Dom 23.11.2008
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OPORTUNIDAD QUE OFRECE LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL

El desafío industrial

Las grandes crisis internacionales contribuyeron a diversificar e industrializar la economía agrícola del país.

› Por Federico Bernal *

Inducida por la crisis internacional de 1874 nació en la Argentina la primera legislación de proteccionismo industrial a escala nacional. Las posteriores crisis del régimen capitalista mundial (1890, 1914, 1930 y 1939) también contribuyeron a diversificar e industrializar la economía pastoril y agrícola del país. A excepción de la de 1874, las crisis referidas si no coincidieron con gobiernos conservadores sí lo hicieron en tiempos donde la Argentina no se propuso ni estuvo en condiciones de ser otra cosa que una factoría exportadora de granos y carne. Así hasta 1946.

Ahora bien, a diferencia de sus hermanas del siglo XX, la presente crisis no sólo coincide con un gobierno productivista sino también con un contexto regional sumamente favorable. Desde esta perspectiva y en función de la experiencia histórica, la crisis actual debe ser vista y aprovechada como un nuevo obsequio para la definitiva reestructuración del modo de acumulación en la Argentina. La gran oportunidad –más que consolidar al país como la verdulería y la carnicería del mundo– pasa hoy por darle impulso a la revolución industrial pendiente. Una industrialización masiva, apuntalada desde un Estado inversor, con contralor, planificador, empresario e industrial, aliado al sector privado, pero fundamentalmente a los Estados miembros del Mercosur y de Unasur. Una transformación industrial que deberá ser permanente para no fracasar, requiriendo para ello –y al igual que en los países del centro en los siglos XVIII y XIX– de la captación estatal de las rentas estratégicas y la explotación masiva de los recursos naturales (energéticos, mineros y agrarios) dirigida al desenvolvimiento de las fuerzas productivas locales, al mercado interno y al levantamiento de una plataforma científica y tecnológica avanzada y autónoma.

Si bien es sabido que dichas medidas son las únicas capaces de terminar con el atraso recurrente y la profunda desigualdad en el país, muy poco se avanzará en esta dirección sin antes eliminar primero el gran pilar del neoliberalismo en la Argentina: la provincialización (falso federalismo) de los recursos estratégicos y la tergiversación cultural que la sostiene y retroalimenta. Desde los debates parlamentarios de 1927-1928 sobre la nacionalización del petróleo impulsada por el yrigoyenismo, la provincialización de recursos se ha erigido en el freno no sólo de su explotación centralizada sino también de la unificación y consolidación del mercado interno, esto es, del desarrollo socioeconómico equilibrado del país todo.

En otras palabras, en la resolución de la cuestión federal reside la clave de una Argentina industrializada. La derogación de la resolución 125 –de notable semejanza con los debates petroleros citados– es la prueba de ello. Como ocurrió con la reciente iniciativa de “intervenir” el anárquico sector agrario, cualquier otro paso tendiente a captar renta en beneficio del colectivo público, de “federalizar” recursos y ampliar las esferas de incidencia del Estado serán advertidas como enemigo del interés provincial, sobre todo cuando de petróleo, agro y minerales se trate. Un anacrónico enfrentamiento entre el Estado nacional y las provincias, herencia del atraso histórico de las fuerzas productivas y la desigualdad del país que engendró y perpetuó clases dominantes provinciales (y su propagación a la administración pública) vinculadas con la comercialización de recursos primarios, desinteresadas de la industrialización, desvinculadas de un mercado interno nacional, y por ende, tan aliadas al capital extranjero como opuestas a la expansión del Estado sobre “sus” posesiones. YPF ayer, Enarsa y la Oncaa hoy, constituyen irrefutables pruebas al respecto.

La crisis internacional constituye un refuerzo inestimable para acelerar y elevar a la categoría de “permanente” a una Argentina industrial y socialmente justa. La democratización de la renta agraria y la edificación de una economía industrial moderna son las grandes tareas pendientes históricamente demandadas por las grandes mayorías, tareas irrealizables sin antes recuperar el verdadero federalismo para luego proyectarlo más allá de las fronteras, hacia Sudamérica.

* Director Editorial Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas, [email protected]

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