BUENA MONEDA
› Por Alfredo Zaiat
El análisis político básico evaluará si el Gobierno se fortaleció o no con la media sanción en Diputados del proyecto de reestatización de Aerolíneas Argentinas. Pero más importante que esa evaluación de vuelo bajo fue que una amplia mayoría de 167 legisladores de la Cámara baja comenzó el camino de la recuperación para el Estado de la línea aérea de bandera. Teniendo en cuenta el avance conservador en el frente político-mediático y la intensificación del discurso económico ortodoxo que provocó la derogación de la resolución que fijaba retenciones móviles a cuatro cultivos clave, la reestatización de AA resulta una brisa fresca. Fueron 18 años de negocios oscuros desde el mismo momento de la privatización, con infinidad de maniobras contable-financieras de diferentes grupos españoles que manejaron la compañía, que tuvieron la complicidad de funcionarios de cada uno de los gobiernos que se sucedieron. Vale recordar que AA no era una empresa estatal deficitaria cuando el menemismo, con aval del Congreso, decidió su remate, sino que requería de fuertes inversiones para poder seguir brindando un servicio de calidad. Tenía el más moderno centro de capacitación y único simulador de vuelo en la región, era una empresa con índices de puntualidad al nivel de las mejores del mundo y una flota suficiente que sólo necesitaba renovarse. Pero más relevante era que constituía una empresa estatal que formaba parte de un modelo de transporte nacional integrado, política que necesitaba de indudables ajustes, pero la solución privatista de desestructurarlo fue la peor. La red nacional de transporte constituida por la ferroviaria, las rutas nacionales, la flota mercante (Elma) y la aerocomercial en manos del sector público fue desguazada. La recuperación de Aerolíneas Argentinas puede ser vivida como un triunfo frente a la soberbia española de nuevo rico y los nostálgicos de los noventa, o asumida con la responsabilidad de haber dado el paso necesario para reconstruir y redefinir una política de transporte nacional integrado. Para ello, AA debe funcionar como un factor de soberanía, integración y desarrollo y como un servicio público esencial para el interior del país.
La extensión del territorio nacional con grandes distancias entre ciudades requiere de una sólida política de transporte de la que hoy se carece. El principal objetivo del mercado aerocomercial debería ser la integración de poblaciones lejanas a los centros urbanos. Esa misión se traduce en soberanía, concepción que durante años quedó subordinada al campo de batalla entre quienes pretendieron concebirla como un simple negocio para las “fuerzas del mercado” más poderosas. El manejo de una compañía aérea estatal debe tener orden y control financiero y búsqueda de rentabilidad, en especial en las rutas internacionales, pero también debe cumplir una función social de integración de pueblos del interior. No es lo mismo comunicar a todo el país que comunicar al país rentable; por eso mismo se requiere una política de transporte integrada con ferrocarriles y rutas.
La firme posición de los gremios de Aerolíneas Argentinas a lo largo del período de privatización con su lucha por defender las fuentes de trabajo y el funcionamiento de la compañía la salvó de la desaparición. Y también fueron importantes en la actual instancia para orientar el debate de algunos legisladores encandilados y también sobre el contenido del proyecto de reestatización enviado por el Gobierno. La Asociación del Personal Aeronáutico (APA-CTA) precisa en un documento técnico la necesidad de “un plan estratégico que permita sostener y desarrollar una aviación comercial en beneficio del país y sus habitantes, adecuándolo a la actual coyuntura nacional e internacional”. La sospechada gestión de la Secretaría de Transporte en los últimos cinco años plantea interrogantes a ese objetivo. En ese plan se detallan ciertos principios de política aerocomercial, a saber:
n Soberanía plena sobre el espacio, tráfico, infraestructura y mercado generados por el transporte aéreo nacional.
n Convenios aerocomerciales bilaterales y multilaterales sustentados en los principios de igualdad y reciprocidad entre los Estados.
n Rol central del Estado nacional en la planificación, regulación, control y ejecución de la política aerocomercial.
n Sistema integrado, regulado y sustentable del servicio, infraestructura e industria del transporte aéreo.
n Integración planificada y racional de la red aerocomercial a un Plan Nacional Integrado del Transporte en todos sus modos.
El mercado aerocomercial en el mundo ha sufrido sustanciales cambios desde el nacimiento de Aerolíneas Argentinas, en 1950, con la fusión de las empresas mixtas Alfa, Zonda, Aeroposta y Fama. El transporte en aviones se ha convertido en masivo y se ha desarrollado una industria gigante a escala global. Pero la actividad sigue siendo deficitaria por la elevación de los costos, en especial por la fuerte disparada del petróleo, y la guerra de tarifas por la feroz competencia con las líneas de bajo costo. Las fusiones y quiebras de grandes compañías han marcado la tendencia del sector en los últimos años. Frente a ese panorama, la reestatización de AA requiere de una compleja gestión para recuperar una empresa abandonada. Para cumplir con normas de calidad en el servicio en el marco de un mercado con una fuerte competencia y tendencia a la concentración en megacompañías. Y también para satisfacer el objetivo de integración territorial atendiendo rutas que no son rentables. En la práctica, la definición de objetivos de la AA estatal debe esquivar las trampas de la improvisación y optar por el menos vistoso pero efectivo desarrollo de una actividad de maduración lenta pero firme en el largo plazo.
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