REPORTAJE A NOEMí BRENTA > LA RELACION DEL PAIS CON EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
Argentina firmó 21 acuerdos con el FMI. Once fueron durante crisis de balance de pagos y los otros diez fueron innecesarios.
› Por Natalia Aruguete
“Sólo en doce de los cincuenta años que corren entre 1956 y 2006 Argentina no estuvo bajo acuerdo con el FMI. De esos 21 acuerdos firmados, once fueron durante crisis de balance de pagos, los otros diez fueron innecesarios”, afirmó la economista Noemí Brenta en diálogo con Cash. La autora de Argentina atrapada explicó las características de la relación con el Fondo Monetario y sus consecuencias en las políticas económicas nacionales.
–Hubo una fuerte influencia de las políticas “al estilo FMI” en la economía argentina, en parte por imposición y en parte por decisión de los gobernantes. Los acuerdos fueron asombrosamente parecidos. En los previos a la crisis de la deuda, en los ’80, hubo menos condicionalidades. Luego, el compromiso con el sector financiero internacional y con el propio Fondo fue mayor.
–Antes de los acuerdos, solía haber devaluación, alza de tarifas públicas y ajuste fiscal, todo lo cual aceleraba la inflación. Una vez que se firman, los acuerdos contienen restricción fiscal, más impuestos, menos gasto público y un compromiso de mantener estable el tipo de cambio, lo que produce apreciación de la moneda. Siempre hay restricción monetaria y compromisos de liberar las importaciones y no poner trabas a los pagos internacionales de cuenta corriente. Hasta los ’90, la política global fue controlar los movimientos de capitales, algo paradójico.
–Porque si se pide un acuerdo con el Fondo es porque hay un problema de balance de pagos, escasez de moneda internacional. Sin embargo, los acuerdos suponen liberar o incrementar las importaciones y mantener el tipo de cambio fijo. En el primer año de acuerdo, se produce una recesión: el aumento de impuestos, la reducción del gasto público y la devaluación recortan el salario real.
–El país que entra al acuerdo debe anunciar cuál es su paridad o su régimen cambiario. Y para cambiarla en más o menos un 10 por ciento tiene que pedir autorización al FMI. Lo que se supone es que si un país tiene déficit transitorio de balance de pagos no necesita devaluar. En cambio, si el déficit es estructural, sí se justifica la devaluación. Incluso, ésta se da entre las medidas previas. Una vez hecho el acuerdo, el compromiso es que el tipo de cambio sea estable.
–Hay una cuestión teórica y otra pragmática. En teoría, mantener estable el sistema de tipos de cambio en el mundo es una manera de favorecer el crecimiento del comercio internacional y que no se produzcan desvíos por devaluaciones competitivas. Esto supone que si todo el mundo tiene tipo de cambio fijo es porque tiene equilibrio externo. En términos pragmáticos, permitir la estabilidad de la renta financiera: si las tasas de interés internas son más altas que las externas, hay una renta financiera que se garantiza siempre que el tipo de cambio se mantenga estable. Además permite estabilizar las utilidades de las empresas transnacionales.
–En el acuerdo de 2003 no se aceptaron varias exigencias: que se emitiera la cantidad necesaria de dinero como para devolver los depósitos, dejar flotar el tipo de cambio, que la hiperinflación se desatara.
–Se ganaron márgenes de libertad en la política económica. La programación monetaria está acorde con los objetivos de crecimiento. Hay un régimen de cambio flotante, manejo del comercio exterior, restricciones a las importaciones.
–No puede ser que la moneda que se usa para las transacciones internacionales dependa de las decisiones de política económica de un solo país. Keynes proponía para el Fondo una moneda internacional: el bancor. Además, debe haber fondos regionales, como el que está armando Asia, un manejo conjunto de los fondos de reserva o la eliminación de una moneda internacional en el intercambio entre los países sudamericanos. Hay que tener claro que el Fondo sólo provee una pequeña parte del financiamiento que requiere un país miembro, porque tiene muy poca capacidad de prestar en relación con los montos que se manejan en el mundo. Y cuando un país pide un acuerdo con el Fondo tiene que acreditar simultáneamente que está tramitando acuerdos, préstamos, con bancos transnacionales. Entonces para qué ir a pedirle al Fondo si, de todas formas, un país debe pedirles a otras entidades.
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