,4 por ciento, el nivel más alto en diez años de Unión Monetaria.
“Si no hay cambios sustanciales en otras variables, la suba del tipo de interés que aparentemente adoptará el BCE debería disparar un nuevo proceso de apreciación del euro con respecto al dólar, como consecuencia de la ampliación del spread de tasas de esas monedas”, explicó Mariana Diehl, analista de mercados internacionales de Puente Hermanos. Explicó que “ese efecto se produce por la tendencia habitual que siguen los grandes inversores, que toman deuda en la moneda que se deprecia (dólar) para efectuar colocaciones en la moneda que aumenta su valor (euro)”.
Sin embargo, ni el encarecimiento del crédito, ni la pérdida de competitividad de las exportaciones europeas lograron desviar la atención de Trichet, concentrado en garantizar la estabilidad de los precios en la Eurozona.
Por su parte, la inflación en Estados Unidos aumentó el 0,6 por ciento en mayo con relación al mes anterior, resultando el mayor incremento en el último semestre. Con una suba de precios del 4,2 por ciento, los analistas prevén que la reciente interrupción de los recortes en la tasa de interés sea el primer escalón de un recorrido alcista. De hecho, en la plaza local lentamente comienza a surgir la preocupación de los países endeudados frente a la posibilidad de que el dólar vaya recuperando atractivo a partir de los movimientos decididos por la Fed y los inversores liquiden sus posiciones domésticas.
Las declaraciones de Bernanke y Trichet parecen dirigidas a prevenir a los agentes económicos. En ese sentido, la Fed ya ha advertido que el gran riesgo es la inflación. Del mismo modo, el banquero francés ha puesto tanto énfasis en sus advertencias sobre la inflación de Europa. Sin embargo, muchos expertos dudan sobre la efectividad de esas medidas. Para Diehl, “las intervenciones de la Fed sólo generaron alivios transitorios luego del estallido de la crisis financiera internacional: inyectó miles de millones de dólares, pero frente a la constante aparición de nuevos datos negativos no logró recomponer totalmente la credibilidad del sistema”. En sentido similar, si la amenaza de inflación se explica sobre todo por los fuertes incrementos de los precios de la energía y los alimentos y ambos son fenómenos mundiales, como admite el propio BCE, los analistas se preguntan si podrá frenarla un aumento de tasas limitado a la Eurozona.
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