Dom 26.10.2008
cash

HERRAMIENTAS PARA FRENAR LOS AJUSTES DE LAS EMPRESAS

La amenaza más cruel

Pese a que el sector industrial ha estado acumulando fuertes ganancias en los últimos cinco años y aún mantiene elevados niveles de rentabilidad, varias empresas lideradas por las automotrices adelantan suspensiones y despidos. El Ministerio de Trabajo interviene para frenar esas drásticas medidas impulsadas por el miedo al impacto de la crisis internacional.

› Por Roberto Navarro

Entre enero de 2003 y agosto de 2008 la producción industrial creció un 71,6 por ciento. La automotriz, en particular, se incrementó un 432 por ciento. Mientras los indicadores de las potencias del mundo muestran caídas en el nivel de actividad en los últimos dos trimestres, los registros locales de los primeros ocho meses de 2008 revelan que la industria creció un 6,3 por ciento con respecto al mismo período del año pasado, y el sector automotriz, un 24 por ciento. Sin embargo, sólo por el temor a un estancamiento, que provocó la crisis financiera, General Motors despidió a 500 trabajadores que luego tuvo que reincorporar por la intervención del Ministerio de Trabajo; Renault a 300; Mercedes Benz ya le anunció al sindicato de mecánicos futuros despidos y Peugeot comenzó a implementar suspensiones. También las empresas de autopartes, entre otros sectores, están suspendiendo empleados. La mayoría de estas compañías consiguió utilidades inéditas en los últimos cinco años. Renault ganó 200 por ciento sobre patrimonio neto en 2004, y 208 por ciento en 2005, antes de retirar sus acciones de la Bolsa de Comercio. Criticados históricamente, los sindicatos están actuando con mayor responsabilidad que los empresarios frente a la crisis, resignando merecidos reclamos salariales para priorizar el cuidado del empleo. El gobierno, por su parte, no utiliza el crédito subsidiado ni los enormes beneficios impositivos que brinda para negociar con la industria una tregua de despidos y suspensiones.

De las 22 empresas que cotizan en el panel líder de la Bolsa de Comercio, 21 registraron ganancias en el período finalizado el 30 de junio último: 20 consiguieron utilidades mayores que las de 2007. La mayoría contabilizó resultados récord históricos. El motivo de esos fabulosos saldos ha sido el crecimiento del volumen de las ventas y los extraordinarios márgenes de ganancias. Aunque con una leve desaceleración, el nivel de actividad se mantuvo en niveles altos en julio y agosto. De septiembre se conocen pocos datos. Pero ya se dio a conocer que la producción y el patentamiento automotor crecieron un 8,4 por ciento sobre agosto y la producción, un 30 por ciento con respecto al mismo mes de 2007. También se difundió que el consumo de energía eléctrica se incrementó 6,2 por ciento en septiembre con respecto al mismo mes del año pasado, dato que muestra que la industria –el mayor consumidor del mercado de electricidad– siguió creciendo.

“Los industriales quieren despedir empleados para mantener el mismo nivel de rentabilidad ante una eventual desaceleración del nivel de actividad por culpa de la crisis financiera internacional. Tienen una rentabilidad enorme y quieren mantenerla en el momento de la tormenta. Son insaciables”, comentó a Cash un funcionario de primer nivel del Poder Ejecutivo.

En la Secretaría de Industria señalan que todos los días reciben llamados de empresas que consultan sobre el Procedimiento Preventivo de Crisis, un mecanismo que prevé la legislación para suspender o despedir la plantilla de empleados hasta en un 10 por ciento en casos de una fuerte caída del nivel de actividad. “Pero ese caso no se está dando”, señalan en la cartera laboral. Y agregan: “También nos estamos enterando de muchos casos por los diarios. Nos están enviando mensajes”. En la Jefatura de Gabinete unen los despidos y las amenazas respectivas y suspensiones al comunicado de la Unión Industrial de esta semana, reclamando una devaluación del peso. “Están haciendo un juego de pinzas: por un lado suspenden gente y amenazan con despedirla; por el otro piden una suba del dólar. El mensaje es, si no devalúan, comenzamos con los despidos”, evalúan. Los empresarios están tomando medidas ante lo que se viene: saben que la crisis financiera internacional tendrá impacto en la Argentina. La actividad económica sufrirá un retroceso, algunos sectores industriales pueden sufrir un estancamiento e incluso puede haber algún rubro en particular que pueda registrar una fuerte caída de su producción. Pero parten de un nivel récord medido en términos históricos. La industria automotriz creció un 8,7 por ciento en 2003, un 53 por ciento en 2004, un 26,7 por ciento en 2005, un 32 por ciento en 2006, un 25,4 por ciento en 2007 y un 24 por ciento en los primeros ocho meses de 2008, totalizando un incremento del 432 por ciento en 5 años y 8 meses. La de cemento incrementó su producción un 237 por ciento entre 2003 y 2007 y otro 7,1 por ciento entre enero y agosto de 2008. La textil creció un 223 por ciento entre 2003 y 2007 y un 4,8 por ciento hasta agosto último. La de otros materiales para la construcción, un 196 por ciento entre 2003 y 2007 y un 9,8 por ciento hasta agosto. La de detergentes, jabones y productos de belleza, un 187 por ciento en esos cinco años y un 8,2 por ciento hasta agosto. Editorial e imprenta aumentó su producción un 183 por ciento en un lustro y 4,4 por ciento este año. El único sector que venía postergado, por falta de capacidad instalada para aumentar su producción, fue el de aluminio, que este año creció un 41 por ciento en ocho meses.

La rentabilidad medida en términos de patrimonio neto de las empresas que operan en el mercado local se ubica entre las más elevadas del mundo: según datos de OCDE, en 2007, en promedio, fue del 19,7 por ciento, contra un 11 por ciento de Brasil, un 6 por ciento de Canadá, un 5 por ciento de Francia, un 4 por ciento de Estados Unidos y un 3 por ciento de Alemania. La economía argentina está concentrada en un puñado de empresas y esas compañías consiguen ganancias fabulosas. Un caso emblemático en ese sentido es la Papelera Massuh, del dirigente que hace más de una década maneja entre bambalinas los hilos del poder de la UIA y que fue el autor intelectual del comunicado de esta semana que reclamaba una devaluación. Massuh consiguió ganancias sobre patrimonio neto de un 1886 por ciento entre junio de 2002 y el mismo mes de 2008. Renault Argentina presentó balances en la Bolsa de Comercio en 2004 y 2005 con una rentabilidad del 924 por ciento. Luego recompró sus acciones y se retiró de la Bolsa. Pescarmona ganó un 345 por ciento sobre patrimonio neto entre 2003 y 2007. Hasta empresas pequeñas como Colorín consiguieron rentabilidades inéditas: en este caso un 1221 por ciento sobre patrimonio neto entre 2002 y 2007.

Si la estrategia de las empresas al suspender y despedir empleados es bajar costos laborales, los resultados van a ser magros. Según datos del Ministerio de Trabajo, que concuerdan con los de la CGT, el costo laboral promedio de la industria es del 8,2 por ciento. Si bien las terminales automotrices están entre las empresas que mejores salarios pagan, dado su alto nivel de productividad, su costo laboral es menor al promedio: apenas del 6,8 por ciento. Según datos del Ministerio de Economía, tomando los precios de salida de fábrica entre enero de 2002 y enero de 2008, el aumento supera en un 32 por ciento al alza de salarios industriales. Es decir que la incidencia de los salarios con respecto al precio de los bienes cayó un 24 por ciento en los últimos seis años.

Dejar de ser el Estado bobo

Los principales colaboradores de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner piensan que la decisión de las compañías que ya comenzaron a despedir y suspender empleados responde a tres razones:

  1. Presionar para que el Gobierno suba el precio del dólar.

  2. Disciplinar a los sindicatos para que no haya reivindicaciones salariales.

  3. Bajar sus costos para intentar mantener la rentabilidad extraordinaria que tenían.

En el Gobierno saben que no es una acción desesperada por salvarse de la quiebra, como está pasando con algunas empresas norteamericanas. Pero no toman las medidas que tienen a mano para detener la incipiente avalancha de despidos. Casi el 50 por ciento del crédito que reciben las empresas del mercado financiero local lo brinda el Banco Nación y otro 15 por ciento lo otorga el Banco de la Provincia de Buenos Aires. En ambos casos, a tasa negativa en términos reales. El Nación está otorgando préstamos al 12 por ciento a cinco años en pesos y hay varios sectores que reciben subsidios adicionales que llevan esa tasa al 6 por ciento.

Aunque las automotrices se venían fondeando en el exterior, en adelante tendrán que hacerlo en la plaza doméstica. La banca estatal está en condiciones de reclamar a cambio del crédito barato la suspensión de los despidos o, por lo menos, una tregua. Pero no lo hace.

La Secretaría de Industria tiene una Ley de Promoción de Inversiones que permite la devolución anticipada del IVA y la amortización acelerada del Impuesto a las Ganancias. Para acceder a esos beneficios, la generación de nuevos puestos de trabajo tiene una ponderación en el análisis del proyecto de un 30 por ciento en el caso del IVA y de un 40 por ciento en el de Ganancias. Esa dependencia puede avanzar en priorizar los proyectos que aporten mayor cantidad de puestos. El secretario de Industria viene reclamando más personal, porque con el que cuenta no puede controlar que los que resultaron favorecidos con estos beneficios mantengan sus dotaciones de personal durante los plazos establecidos.

Los principales funcionarios comerciales de la Cancillería y de la Secretaría de Industria han conseguido para las terminales la apertura de nuevos mercados y cupos de exportación en condiciones preferenciales. Las autopartistas, que ya comenzaron a suspender empleados, acaban de ser beneficiadas con el nuevo Régimen de Incentivo a la Competitividad de las Autopartes Locales. Este mecanismo otorga un subsidio en efectivo a las terminales que compran autopartes de origen local y a las autopartistas que compran insumos locales. A cambio de esos subsidios, el Estado podría exigir estabilidad laboral.

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